Necrológicas
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MARIA TERESA ARAMBERRI de PEDRAZA
Cuando contaba con 60 años de edad, el pasado jueves 24 de marzo falleció María Teresa Aramberri de Pedraza, dejando pesar y tristeza entre sus familiares y amigos.
María nació en Ayacucho el 5 de diciembre de 1950, su infancia transcurrió en el campo, en la zona de “Esquina de Pérez”.
Hacía 15 años que estaba radicada en esta ciudad, siendo madre de cuatro hijos: Marcos, Guillermo, Claudia y Diego, que le dieron la dicha de disfrutar del cariño de sus seis nietos: Julieta, Javier, Camila, Martina, Facundo y Tomás, quienes junto a su esposo Ernesto Omar Pedraza, su madre Erminda Attere, su hermana Marta, familiares y amigos, hoy lamentan su partida rogando al Señor que la reciba en su seno y le dé el descanso eterno.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
Cuando contaba con 60 años de edad, el pasado jueves 24 de marzo falleció María Teresa Aramberri de Pedraza, dejando pesar y tristeza entre sus familiares y amigos.
María nació en Ayacucho el 5 de diciembre de 1950, su infancia transcurrió en el campo, en la zona de “Esquina de Pérez”.
Hacía 15 años que estaba radicada en esta ciudad, siendo madre de cuatro hijos: Marcos, Guillermo, Claudia y Diego, que le dieron la dicha de disfrutar del cariño de sus seis nietos: Julieta, Javier, Camila, Martina, Facundo y Tomás, quienes junto a su esposo Ernesto Omar Pedraza, su madre Erminda Attere, su hermana Marta, familiares y amigos, hoy lamentan su partida rogando al Señor que la reciba en su seno y le dé el descanso eterno.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
BRAIAN HUGO PENDAS
El pasado sábado 26 de marzo y con 16 años de edad, se apagó la vida de Braian Hugo Pendás; sus seres queridos lo recuerdan así:
“Hijito mío, naciste el 1 de enero de 1995 y fuiste nuestro séptimo hijo, tenías tan sólo 16 años cuando partiste.
Acá quedamos todos, mamá Carmen, papá Hugo, tus hermanos Matías, Daiana, Anabella, Solange, Laurita y Jonathan; tus cuñados Matías, Daniel, Martín, Jonathan y Marisol; tu abuela Negra, primos y tíos.
Cuántos amigos tenías, como ellos te decían: “Tito” Pendás, te habías puesto las pilas, como vos decías, en la escuela, en el fútbol, en tu amado club Boca Juniors de la Base Aérea, Velense –en el cual jugabas- y en tu corazón estaba también tu Ferro.
No me olvido de nombrar a tu gran amor: Cintia. Yo se que nos amaste a todos, no nosotros a vos (mi negro caprichoso). Algún día nos encontraremos de nuevo y tu zurda de oro nos llenará de goles.
Tus soles te recordarán por siempre, tus sobrinos Tincho, Pajarote, Pochi y Fierito, como vos les decías”.
Mamá.
– – – – – – – –
“Hijo: estoy en este momento sentado solo en la mesa. La vieja se acostó porque está muy cansada. Estoy esperando que me haga una seña o me flete para que me vaya a dormir.
Bueno, loquito, vos sabés que soy poco de escribir, porque siempre me gustó hablar las cosas, como cuando vos venías y te sentabas conmigo a hablar de fútbol, hasta tarde.
Loco cuídate y cuídanos a todos. Descansa que el domingo vas a jugar como siempre de titular.
Bueno, te dejo y que sigas paseando por ahí. Te quiere mucho, el viejo panzón y renegado, como vos me decías.
Chau mi amor, el domingo nos vemos en la cancha, yo en la tribuna y vos con la 11 de la espalda. Mi gran amor, cuídate”.
Papá.
Bueno, loquito, vos sabés que soy poco de escribir, porque siempre me gustó hablar las cosas, como cuando vos venías y te sentabas conmigo a hablar de fútbol, hasta tarde.
Loco cuídate y cuídanos a todos. Descansa que el domingo vas a jugar como siempre de titular.
Bueno, te dejo y que sigas paseando por ahí. Te quiere mucho, el viejo panzón y renegado, como vos me decías.
Chau mi amor, el domingo nos vemos en la cancha, yo en la tribuna y vos con la 11 de la espalda. Mi gran amor, cuídate”.
