Necrológicas
NORA COSSELLU de PUGGIONI
“Te fuiste el 21 de agosto a los 74 años dejándonos un profundo dolor.
Tus hijos Roberto y Mónica; tus hijos políticos Patricia y Walter; tus nietos Juan Pablo, Juan Franco, Andrea, Fernando, Andrés y Agustín te recordaremos con amor.
“Seguimos creyendo que te vemos pasar,
mate en mano llenando el patio de vida.
Quedan las ventanas sin abrir,
esperando tu empujón de abuela que las ayude a despertarse.
Ellas también te extrañan…
Irradiabas (cuesta escribirte en pasado) amor, sabiduría y bondad.
Llorarte es casi ridículo, pero así y todo se nos hace imposible no hacerlo.
Sabemos que no te gusta…
Vienen días difíciles.
Nos toca aprender a vivir sin vos.
Quizá sea el curso natural de la vida, pero no se está listo, no hay forma.
¡Te extrañamos Norita!
Te amamos de la misma manera que vos a nosotros.
Queda tu sonrisa colgada de los rincones de la casa,
un mate de madera que no quiere resignarse,
una zamba a medio tocar,
y la manera de vivir más hermosa que se haya enseñado jamás.
Vida, vida siempre…”
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
MARIA LUISA PEREYRA
El pasado jueves 14 del corriente a las 20,30, a los 71 años se apagó la vida de María Luisa Pereyra que había nacido en Buenos Aires el 22 de enero de 1943; era hija de Eva Gatti y Rogelio Pereyra, la primera de seis hermanos antes de Pocho, Pocha, Jorge, Hugo y Graciela.
Contrajo matrimonio con Anselmo Bernardo Bermúdez con quien tuvo ocho hijos: Inés, Walter, Cristina, Claudia, Andrea, Marita, Claudio y Luciano que la acompañaron hasta su último suspiro.
En Tandil, además de criar y educar a sus hijos y de llevar adelante una familia numerosa en tiempos no muy buenos para la clase trabajadora, se destacó por su actitud emprendedora desde la acción católica en diversas iglesias y capillas, teniendo a su cargo grupos de catecismo y confirmación, desde donde generó innumerables acciones para los niños de los barrios pobres y ayudando siempre a los más necesitados en la medida de sus posibilidades. Además realizó tareas auxiliares en el Centro Polivalente de Arte y proyectó lo que posteriormente concretaría en el conurbano bonaerense.
En el año 1998 en la ciudad de Hurlingham fundó la Organización Ambientalista Manos Limpias, siendo fiel a sus convicciones le otorga el objetivo de lograr un mundo más limpio, una sociedad con conciencia ecológica y comprometida con el cuidado de los recursos naturales.
Realizó charlas, seminarios, jornadas, alianzas con organizaciones ambientalistas, contactos con ecólogos y especialistas en gestión de residuos con el fin de concientizar a la comunidad sobre el tema.
También hizo hincapié en la educación infantil sobre el cuidado del medio ambiente organizando talleres de reciclado para todos los niveles educativos haciendo participar en su proyecto a numerosas escuelas que se comprometieron a recibir el aporte de Manos Limpias. Inauguró el Rincón Cultural y Biblioteca "Sergio R. Giménez" para ofrecer a la comunidad talleres de reciclado como herramienta terapéutica por lo cual fue convocada a participar en la feria del libro local, logrando así mayor alcance en la comunidad.
Fue miembro activo del Círculo Literario de Abuelos Bonaerenses de Hurlingham. En 2012 obtuvo un reconocimiento por parte de la Federación para la Paz Universal (UPF–UNESCO) en el concurso solidario "Acción Social: Voluntariado y Bien Común” en el rubro Ecología y Medio Ambiente. Y entre sus logros obtuvo que Manos Limpias fuera reconocida y convocada a participar desde diversas universidades nacionales en Tierra del Fuego, Mar del Plata, Tandil, Santiago del Estero, Chaco y Santa Fe. Fue Consultora de Gestión de Residuos de diversas ONGs de la Argentina y el exterior.
