Necrológicas
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DORA ALICIA AIROLDI de IGLESIAS
Con muestras de pesar y tristeza fue recibida la noticia del fallecimiento de Dora Alicia Airoldi de Iglesias; sus seres queridos lo recuerdan así:
“Kika”, mi tía. Desde el 17 de mayo has dejado un vacío que nadie más podrá llenar, porque las personas que marcan nuestras vidas, como vos marcaste la mía, son irreemplazables.
A partir de ese día tendré que acostumbrarme a no escuchar más tu palabra sabia y serena, ni podré disfrutar más de nuestras charlas en las que siempre demostrabas tu inteligencia, tu sentido de la ubicación y tu claridad de pensamiento.
Naciste aquí, en Tandil, un 12 de septiembre de 1929, hija de María Eulalia Couteigt y Andrés Airoldi, hermana de Elba Josefina Airoldi, más tarde, esposa de Hugo Iglesias y madre de Gastón. Siendo muy joven comenzaste a trabajar en la Escribanía Caracoix junto a tus primos Néstor y Nilda, lugar en el que te destacaste como empleada diligente y eficiente, y como muy buena compañera y amiga. Ni allí, ni cuando te retiraste para dedicarte a tu hogar, pasaste desapercibida, tus finos modales, tu elegancia, tu femineidad y tu educación hicieron que siempre sobresalieras, cualidades que conservaste aún en tu vejez.
Desgraciadamente, ni la presencia de tus vecinos y amigos, ni nuestros parientes, ni yo, pudimos apaciguar la soledad que te produjo el fallecimiento del tío y la partida de Gastón. Quisimos contenerte y abrigarte con nuestro amor pero no lo logramos, te debilitaste y en pocos días tu vida se apagó.
Tía: quiero que sepas que te queremos mucho, que tu ejemplo guiará mi vida y que vivirás por siempre en el recuerdo de todos los que conocimos”.
(Marisa, Horacio, Mateo, Roxana, Dora, Alberto, Claudio, César)
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
JOSE COMISO
A los 94 años de edad, el pasado lunes 9 del corriente falleció José Comiso, causando dolor y tristeza entre sus familiares y amistades.
Don José nació en esta ciudad el 10 de diciembre de 1916, criándose en la zona de calle Pinto y avenida Rivadavia; siendo sus padres, los italianos Luis Comiso y Teresa Tottino y el mayor de seis hermanos.
Cursó estudios en el Colegio San José y luego de finalizarlos, se dedicó a distintas tareas laborales, hasta lograr los que tanto deseaba, con su título fue a insertarse en la construcción, trabajando en distintas empresas y en forma independiente; ya entrado en años logró su merecida jubilación, que disfrutó junto a sus hijos, nietos y bisnietos hasta sus últimos momentos.
Estaba casado con Catalina Clemente y tuvieron tres hijos: Luis Francisco, Raúl Roberto y Antonio Oscar, a quienes les inculcó su visión positiva de la vida.
Con la desaparición de su compañera, hace ya cinco años, estaba al cuidado de su otra familia, adoptada como propia: Norma, Carlos y Rocío, con impecable atención, le dieron una buena calidad de vida y haciéndolo como a él le gustaba; jugando a las cartas, tomando mates, haciendo los deberes con Rocío, mirando tele y escuchando radio, hoy está en el recuerdo de todos por siempre, sabedores que se fue una persona que caminó siempre bajo la conducta de la honestidad, ética y moral transmitida durante toda su vida.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
URSULO TORRES
El pasado miércoles 11 del corriente, tras una breve dolencia, dejó de existir Ursulo Torres, dejando un dolor muy profundo en su familiares y amigos.
“Mucha tristeza nos causó, vivió una vida plena a pesar de sus años, él siempre estaba haciendo planes para el futuro, era una personita admirable, era mi papá.
Estaba casado hace 68 años con Juana E. Monsalvo, sus hijos Ester, Alicia, Jorge y Marta; sus hijos políticos Juan D. Martínez y Mirta Carballo; sus nietos Gabriela, Valeria y Guadalupe Martínez y Diego Torres; sus nietos políticos Guillermo Maggiori, Gastón Inza y Roberto Vallejos; sus bisnietos: Valentín, Martina y Regina Maggiori,
Ursula Inza, Maitena y Tobías Vallejos (f).
