Maradona cumple medio siglo y el fútbol lo celebra
Diego Armando Maradona cumplirá hoy 50 años y su condición de auténtico ídolo popular lo exime de diatribas y lo colma de reconocimientos dentro y fuera del fútbol, y más allá de las fronteras argentinas.
Decir Maradona en el mundo entero es hablar de representatividad nacional y de fútbol en dosis parecidas.
Querido hasta la devoción y “odiado” por sus desplantes, tiene una presencia tan fuerte que todos quieren verlo de cerca, tal el magnetismo que irradia hoy mismo su figura.
Diego comenzó a demostrar toda su magia con la pelota desde muy chico, más precisamente en el equipo juvenil denominado Los Cebollitas.
Su carrera fue vertiginosa, al punto que con apenas 15 años ya asomaba en Argentinos Juniors, club con el que el “Pelusa” debutó en primera división el 20 de octubre de 1976 frente a Talleres de Córdoba.
Tres años más tarde deslumbró al mundo con su gran actuación en el Mundial juvenil de 1979 en Japón, donde el seleccionado nacional que conducía técnicamente César Luis Menotti se coronó campeón con los goles de Diego y del “Pelado” Ramón Angel Díaz.
En febrero de 1981 se incorporó al club más popular de la Argentina, Boca Juniors, con el que ganó el campeonato Metropolitano y comenzó un romance que se prolonga hasta la fecha.
El Barcelona español y el Nápoli italiano fueron testigos años más tarde del inmenso talento y los goles extraordinarios del “10”. Y en el club del sur italiano la idolatría superó todo, al punto que por primera vez en su historia ganó dos scudettos, en 1987 y 1990, una Copa de Italia y una Supercopa.
Pero su mayor demostración futbolística la brindó en el Mundial de México 1986, donde se consagró campeón y en el que brilló a gran altura, sobre todo frente a Inglaterra, seleccionado al que le convirtió dos recordados goles, uno con “la mano de Dios” y el otro después de eludir a medio equipo inglés en una jugada que él mismo inició detrás de la mitad de la cancha.
Hace exactamente dos semanas Maradona, tras su alejamiento como entrenador del seleccionado nacional, estuvo jugando fútbol indoor (siete contra siete sobre césped sintético bajo techo) en beneficio de su ex compañero Fernando Cáceres, baleado en el ojo derecho durante un asalto.
La convocatoria tuvo lugar en un lugar recóndito del Gran Buenos Aires (la localidad de Ministro Rivadavia), en el partido sureño de Almirante Brown, donde la capacidad del Polideportivo local fue desbordada por una concurrencia que, en muchos casos carente de recursos, solamente quería ver desde lo más cerca posible al “Diego de la gente”.
?La verdad que Maradona no me gusta. Pero vine a verlo porque mis hijos lo adoran. Y debo reconocer que cuando se acercó a la tribuna me sentí conmovido. Es muy fuerte lo que transmite. Creo que íntimamente yo también quería tenerlo cerca. Ahora entiendo el concepto de ídolo?, le confió entonces Daniel Sotelo, un imprentista de la zona, a Télam.
“A los ídolos se les perdona todo”, es la referencia obligada que abarca a muy pocos. Muchos lo son dentro de un ámbito determinado o algún circuito más selecto aún. Diego excede absolutamente todo eso y entonces logra lo que casi ningún otro en el mundo: invertir los roles.
Maradona no va a ver a los presidentes de los países que visita, sino que ellos son los que quieren conocerlo. Y los empresarios, los dirigentes de cualquier institución, deportiva o no, y todos los habitantes del mundo del fútbol, sin excepción, se desviven por una foto con Diego, a mayor o menor distancia. Ese es un trofeo incomparable.
La vida lo sorprende hoy, en el momento de asumir su medio siglo de vida, como nunca lo hubiera deseado ni imaginado: saliendo de “su” seleccionado argentino, ese al que le dio todo como jugador y al que no pudo entregarle lo mismo como entrenador.
Por rara paradoja del destino, 48 horas después de su cumpleaños la AFA estará dando a conocer el nombre de su reemplazante en el cargo.
“En la calle, la gente me pide que vuelva, aunque no depende de mí”, dijo Diego quince días atrás. Eso no será posible por el momento. Pero hasta más allá de eso está Maradona. En el mundial de Sudáfrica eran él y el equipo atrás. A su secular trascendencia no le puede poner límites ni él mismo. Lo demás, es lo de menos. (Télam)
Recibí las noticias en tu email
Este contenido no está abierto a comentarios