Profundo pesar marcara su ausencia tanto en la ciudad de Tandil entre su numerosa familia y amigos de antaño, como en Hurlingham, donde supo cultivar la amistad, el respeto y el reconocimiento de toda una comunidad que un día la vio llegar repleta de sueños, más la continuidad de su obra sellará el consuelo para los que quedamos y la amamos por siempre, guiados por su fuerza y sus ideas y la convicción que un mundo mejor es posible.
(Daniela Sorrentino-Walter Bermúdez)
JUAN ALFREDO MENDOZA
El pasado lunes 18 del corriente falleció Juan Alfredo Mendoza y sus seres queridos escribieron en su memoria:
“El 14 de marzo de 1983 comenzó el matrimonio entre vos, un joven santiagueño que llegó a Tandil para trabajar en la papa, y yo, una joven mimada por sus padres y hermanos, tal vez por ser la menor.
Dos vidas muy distintas, dos historias muy diferentes; la tuya, una vida dura, sin madre que te mimara y te cuidara, aprendiendo desde muy chico que cada bocado de comida se tenía que ganar, que cada prenda que te vestía había que cuidarla porque no se podía renovar todos los meses y la mía, una vida sin sobresaltos, con padres trabajadores, con cuidados, sin necesidades, y de esta mezcla de historias fuimos construyendo la nuestra, la propia, la que quisimos construir, con aciertos y con errores, con llantos y con risas, con enojos y con cariño y así pasamos a ser dos (Adriana y Alfredo) a ser siete, nosotros y nuestros cinco hijos (Néstor, Yimi, Nelson, Sergio y Pedro), hoy jóvenes buenos, trabajadores, respetuosos, padres y esposos intentando construir sus propias historias, de los que siempre nos sentimos orgullosos.
De esos dos primeros, que fueron siete después, con el correr de los casi 32 años, hemos llegado hoy a ser diecisiete, más uno que viene en camino y nos enteramos juntos en el Sanatorio y más Adrián que seguramente hoy está jugando con vos y así pasaste de ser el joven serio y duro que vino de Santiago a ser el abuelo niñero de tus nietos, de las mujercitas (Ludmila, Yael, Milagros y Mayra) ni que decir, lo mejores mimos, sonrisas y abrazos eran para su abuelo y con los varoncitos (Nahuel, Nejamín, Lautaro, Jonathan, Joaquín, Aarón) disfrutabas desde los mimos hasta los retos porque sabías que después de éstos aparecería una golosina en tus manos para hacer las pases.
Y al fin creamos nuestro último sueño: el kiosquito. Ayer yo pensé en vos, en ver cómo podía hacerte sentir bien, útil y entretenido ya que tus problemas de salud te impedían trabajar afuera y así surgió este microemprendimiento, con la ayuda, por supuesto, de hijos y nueras (Alejandra, Claudia, Luciana, Rosa y Dalma).
Hoy vos pensaste en mí, me dejaste un camino construido y estoy segura que siempre estará tu mano tendida para acompañarme, porque siempre, a pesar de todo y de todos, fuiste mi apoyo y mi respaldo.
¡Gracias! Te extraño Negro querido, te extraño… llueve Alfredo, llueve y a esta lluvia no la podemos disfrutar juntos (vos sabes porque lo digo). Hasta luego, en un rato nos vemos… como todos los días”.
Tu esposa Adriana.
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“Viejo querido, te fuiste dos días antes de mi cumple 21, extraño de verte todos los días, que me retes y me digas “buen día hijo, ya te dormiste” o “llegaste justo para ir a jugarme a la quiniela” o “hijito me cambias la garrafa” o me decías “pagate una”, hoy me pagué una pero la estoy tomando sentado en tu auto y con una foto tuya en la mano, hoy me falta el “feliz cumpleaños hijo, con que te vas a jugar, ¿con un asadito?”, no es como el año pasado, Viejo, cuando ese asadito lo pudimos compartir y disfrutar, pero no importa pero sí duele, no importa porque vos seguís estando y en mi recuerdo te escucho y duele por ser eso, solo recuerdos.