Hoy nos embarga un gran dolor, pero yo se papi que en donde estés nos darás toda la fuerza que necesitamos para seguir sin vos.
Cada rincón de la casa nos recuerda a ti, a mí se me hace muy difícil, pero tenemos que poner lo mejor de nosotros para poder ayudar a mamá, para que ella no decaiga.
Hace cuatro años perdí a mi nietito, es un dolor que me marcó por siempre, y yo se que vos tenías muchos años pero estabas tan bien que yo creí, que unos años más te tendríamos.
Fuiste y seguirás siendo un gran hombre y un gran padre, el mejor papá, solo me queda la satisfacción de haber estado a tu lado, hasta el último momento, en ningún momento te dejamos solo, siempre estuviste acompañado por mis hermanos y por mí.
Te quiero papi,
Siempre estarás en un rincón de mi corazón y en el de toda la familia. Ahora no tenemos un ángel, hay dos ángeles que, estén donde estén, nos cuidarán. Adiós Papá, descansa en paz, ya no sufres más”.
(Tu hija Ester).
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“Nació el 21 de octubre de 1917, hijo de una familia numerosa; cursó sus estudios en la Escuela Técnica Nº 2; en su juventud trabajó en Bima, Bariffi, para luego pasar por el Ferrocarril, donde se jubiló en 1962, como encargado de galpón, pasando a desempeñarse en un taller propio de tornería, que era su pasión hasta sus últimos días.
Amante de su familia, una vida activa dentro de sus posibilidades, aún a los 93 años, que dejó esta vida que tanto amaba, dejando profunda tristeza entre los seres que lo amaban, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
ELENA DANTONA de GANDOLA
Tras los procesos de una breve dolencia, el pasado martes 10 del corriente se apagó la vida de Elena Dantona de Gandola, una querida y apreciada mujer que contaba con 95 años de edad.
Elena, trabajó en su juventud y fue una laboriosa ama de casa.
Su partida de este mundo, es lamentada profundamente por su hija Susana, su yerno Omar Paladino y sus nietos Analía y Pablo, quienes extrañan su presencia pero que en ellos la imagen de su figura, sabiendo que descansa en paz junto a Dios.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación al Cementerio Municipal.
JUAN PABLO SILVA
A las 15 horas del pasado viernes 6 del corriente, partió hacia la eternidad Juan Pablo Silva, de tan solo 38 años de edad.
Juan Pablo dejó en el camino a sus padres Ruby y Ulises, a su esposa Rosana, a su pequeño hijo Balduino (al que no alcanzó a conocer), a su hermana Mónica, sus sobrinos y demás familiares, luego de padecer el pasado 8 de febrero un ACV del cual no pudo recuperarse.
Era hijo de un modesto hogar, nació y se crió en las inmediaciones del Club Independiente; concurrió a la Escuela Nº 1, después fue a la Escuela Técnica “Felipe Senillosa” y por último al CENS 451, donde culminó el secundario.
Luego de realizar distintos trabajos, a principios del 2000 ingresó a las filas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, donde revistó hasta la fecha; habiéndose granjeado de la estima y el afecto de sus camaradas por sus dotes de buen compañero, respetuoso y honrado, condiciones que le conocieron las personas que lo trataron a través de sus funciones o simplemente como amigos, muchos de los cuales lo acompañaban en sus prácticas deportivas, ya que era entusiasta participantes en las maratones, como la Tandilia y la Pequeña San Silvestre, en la que participó en distintas ediciones.
“Se ha ausentado para siempre un hijo ejemplar que enorgulleció a sus progenitores, un esposo que llenó de amor a su esposa, un hermano que será recordado con un inmenso cariño y un tío inolvidable. Su espíritu estará siempre junto a sus seres amados”.
