Miriam Loviso presenta una muestra de mandalas
Hace muchos años que los mandalas entraron en la vida de Miriam, no por casualidad obviamente. Y ella le cuenta a El Eco de Tandil cómo fue la experiencia hasta el presente: “Los mandalas llegaron a mí hace más o menos diez años, estaba haciendo el instructurado de yoga y en un momento se habló de mandalas. Si bien tengo la formación académica de Bellas Artes no contaba con demasiada información. El universo quiso que en ese mismo momento me contactara en Buenos Aires con una persona que es Constantino Caffaro, mi maestro de mandalas. Con él hice mi formación tomando contacto con esta herramienta que es un cerco circular, de poder que nos conecta con una superficie consagrada, con la organización ordenada del cosmos que nos ayuda a centrarnos, alinearnos y vincularnos con la geometría sagrada. Y lo que nos permite esa conexión es una técnica de meditación activa”.
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-¿La meditación no es algo que se realiza en silencio de manera introspectiva?
-Estamos acostumbrados a pensar que debemos estar en absoluto silencio, pero hay una meditación que se puede hacer en movimiento, trabajando el círculo. Como con los mandalas. Hay distintas maneras de trabajar el círculo que no es otra cosa que un arquetipo que yace en nuestra psiquis por el hecho de ser humanos y es ese arquetipo que nos permite la conexión. El hombre siempre tuvo esto de darse la mano y colocarse en forma circular alrededor del fuego. Así comenzó y así seguimos. Cuando realmente queremos conectarnos desde el corazón lo podemos a través del círculo.
-¿Por qué le llama herramienta?
-Porque nos permite por nuestras propias manos, utilizándolas como la prolongación de la sabiduría del corazón, teniendo simplemente un papel o un bastidor frente a nosotros anclar con un compás la energía en el centro, trazar ese círculo y a partir de allí, dejar que nuestra intuición vaya apareciendo, nuestro artista interior, nuestro niño interior y también trabajando con la geometría sagrada.
–Y se pueden crear distintas composiciones.
-Claro. En este caso puntual presentaré un trabajo que lo vengo haciendo desde el 2012 con Matías Destéfano y lo llamo “wifi etérica”, en conexión etérica. El ha asentido trabajar para la red Conciencia Planetaria y en este momento lo está haciendo a través de la frecuencia o nodos o puntos energéticos de la tierra. Muchas somos las personas que resonamos con su trabajo y Matías siempre está compartiendo y nosotros resonamos profundamente por esto que digo de la frecuencia y podemos hacer nuestro propio trabajo pero a su vez siguiendo esta idea de trabajar en la activación de la conciencia planetaria. Y lo que presentaré es un trabajo que él realizó en Islas Canarias con otros personas, denominado El Legado Atlante, y yo desde aquí en conexión etérica presentaré nueve trabajos que tienen que ver con los chakras de cada una de las islas Canarias. Presentaré esa serie, entre otras.
Concentración y memoria
-Ultimamente están de moda los libros para colorear dirigidos a adultos y muchos de ellos tienen mandalas, ¿a qué se debe?
-Es que sirven para la concentración, la memoria de los adultos mayores trabajando con los colores, las formas. Y es una imagen que equilibra, centra, armoniza. Uno trabaja en el mandala con una sagrada intención y esa sirve para armonizar y ordenarnos.
-Se refiere mucho a “resonar”, ¿qué significa?
-Tiene que ver con la vibración en una frecuencia, entonces internamente sabés que algo se mueve y uno puede conectar con la frecuencia.
-¿Es necesario para a bordar la técnica tener conocimientos de pintura?
-Tengo una formación académica y cuando las chicas llegan al taller –donde no me siento maestra sino compartiendo una herramienta que para mí es maravillosa- les digo que si saben algo de pintura es importante que en ese momento lo olviden porque precisamente colorear, diseñar o contemplar ayuda a serenar el cuerpo, la mente y las emociones. Y si nosotros le ponemos mente “tomo este color porque combina con este otro”. Entonces estamos haciendo un trabajo desde la mente y lo que necesitamos es meditarla, serenarla, calmarla. Y por sobre todas las cosas el mandala tiene algo que es fundamental, disfrutar.
-¿Qué hay detrás de cada mandala, de cada geometría?
-Están implícito los números que sabemos que tienen valores no cuantitativos sino cualitativos. No es lo mismo pintar un mandala que tenga de base cuatro que trabajamos la tierra en un uno que tenga de base ocho, doce. Cada número va a tener un mensaje –es lo que decía hoy cuando hablaba de intención-, siempre por debajo hay como secretos ocultos pero que están ayudando a la intención que necesito trabajar.
-¿Son importantes los colores que se utilicen?
-Por supuesto. Si estamos en conocimiento que alguien está deprimido o un poco metido para adentro es importante ofrecerle colores que salgan, como el rojo, amarillo, naranja. Alguien que esté por demás eufórico, como para bajarlo ofrecerle colores fríos como los verdes, azules. Pero no es necesario tener conocimientos de pintura. Insisto.
Aprender a vivir
-Nos decía que los mandalas marcaron un antes y un después en su vida. ¿Cómo es eso?
-Sí, por esto de la calma, serenidad. Durante gran parte de mi vida hasta que llegaron los mandalas sentí que algo me faltaba porque para mí es la herramienta que amo y siento que a través de ella puedo desarrollarme. Hice la carrera de Bellas Artes pero cuando sentí que había encontrado lo que era para mí -estaba travesando un duelo muy profundo donde me costaba mucho estar equilibrada y realmente estar acá- fue muy sanador. Porque el punto central del mandala, con el compás anclo la energía en el centro, ese punto no es otra cosa que la conexión con Dios. El Dios no religioso sino la chispa divina que existe en cada uno de nosotros. Y el mandala hace de espejo y uno puede verse reflejado en él. Cuando uno trabaja y ve distintos mandalas puede darse cuenta si la persona está o no calma, por el trazo, las formas, los colores. Y uno mismo cuando aprende a usarlo como herramienta, porque es una herramienta de autosanación, comienza a verse y tiene posibilidad de darse cuenta e ir sanando, o sea hacer conscientes aspectos ocultos.
Fenómeno Indigo
Matías es un joven de 29 años, conocido por muchos por ser parte del Fenómeno Indigo que da nombre a una nueva comprensión de la realidad. Nació el 4 de agosto de 1987, en la ciudad de Venado Tuerto, y en su caso, desde muy pequeño ha podido recordar situaciones y realidades de mucho tiempo antes de su nacimiento, lo cual lo han hecho en su pubertad un foco para unos pocos como búsqueda de respuesta a temas espirituales, históricos y de evolución universal y humana. Durante su adolescencia pasó por varias etapas de recuerdos y mensajes que recibió desde diferentes planos, sobre todo de aquello que a lo que se llama Conciencia Colectiva o Planetaria, descendiendo una información que englobaba todos los conceptos de la realidad.
Para agendar
La muestra se podrá apreciar en el foyer del Teatro del Fuerte, con entrada libre y gratuita: Jueves desde las 18, viernes a partir de las 19, sábado desde las 16 y el domingo a partir de las 18.30.
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