Dios quiera que me hayas escuchado que vas a tener otro nieto para seguir tu apellido, un apellido del que estoy orgulloso de llevar, y sí, soy hijo del santiagueño Mendoza.
Bueno Viejo vamos a terminar la cerveza que sino se calienta ¡Hasta siempre Viejo! Te quiero. Pedro”.
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“Inexplicable la pérdida de nuestro tío de corazón, escribimos emocionados al no entender que te perdimos tan pronto. No nos imaginamos lo importante que eras para nosotros. Lo sufrimos como si fuéramos parte de tu familia… ¡Hasta siempre tío!
Nadia, Eve, Martín, Naro. Tu compadre, tu comadre”.
NORBERTO ALEJANDRO LANZA
El pasado lunes 25 del corriente se apagó la vida de Norberto Alejandro Lanza, quien contaba con 41 años de edad.
Norberto nació en nuestra ciudad el 1 de diciembre de 1972, hijo del matrimonio conformado por José Alberto Lanza y Beatriz Mottalini, realizó el período preescolar en el Jardín de Infantes N° 3 de Villa Italia; completó sus estudios primarios en la Escuela N° 11 “Bartolomé Mitre”, desde muy chico expuso una clara inclinación e interés por todo lo relacionado con la vida, demostrando su sensibilidad y respeto por todas sus expresiones, incluidos aquellos animales a veces poco agradables, como insectos y batracios, que él cuidaba y estudiaba.
Asimismo, durante la adolescencia se vio seducido por la vida marina, debido a los entonces populares documentales de Jacques Cousteau. Es así que, terminado sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 1 (ENET N°1), se trasladó a Mar del Plata para ingresar en la carrera de licenciatura en Ciencias Biológicas, logrando su título en el año 2000.
En el transcurso de este período, y por influencia de un profesor que supo despertar su interés, fue mudando su atención hacia la antropología. De esta forma, terminada su licenciatura, en el año 2001 se integra a la Fundación “Eco” (Fundación Ecosistema del Chaco), radicándose en la ciudad de Formosa.
Allí conoce a Carolina, quien fuera luego su esposa, formando una hermosa familia junto a su hijo Simón. Desarrolla un trabajo de investigación en ecología humana: realizó censos poblacionales y estudios relacionados con la fecundidad, condiciones ambientales, formas de vida y mortalidad de los grupos de comunidades tobas (QOM) en especial, y en menor medida con wichi, en el noreste argentino (NEA). Esto le otorgó una formación y una concepción que le permitió tener una mirada mucho más cercana y apropiada sobre la naturaleza y la realidad de dichas comunidades, lo que lo llevó a manifestar y difundir, toda vez que le fue posible, su visión y respeto por estos grupos poblacionales, muchas veces poco comprendidos.
Simultáneamente se desempeñó como docente en la cátedra de antropología en la Universidad Nacional del Nordeste, organizó y participó en cursos y congresos nacionales e internacionales (Chile, Uruguay, Brasil y Cuba). Escribió numerosos artículos en prestigiosas revistas y publicaciones científicas nacionales e internacionales. Estos aportes lo convirtieron en uno de los principales referentes de consulta por su conocimiento referido al estado y situación de comunidades originarias.
Mientras desarrollaba esta actividad prepara y logra su Doctorado en Ciencias Biológicas en el año 2009, integrándose como investigador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas). Dueño de una sensibilidad, honestidad personal e intelectual, así como una sencillez y humildad natural, fue ganando -además de la valoración profesional– el aprecio y el amor de quienes tuvieron oportunidad de compartir su trabajo y amistad. Deja así un imborrable y apreciado recuerdo de su vida.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque El Paraíso.