EDUARDO ANGEL MACAYA
El pasado sábado 7 del corriente dejó de existir Eduardo Angel Macaya, un respetado hombre que contaba con 80 años de edad; sus seres queridos lo recuerdan así:
“Nació un día en que se conmemora la independencia de la Patria, en un país agitado por la revolución del ´30, exactamente el 9 de julio de 1930.
Hijo de Eduardo Bernardino Macaya y Angela Iribarren aunó sus nombres que llevó con orgullo. De raíces vascas cual árbol de Guernica anduvo en la vida: afectuoso, sincero, correcto, ético hasta el tuétano y así mansamente se durmió: calmo, íntegro, querido, respetado…
Conformó con Teresa Cattaneo su orgullo familiar y su árbol engendró cuatro hijos que le recompensaron en nietos: Eduardo Luis (como su hermano menor tan esperado y llorado); María Claudia “Cocó”, quien le ensanchó el corazón, por esta cosa de la relación padre-hija; Guillermo María, más parco, espiritualmente a su semejanza y Daniel Santos, en memoria de su abuelo vasco y el hijo de los desvelos.
La vida transcurrió sin mayores sobresaltos con placidez, absolutamente consustanciado con la dignidad y el decoro, de perfilo muy bajo, hizo de ellos su sistema de vida.
Nació y creció en De la Canal, donde dio sus primeros pasos, correteando por su casa al almacén de su familia, de allí a la peluquería de Vizcay, a lo de los Laxalt, a la panadería o a la barraca…
Tuvo el privilegio de ser el primer nieto y el primer sobrino, por tanto colmado de amor y cariño anduvo las polvorientas veredas de De la Canal de las manos de todos. Así creció “Carmona” junto a los perros “Tango” y “Milonga”, escuchando el pitar de la locomotora envuelta en nubes de vapor, pleno de juegos naturales.
Conociendo desde el fondo los trabajos del campo, aprendiéndolos junto a su padre, formándose así en hombre de campo.
Pero había otro mundo lleno de signos y palabras, de ecuaciones, caligrafía y mapas que asimiló en el Colegio San José, de quien se sintió pertenecer, luego su paso por la Universidad de Rosario y la nostalgia de la lejanía.
Siempre su espíritu hacedor estuvo en los sitios donde se lo requirió. Fue Eduardito, es, un referente del hacer comercial y empresarial que transmitió a sus hijos.
La mansedumbre de los años lo encontró jugando y disfrutando, enseñando y guiando a sus nietos, permitiendo travesuras que no a los propios.
Con paso suave o al tranco ágil recorría la ciudad. Memorioso, charlaba con unos y otros con remembranzas de un Tandil ido, pero informado, actualizado, le preocupaba la actual coyuntura económica y social del país.
De carácter afable o renegado, logró un lugar destacado en la comunidad: nada más ni nada menos que el del respecto.
Su mujer, compañera inamovible y pilar fundamental de su familia sentirá un vació pero reconfortante: tuvo durante más de 50 años a un hombre cabal; sus hijos, hijos políticos, la valoración inestimable de la humildad, del buen carácter y sus nietos el amor de quien calladamente, sin estridencias los amó.
Vaya esta despedida efímera para un hombre que sólo y simplemente fue respetado”.
JUAN OSVALDO GUERRIERI
Cuando contaba con 71 años de edad, el pasado jueves 5 del corriente se produjo el fallecimiento de Juan Osvaldo Guerrieri, un conocido y querido comerciante tandilense.
Juan había nacido en esta ciudad el 19 de febrero de 1940, y durante cuarenta años atendió el negocio de la carnicería “Belgrano”, ubicada en la esquina de calles San Lorenzo y San Martín, donde era querido por una inmensa cantidad de clientes y proveedores.
En su juventud había conformado su hogar, junto a su esposa María del Carmen Salomón y sus dos hijos: Marcelo Osvaldo (arquitecto) y Juan Ramón (médico dermatológico), quienes luego sumaron a la familia a sus nueras Valeria Marcovecchio y Jaquelín Damón, y que le dieron la alegría de disfrutar de sus seis nietos, quienes hoy lamentan profundamente su partida y elevan una plegaria por el eterno descanso de su alma.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque Pradera de Paz.
