Los indicios que comprometen a las dos mujeres acusadas de participar en el asalto a la familia Marzocca
La audiencia que busca reconstruir la crónica del hecho policial reviste sus particularidades, siendo que cuenta con la singularidad que en el banquillo de los acusados están quienes al decir del fiscal resultaron las autoras intelectuales del ilícito que, por aquellos días, cobró espectacularidad dado el botín con que se alzaron los ladrones cuya identidad y mucho menos su paradero se sabe. Los ladrones se alzaron con unos 135 mil dólares, otros tantos pesos más y un par de cheques con un valor de 30 mil pesos cada uno.
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Un trabajo casi quirúrgico, entonces, el de los investigadores para lograr recabar los suficientes indicios que permitieron arribar a esta instancia, con la imputación de Paola Carrosio (hija de la empleada doméstica de la familia damnificada) y Ninosca Arias Agüero, sindicadas como las dateras del caso, que luego cometerían tres hombres.
En esa tarea se abocó ayer el fiscal Marcos Egusquiza, ventilar aquellos indicios recopilados en la pesquisa para que el juez luego determine la contundencia de la prueba como para endilgarle semejante delito, calificado como “Robo agravado por el uso de arma sin aptitud, en poblado y en banda con efracción”, por el cual ambas mujeres quedaron bajo la figura de partícipes necesarias (tiene una pena en expectativa de 3 a 10 años de prisión).
Lo propio harían los defensores. Diego Araujo en representación de Ninosca Arias Agüero y Claudio Castaño para con Paola Carrosio, quienes adelantaron en sus lineamientos que el ministerio público no iba a poder probar tales acusaciones. “Si no dieron con los autores materiales, menos se podrá probar la autoría intelectual”, supo inferir el abogado Castaño.
La teoría fiscal
Dentro de la dificultad del caso, habida cuenta de que se trató de la sustracción de dinero en manos de tres personas que actuaron con sus rostros cubiertos, el fiscal se muestra convencido de que con los elementos -indicios- recolectados se permite inferir y acusar a las dos mujeres. Principalmente apunta a que Carrosio estaba al tanto de la operación inmobiliaria que había concretado la familia, que se la ubica cercana (una convivencia cotidiana) al entorno del propio núcleo filial, se contactó con Ninosca, quien reclutó a los posibles autores del atraco.
A la hora de citar indicios, se tiene en cuenta que la joven, hija de la empleada doméstica, sabía del movimiento económico puesto que su madre era de extrema confianza de la familia, como así también ella había ido a trabajar a la casa en varias oportunidades. También sabía sobre la rutina de los propios integrantes de la familia. El día del hecho, por esas horas se la vio en cercanías de la casa, más precisamente a pie en la esquina de 4 de Abril y Marconi, con una actitud sospechosa. Antes, había ido a la farmacia de los Marzocca en busca de un medicamento y preguntando si tenía que ir a la casa a trabajar (su madre había viajado), pregunta que ya había realizado por teléfono en horas previas.
Para el fiscal, su actitud claramente fue la de monitorear que ninguno de los Marzocca estuviese cerca de la propiedad a la hora en que se iba a cometer el ilícito.
A mayores indicios, el auto -su auto (un Fiat Spazio color rojo)-, fue visto por la zona del atraco. A más información: las cámaras de monitoreo del club Talleres capturaron la imagen de dicho rodado por esas horas.
El fiscal también entiende que ella prestó el rodado para que los tres sujetos cometieran el robo.
Para con Ninosca
Respecto a los indicios contra Ninosca Arias Agüero, quien se dijo que trabajaba de tarotista además de tener una bloquera en su casa de Las Tunitas, Egusquiza considera que era amiga de Carrosio, quien le propuso el robo y aquella entrevistó a quienes podían cometer el hecho.
Fue así que hay dos jóvenes (ayer declararon) que dijeron que Ninosca les propuso cometer el robo, mostrándole el dibujo de un plano de la casa donde se debía realizar el ilícito. Dicho plano habría sido confeccionado por Carrosio.
A más sospechas, el fiscal no descarta que uno de los hijos de la imputada haya sido uno de los autores del asalto, quien curiosamente después del suceso delictivo se fue de Tandil con rumbo desconocido.
Sumado a todo el cúmulo de indicios, se escucharía ayer el testimonio de los damnificados y de aquellos jóvenes que fueron “invitados” a perpetrar el asalto (ver aparte), declaraciones que, en definitiva, el ministerio público considera suficientes para endilgar el delito ventilado contra ambas acusadas.
Mañana se reanudará la audiencia con más comparendos, vinculados a policías y más ciudadanos que de una u otra forma intervinieron en la causa.