NORA MABEL BALLESTEROS
Con 62 años de edad, el pasado sábado 16 del corriente dejó de existir Nora Mabel Ballestero, causando dolor y angustia entre familiares y amigos.
Nora nació el 3 de noviembre de 1952; era hija de Ismael Ballestero (f) y María Garrido (f); muy joven contrajo matrimonio con Pedro González y juntos formaron una hermosa familia con tres hijos: Paola, Vanesa y Ariel, quienes luego le dieron tres nietos: Abril, Brenda y Joaquín.
Fue una hermosa mujer, esposa, madre y abuela, que luchó contra su enfermedad hasta el último día.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque Pradera de Paz.
Dedicatoria:
“Mami: ¡una madre inolvidable! Fuiste y serás la mejor madre del mundo, te volveremos a elegir una y mil veces más.
Como olvidarte se eras una persona llena de amor, alegría, buen humor, siempre pensando en todos, cuidándonos, protegiéndonos, dándonos todo lo mejor.
Luchadora incansable; esa maldita enfermedad que hizo que hoy no estés con nosotros, que te hizo sufrir muchísimo, cuando no lo merecías.
Gracias, mil gracias; porque nos enseñaste mucho de la vida. Te amamos y te extrañamos un montón, pero no podías sufrir más y sabemos y estamos más que seguro que te ganaste el Cielo…
Danos mucha, mucha fuerza para seguir adelante… ¡Te amamos por siempre!
Papá, Paola, Vanesa, Ariel, Abril, Brenda y Joaquín”.
ELENA ANTCHAGNO de CASTRONOVO
El pasado martes 12 del corriente falleció Elena Antchagno de Castronovo, una querida mujer que contaba con 97 años de edad.
Elena era nativa de esta ciudad, nacida el 30 de abril de 1917; era hija de Juan Antchagno y Saturnina Aguerralde, componiendo su familia con once hermanos.
Cursó sus estudios primarios en la Escuela N° 7; siendo muy joven se casó con Félix Castronovo (f) y tuvieron cuatro hijos: María Elena, Marta Beatriz, Elida Haydeé y Félix Daniel.
Se destacó por ser una muy buena ama de casa, ya que su obsesión era la cocina, la comida, siempre le gustaba que estuvieran todos a su alrededor de su mesa. Según sus nietas, no había “tucos” como los de la abuela Elena y sus famosas “palmeritas”. También fue muy buena costurera, le hacía lindos vestidos a sus nietas mayores. Le gustaba reunir a sus amigas para jugar a la lotería, su juego favorito.
Integró la cooperadora del Hogar de Varones, sintiéndose útil con sus compañeras. Asistía a las fiestas que organizaba el Centro Tradicionalista Tandil.
“Agradecemos a todas las chicas que atendieron a mamá en su casa, especialmente al Hogar “El Rincón de los Sueños”, donde pasó sus últimos meses, cuidada con mucho cariño por Inés, su hija Denis y todas las empleadas ¡muchas gracias!
Sus hijos, hijos políticos del corazón Carlos Scuffi y Adolfo Spina, sus doce nietos, 18 bisnietos, tres tataranietos (uno en camino), sobrinos, primos y demás familiares la recuerdan con mucho cariño, pidiendo una oración por el eterno descanso de su alma.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
ENRIQUE MARTIN NAVARRO
A los 81 años de edad, el pasado lunes 18 del corriente se produjo el fallecimiento de Enrique Martín Navarro, causando dolor y tristeza entre sus seres queridos.
Enrique nació el 11 de noviembre de 1932 en Concordia (Entre Ríos), donde vivió durante su infancia en compañía de su familia, cursando sus estudios en la Escuela de Padres Capuchinos.
Cuando cumplió 19 años, su familia se vino a Buenos Aires y se radicó en La Boca, estudiando junto a sus hermanos.
Se recibió de técnico de laboratorio y siendo joven aún, se radicó en Tandil como empleado de campo en una estancia de la familia Pita, en Rauch.
