Los 100 años del Club Santamarina
Por Ana Pérez Porcio
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“La historia de la institución aurinegra termina siendo un libro más sobre historia de Tandil”, nos cuenta nuestro compañero de trabajo Néstor Dipaola a quien entrevistamos. Nosotros le agregamos que observándolo parece “El Libro Gordo de Petete”. Uno lo levanta y parece una pesa de cualquier gimnasio. Pero es el libro de los cien años del Club y Biblioteca Ramón Santamarina, que acaba de ser presentado.
Después de la presentación en sociedad, ya más distendido Néstor nos contó entretelones de este libro que todo hincha del club de sus amores anhela tener en su biblioteca.
-¿Por qué un libro sobre la historia de Santamarina, más allá de celebrar el centenario?
-Muchas razones. En lo personal, soy simpatizante, o hincha, para no emplear eufemismos, desde chico.
-¿Y cómo se compatibiliza eso con el periodismo deportivo…?
-Es cierto, empecé en el diario con las crónicas domingueras, cuando tenía 17 años, y al mes siguiente estaba comentando el clásico Santamarina vs. Ferrocarril Sud. Muchas personas no me creen cuando digo que a la hora de escribir las crónicas y comentarios me olvidaba de cualquier partidismo. O, a la inversa, a veces se cae en el otro extremo y uno parece hincha de Ferro a la hora de escribir. Puedo jurar y rejurar que jamás se notó la simpatía a la hora de comentar.
-Retomando, ¿qué otras razones…?
-Siempre he sostenido que la historia ha dejado de lado, en general, algunos temas tales como las fiestas, los deportes y las emociones. En ese aspecto el pionero fue Félix Luna, que a través de la revista “Todo es historia”, difundió artículos referidos a estas temáticas u otras que estaban olvidadas. Y un club contiene todo eso. Porque el deporte es historia y refleja pasiones y emociones de la gente en un momento determinado. Vaya si no es importante investigarlo y escribirlo, entonces. El caso de Santamarina, en tal sentido es emblemático, porque fue el club de fútbol campeón del siglo veinte, con notoria superioridad en cantidad de títulos obtenidos, respecto del resto. Pero además fue el más importante en el boxeo, protagonizó grandes clásicos de básquet, tuvo campeones en atletismo, casín, ciclismo, entre otras actividades. Como si fuera poco, en la vida social ocurrió lo mismo, con los bailes, con los artistas que se presentaron en el club, desde la orquesta de Francisco Canaro hasta el ilustre catalán Joan Manuel Serrat, por ejemplo.
Un paseo por la ciudad y alrededores
-¿El libro va más allá de la historia de una institución, entonces?
-Por supuesto. Son trescientas enormes páginas en un libro que excede la historia del club, para terminar siendo un libro más sobre historia de Tandil. Por ejemplo, las primeras fotos que aparecen, de las casi mil que se publican, tienen que ver con el Tandil de principios de siglo y con la Piedra Movediza todavía oscilando. Luego se relatan los surgimientos del Parque Independencia, del Calvario, el Dique, entre otros acontecimientos.
-¿Para ubicar al lector en un contexto histórico general?
-Sí, para facilitar la interpretación de ciertos hechos. Muchas personas que han leído el libro, ya me ha dicho en la calle que están conociendo numerosos datos referidos a la historia de la ciudad, con la lectura de este trabajo. Quiere decir que el enfoque que pretendí darle, fue acertado.
-¿Cómo se gestó la idea del libro del club?
-Yo ya la tenía incorporada en la mente, como algo “obligatorio”. Y me encontré con la excelente disposición de la Comisión Directiva, para editarlo. Gráfica Independencia, para imprimirlo. Y la librería Alfa, para la venta. Los tres, es decir autor, imprenta y el comercio vendedor, dispusimos ceder los honorarios al club, para que el importe de la venta sea a total beneficio de las obras a realizarse en el flamante Predio Centenario, allí en Sans Soucí. Ahí está el anhelado renacimiento institucional del club.
-¿Es un trabajo que lleva meses?
-Años. Yo empecé hace exactamente una década, tras los festejos por el 90 aniversario. Porque hubo un grupo que aun en los peores momentos tristes de la quiebra y demás, siempre nos hemos reunido para brindar cada 20 de diciembre, día fundacional. Entonces, en aquel momento pensé que una década más tarde estaríamos viviendo el centenario, y que había que prepararse. En aquel tiempo -2003- las computadoras portátiles ya venían con mucha memoria. Ello me permitió ir almacenando datos, textos, pero también fotos. Y a la hora de ponerse a redactar el libro nuevo, ese cúmulo de información implica una ayuda enorme. Hay que darle forma, nada más. No es poca cosa, claro, pero ya está la base de investigación realizada.
-¿El oficio de periodista durante tanto tiempo facilita las cosas a la hora de escribir estas historias tan apasionantes?
-Claro. Pero también el hecho de haber escrito antes, unos cuantos libros sobre diversos aspectos de la historia de Tandil. Me resultó útil mi desempeño en distintas páginas de El Eco durante más de cuatro décadas, pero también mi condición de graduado en la Unicén, y trabajador de la misma en la faz cultural. Siempre digo que soy producto de esta casa de estudios que nació orgullosa como emprendimiento privado quijotesco, y hoy es una de las universidades nacionales de mayor prestigio en América Latina.
Culpables por acción u omisión
-¿Cómo se abordó el espinoso y lamentable tema de la quiebra y pérdida patrimonial por parte de la institución?
-Eso requeriría una exhaustiva investigación para publicar, en todo caso, un libro entero sobre el asunto. Pero igualmente hay bastante. Son muchos los culpables, por acción u omisión, incluyendo las máximas autoridades municipales de la época, década del noventa. Que, por otro lado, no es casual que haya ocurrido en esos tiempos de desesperanza, del “sálvese quien pueda”, de desocupación y miserias. Hoy no hubiera ocurrido, porque la gente hubiera salido a la calle y lo hubiese impedido.
-Lo interesante es que después de perder todo, increíblemente el club se mantuvo siempre, ¿cómo es eso?
-Es impresionante. Volaron los predios, los ladrillos, las canchas y los teatros. Pero al haberse conservado la pasión, se preservó el alma. Sana y salva. Yo comparo este caso con lo que eventualmente puede ocurrirle a una familia que de la noche a la mañana pierde todo por culpa, por ejemplo, de un incendio o una inundación. Son catástrofes que arrasan con todo. Pero mientras quede la gente y los sentimientos, todo lo perdido en algún momento se recupera.
Aquí empezó la historia
Un siglo atrás, esos terrenos eran propiedad de esta persona, uno de los hijos del pionero don Ramón. El intendente Antonio Santamarina intercedió para que el flamante club pudiera utilizar ese predio durante un tiempo prolongado, para la cancha propia. Llenos de júbilo, algarabía y agradecimiento, los fundadores decidieron llamar a la naciente institución Club y Biblioteca Ramón Santamarina, como homenaje a Ramón hijo, que había nacido en Tandil y su repentina muerte, cuatro años atrás, había provocado mucha tristeza en los tandilenses de la época. Había sido uno de los benefactores de la ciudad.
Por cierto somos conocedores del tiempo y esfuerzo invertidos por lograr que el libro se editara. Es que aquel chico hincha de Santamarina, hoy convertido en uno de los referentes de la ciudad en cuanto a periodismo o historia, cumplió un sueño que comparte no sólo con los simpatizantes del aurinegro sino con todos quienes quieren conocer la historia de la ciudad y el contexto en que surgió el club de sus amores.
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