El relato de la víctima
El primero de los testimonios escuchados ayer fue el de María Ester Hidalgo de Marzocca, la propietaria de la casa y quien resultó blanco de los asaltantes, de los cuales uno de ellos la sorprendió cuando regresaba del patio de la casa hacia adentro. Le apuntó con un revólver en la sien y la dejó encerrada en el baño hasta que ellos pudieron huir del lugar con el cuantioso botín.
La mujer de 71 años de edad relató con paciencia y mucha claridad lo vivido, con una templanza notable que, de hecho, experimentó en aquel suceso violento, a partir de su tranquilidad de espíritu y, fundamentalmente, porque ya había sido víctima de varios hechos delictivos de similar tenor.
Repitió lo oportunamente detallado en las crónicas policiales de aquellos días, que los tres sujetos estaban dentro de su casa de calle Alsina al 700, cuando ella y parte de su familia (con varios nietos menores de edad) estaban en el patio, en la pileta.
Cuando todos se retiraron de la propiedad por el garaje que conecta directamente con el patio de la casa, ella se quedó sola en la pileta y tras echar el cloro al espejo de agua ingresó a la casa por la puerta de la cocina, donde escuchaba los ladridos insistentes de su perrita. Allí, una vez adentro, se toparía con uno de los asaltantes, quien rápidamente la interceptó, le apoyó el arma en la cabeza y la trasladó por el largo pasillo de la amplia propiedad hasta uno de los baños donde la mujer quedaría encerrada rezando por unos cuantos minutos. En el trayecto hacia el baño vería cómo otros dos hombres (todos encapuchados) se alzaban con los bolsos del ropero de su cuarto, donde guardaban la suma de dinero ya citada.
A consultas de las partes, la mujer respondería sobre cómo había sido el manejo de aquel dinero tras la venta de una propiedad, que sólo ella y su esposo (el reconocido farmacéutico recientemente fallecido) sabían dónde lo habían guardado: en aquel ropero del que, sospecharon, podía tener conocimiento quien trabajaba con ellos en la casa, la mujer de tantos años, y su hija, que de tanto en tanto prestaba colaboración.
Las sospechas fueron sopesadas cuando se advirtió que los delincuentes fueron directamente a dicho ropero, previo forzar la puerta de ingreso, sin revolver nada, ninguna otra dependencia.
Tras el extenso relato de la mujer, desfilarían frente al juez dos de sus hijas y uno de sus yernos, que también aportaron a la hora de coincidir con la versión de la mujer y las sospechas sobre Carrosio, sobre quien enfatizaron que nunca tuvieron -ni tienen- ninguna animosidad en su contra, todo lo contrario, le tenían un gran aprecio, cariño, por los años en que compartieron la casa con las tareas domésticas que la acusada, como su madre, realizaron.
Propuesta indecente
Cerrando la primera jornada, se escuchó el relato de los hermanos Cristian y Víctor Fontes, vecinos de Nonisca en el barrio Las Tunitas y quienes recibieron la propuesta de la mujer para cometer el hecho, invitación que rechazaron.
A regañadientes, huidizos y con poca memoria para recordar la propuesta y detalles concretos que oportunamente declararon en el expediente, finalmente reconocerían que Ninosca fue a su casa y les propuso cometer el asalto, mostrándoles un planito dibujado a mano alzada de la vivienda de los dueños de la farmacia. Donde había unos 100 mil pesos guardados en un ropero que debían ir a robar determinado día (el viernes), porque era cuando no había nadie o casi nadie en la casa.
Los hermanos confiaron que no aceptaron la propuesta y que luego se enteraron que “alguien” sí lo cometió. Al ser indagados quiénes pudieron ser, retomaron a la falta de memoria para no replicar lo que sí oportunamente habían dicho en la causa.
Una causa abierta
Sobre la pesquisa que arribó al juicio de las partícipes primarias, pero no así de los autores materiales, se supo que la causa se mantiene abierta, con la expectativa que en este juicio surgiera alguna información que aliente a dar con los sospechosos.
Oportunamente se realizaron peritajes, más precisamente el cotejo de huellas que se hallaron precisamente en el ropero siniestrado.
En efecto, allí se halló una huella palmar, la cual fue sometida a peritajes con el fin de poder certificar si resulta válida para cotejo y así dar con uno de los posibles autores del asalto. Pero de dichos cotejos con los sospechosos de aquellos días dio negativo.
Otro elemento incorporado al expediente es el hallazgo de una capucha que fue utilizada por uno de los tres delincuentes que se encontró a metros de la casa asaltada. El elemento también fue sujeto a peritajes en pos de determinar si se encuentra algún cabello y/o rastro que permita identificar a alguno de los responsables del resonante hecho.
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