Luego conoció a Teresa Elida Berrutti, con quien se casó y formó un cálido hogar lleno de sueños y felicidad, con la llegada de sus hijos Claudio, Enrique, María Luján y Popy, con quienes disfrutó de su crianza y el vigor propio de su juventud. Compartió con la familia Berrutti, Ghezzi y Sarubbi un billete de lotería del cual fue ganador.
Trabajó en el sector laboratorio en Metalúrgica Tandil; en Alicurá y en Piedra del Aguila en Neuquén. Regresó a Tandil y aquí se desarrolló en la política transitando en las filas del justicialismo, lo que le permitió conocer a grandes personalidades de su partido.
“Hoy te recordaremos papá, junto con tus nietos, bisnietos, nueras y yernos con el amor y la alegría que supiste ganarte siempre en todo lugar.
Mil gracias a todas las personas que hoy nos ayudan a superar tan difícil y duro momento. Vecinos, amigos y familiares muy queridos que tuvieron el privilegio de conocer un hombre guapo y valiente como vos.
En tu partida sabemos que lo harás de la mano del Señor”
JOSE HUGO PIÑEYRO
En la madrugada del pasado viernes 15 del corriente en su casa, rodeado de sus seres queridos dejó de existir José Hugo Piñeyro, después de transitar ocho meses de una dolorosa enfermedad.
Hugo nació en esta ciudad el 28 de marzo de 1946, se crió y transcurrió su juventud junto a su hermana Stella, sus hermanos del alma Roberto y Mirtha Logarzo, en el barrio del Club Defensa Tandil, concurriendo a la Escuela primaria N° 14, donde cosechó cantidad de amigos y anécdotas que siempre solía recordar y compartir con mucha alegría, sobre todo los bailes y carnavales del Club Defensa y la película que realizaron con todos los muchachos y muchachas de la barra del club.
A fines de 1960, de la mano de su querido padre don José Piñeyro ingresó en la fábrica La Tandilera, convirtiéndose en lo que siempre fue: un gran trabajador.
En 1972 llega el amor a su vida y se casa con Ana María Martinelli, cumpliendo el pasado 17 de julio 42 años de matrimonio. Un año después, en 1973, nace su hija Alejandra “Puchu” (el sobrenombre que él le eligió y que aún perdura), al mismo tiempo que nacía una nueva profesión: se recibe de Constructor Nacional en la Escuela Técnica N° 2. Luego, en 1974 llega su hijo Hugo Javier, conformando la familia que soñaba y que lo acompañó hasta el último de sus días.
En 1978 renuncia a la fábrica, jugándose por lo que era su vocación: la construcción, profesión que amó y desempeñó de una forma responsable y ejemplar, junto a su hijo, hasta que su salud se lo permitió: dos días antes de ser intervenido quirúrgicamente en enero del presente año. Dicha cirugía le llevó una internación en La Plata de dos meses. Vivió a la ciudad y a pesar de encontrarse en el camino de su recuperación, en muy poco tiempo regresó la enfermedad irreversiblemente.
La familia se completa con su nuera Leticia y sus nietos Valentina (hincha del Rojo como su abuelo), Alfonsina y Jerónimo Piñeyro, que fueron el motor de su vida, sobre todo en esta gran última batalla que enfrentó en su vida, transitando la enfermedad con mucha entereza, fuerza y dignidad, dejando a quienes lo rodearon un gran ejemplo, y los recuerdos de su buen humor solicitando para cuando ya su vida se iba apagando sólo tres deseos que logró cumplir: que no sea internado; ver a sus equipos favoritos Independiente y Santamarina ascendidos, y que siempre en la casa se escuche música (hasta a veces con baile incluido).