ERNESTO JAVIER DOMINGUEZ
Cuando se encontraba por cuestiones de negocios lejos de su querido Tandil, el pasado 11 del corriente dejó de existir Ernesto Javier Domínguez, un recordado vecino de nuestra ciudad y respetado por quienes lo conocieron.
“Tito”, como lo llamaban sus seres queridos, partió de este mundo a la temprana edad de 51 años, dejando en este mundo a Ignacia, su esposa, ya sus tres hijos Manuel, Lucia y Osvaldo. Todos ellos, junto a quienes fueron su debilidad, sus dos nietos, Macarena y David, no pueden ocultar el dolor que generó su partida.
Su familia, lo recuerda con la alegría y el buen humor que siempre Tito predicó. A tal punto que a pesar que fue el menor de 6 hermanos, cuando fallecieron sus padres en un período de dos meses fue el sostén de esa familia y quien se encargó de darle ánimo al resto de sus seres queridos.
Esa, junto a la honestidad, perseverancia, la verdad, el amor por su familia, etcétera, es sólo una de las virtudes que lo marco en su vida.
Dejando un profundo dolor, sus seres queridos lo recuerdan y no quienes dejar de agradecer al acompañamiento que tuvieron de muchas personas para atravesar este difícil momento. Por eso, hoy dicen “gracias” y que “simplemente prometemos seguir predicando en la vida todas las enseñanzas que nos dejó Tito durante su vida al lado nuestro”.
RUBI FANUCCHI
Cuando contaba con 68 años de edad, el pasado martes 26 de abril, falleció Rubi Fanucchi, dejando un profundo dolor y pesar entre sus familiares, amigos y quienes lo conocieron.
Su familia escribieron en su recuerdo: “hermano mío tu ausencia me causó tristeza, dolor y soledad. Eras lo único que tenía y te decidiste a marcharte. Nos criamos junto a mamá y papá con honestidad y a nuestros hermanos: Luis, Eduardo y yo (Alicia).
Se que hoy estas descansando en paz y estás vivo en otro mundo. Eras muy buena persona y muy querido, ahora estás en el Paraíso junto al resto de tus seres queridos, y cuando Dios lo disponga estaré con ustedes. Mientras tanto, te recordará y te llevaré en mi corazón.
Gracias hermano por todo lo que hiciste por mí, te dije en vida que te quiero y ahora que no estás lo repito: ¡te quiero mucho! También, te digo ¡hasta pronto!”.
(Tu hermana Alicia)
CATALINA BUSCAGLIA de MERIGONE
Con pesar y tristeza fue recibida la noticia del fallecimiento de Catalina Buscaglia de Merigone, una querida y estimada mujer que contaba con 84 años de edad.
Catalina nació en esta ciudad el 14 de marzo de 1927, pasó su infancia en el Hotel Manantial, donde llegó junto a su madre y hermana, tras la muerte de su papá. Su mamá trabajaba por muchos años en ese lugar, y allí Catalina aprendió muchos secretos de la buena hotelería y conoció al amor de su vida “su Luisito”, con quien contrajo matrimonio y a quien acompañó posteriormente en todas las experiencias comerciales, principalmente de hotelería, donde aplicó todos sus conocimientos adquiridos junto a su madre.
Luego, ambos dirigieron el ya desparecido Hotel Parque, que funcionaba donde hoy está el barrio Falucho Primero, sobre avenida Bolívar; después pasaron a comandar el Hotel Manantial, donde había transcurrido su infancia, organizando actividades que dieron placer a los veraneantes, adelantándose en el turismo moderno: paseos por las sierras, cabalgatas, reuniones musicales, torneos de canasta uruguaya, etcétera.
Cuando concluyó esa etapa, el matrimonio Merigone regenteó el Hotel Plaza, más tarde el Hotel Correntoso de Villa La Angostura, y finalmente el Hotel Colonial de Bariloche.
Después retornaron a la ciudad, donde estuvieron en el Plaza Hotel, hasta que ambos se jubilaron. Lamentablemente don Luis falleció a poco de conseguirla. Pero a Ñaty le quedaban dos hijos: Eduardo y Graciela, su nieto Pablo.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
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