Así siempre será recordado por todos los que lo quisieron como un gran trabajador, sencillo, honesto, respetuoso, con chistes y anécdotas para cualquier ocasión y con todo el ejemplo y la educación que les brindó a sus hijos y nietos. Por eso su familia siempre lo llevará en sus corazones, con la melodía de uno de los grupos favoritos de él Los Chalchaleros: “El día muere en la noche, la noche muere en el día. Pero mi amor por ti no morirá jamás… Porque tu eres en mi vida la esperanza. Me has brindado todo un cielo de bondad, Porque tanto, tanto que te quiero, mi amor por ti no morirá jamás, jamás”.
PEDRO ABELARDO BORDAGARAY
Cuando contaba con 86 años de edad, el pasado lunes 18 del corriente dejó de existir Pedro Abelardo Bordagaray, causando dolor y angustia entre familiares y amistades.
Pedro nació el 4 de julio de 1928 en estación La Constancia, aunque vivió durante toda su existencia en su casa paterna de calle Alberdi al 300.
Desde muy chico desempeñó su actividad laboral en Imprenta y Librería Tandil, ubicada en calle Pinto, para luego trabajar como viajante, compartiendo toda su vida junto a su leal compañera Ethel López Pombo.
Fue un socialista de la primera hora. Autodidacta y lector incansable; estudió Euskadi y leía en francés e italiano. Realizó cursos de aviación y ya mayor amplió sus conocimientos en el campo de la computación en la Unicén.
Integró el Coro de la Tercera Edad de Gure Extea y participó en la Peña Huinca Che. Conformó las comisiones directivas de diferentes instituciones, entre ellas la Biblioteca Rivadavia, varias barriales, el Museo del Fuerte, etcétera.
Desde los centros de jubilados era convocado frecuentemente para que les lea a adultos mayores. Era un hombre extremadamente solidario.
Entre sus muchos hobbies podía contarse la numismática y la filatelia. Fue un viajero incansable junto a su grupo de jubilados.
Falleció de diabetes y otras complicaciones propias de la edad. Pasó sus últimos días en un hogar de ancianos, haciéndose querer y respetar y alegrándose cuando una niñita y su abuela cantaban en Euskadi.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
RAMON PEREZ
El pasado miércoles 6 del corriente falleció Ramón Pérez, un querido y respetado hombre que contaba con 94 años de edad. Sus seres queridos escribieron en su memoria:
“Hoy te recordamos en aquellos días que trabajabas en el ferrocarril siendo maquinista. También esos momentos de felicidad, cumpleaños, nacimiento de tus nietos que tanto querías y protegías.
Recordaremos por siempre tu amor por la huerta y tu pasión por la guitarra y las tardes que compartíamos en casa.
Ramón: tu partida nos llena de un dolor inmenso y nos deja sumidos en una profunda tristeza al recordarte y pensar que ya no estás entre nosotros. Vivirás por siempre presente en nuestras memorias y seguirás formando parte de nuestros sentimientos más profundos.
Tu familia del corazón: Alejandra, Alberto, Daniel, Ariel, Fede, Juliana, Iris, tu ahijada María Sol y abuela Chola; tus nietos en el afecto: Nahiara, Ailya, Tiziana, Ludmila, Flor, Andrea y Laura”.
MARIA ANUNCIADA BARILLARO de LLANOS
El pasado lunes 18 del corriente se apagó la vida de María Anunciada Barillaro de Llanos, una querida y apreciada mujer que contaba con 89 años de edad.
“Nuncia” nació en Carmen de Patagones el 9 de setiembre de 1925, tuvo tres hijos: Angel José (f), Ana María y Rubén Darío.
Su partida de este mundo ha causado tristeza entre sus familiares y amistades.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
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“Tata: disfrutaste con alegría dos años de tu bisnieta: Lunita”.
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“Mami: te despedimos con alegría y dolor. Con alegría porque no sufriste y con dolor porque ya no contamos con vos, pero siempre te llevaremos en nuestro corazón mamita querida”. Tu hija.
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“Mil gracias Abuela por todo lo que me diste y enseñaste”. Tu nieta Fabiana.
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