Papá.
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A tu recuerdo amigo mío: Hoy hace algunos días, un ángel partió al Cielo. Presente estuvo en la tierra, luego alzó su vuelo, él se erigió hacia el lugar de la paz, y de verdades al sitio donde Dios, contemplará esas bondades.
Tus pasos breves dejaron huellas imborrables, tu ayuda y amor son valores incalculables, tuve la dicha de ser tus amigas fiel amigo.
Pero de tu partida tuve que ser testigo. Aún conservo tus alegrías y tus tristezas, recuerdo esa, donde tuve noticias malditas y lloré, cuanto te lloré amigo inolvidable. Lloro aún por ti, recordando tu lazo amigable, desde la tierra evoco mi sentimiento.
Amigo, ante tu partida me sentí sin luz ni abrigo, ya descansas en paz y con Dios sigues despierto, iluminado en tu esencia, mi oscuro puerto.
¡Te extrañamos amigo!
Tus pasos breves dejaron huellas imborrables, tu ayuda y amor son valores incalculables, tuve la dicha de ser tus amigas fiel amigo.
Pero de tu partida tuve que ser testigo. Aún conservo tus alegrías y tus tristezas, recuerdo esa, donde tuve noticias malditas y lloré, cuanto te lloré amigo inolvidable. Lloro aún por ti, recordando tu lazo amigable, desde la tierra evoco mi sentimiento.
Amigo, ante tu partida me sentí sin luz ni abrigo, ya descansas en paz y con Dios sigues despierto, iluminado en tu esencia, mi oscuro puerto.
¡Te extrañamos amigo!
JESUS AMARANTE
Con muestras de tristeza fue recibida la noticia del fallecimiento de Jesús Amarante, un querido hombre que contaba con 91 años de edad.
Don Jesús había nacido en esta ciudad el 28 de mayo de 1919, en su infancia vivió en zona del paraje La Porteña; en 1943 se fue a trabajar como encargado de parques y jardines del Haras General Lavalle.
Muy joven, en 1946 encontró su felicidad al contraer matrimonio con Armelinda Gallinal, y fue buen padre de sus hijos Daniel y Hugo.
Su pasión por los caballos lo llevó a que en 1953 fuera destinado al cuidado de los pura sangre de carrera del establecimiento, debiendo viajar en distintas oportunidades a exposiciones a la Capital Federal, consiguiendo diferentes premiaciones para el Haras.
Tras 38 años de intensa labor, alcanzó su merecida jubilación y entonces su pasatiempo fue la cría de canarios, junto al cuidado de sus flores y plantas frutales de su quinta.
Sus seres queridos, amigos y vecinos expresaron que “una larga dolencia le quitó vigor a su ancianidad y llegó al final rodeado de hijos, nietos y bisnietos, que siempre lo recordaremos a través de sus anécdotas y sus vivencias de hombre de campo: las carreras cuadreras en Azucena, los asados y los encuentros y partidas de naipes con sus amigos, los paseos en sulky…. todos sentimos tu partida y todos te llevaremos por siempre en el corazón”.
Sus exequias, previo velatorio, se efectuaron en el Cementerio Municipal.
ISABEL GARCIA de RODRIGUEZ
A los 72 años de edad, el pasado viernes 25 de marzo, falleció Isabel García de Rodríguez, causando hondas muestras de dolor y angustia entre sus familiares y amistades.
Isabel nació en esta ciudad el 2 de junio de 1938; era hija de Gertrudis García y Cristino García, siendo la segunda de seis hermanos.
En 1956 se casó con Onofre Juan Rodríguez y tuvieron dos hijas: Susana y Nancy; de la primera fue abuela de cuatro nietos: Lorena, Paola, Juan Miguel y Jerónimo; naciendo hace cinco meses su bisnieto Thiago; mientras que de la segunda, radicada en España, lugar donde conformó su familia, fue abuela de Rafaelito.
Fue una mujer dedicada a su familia y a su casa, realizando no solo los quehaceres domésticos de una habitual ama de casa, sino también pintando y arreglando cuanta cosa veía rota.
Siendo muy joven aprendió a tallar en madera y coser, actividades que fueron su pasatiempo durante muchos años.
Le gustaban mucho las flores, por eso siempre tuvo hermosos jardines en su casa.
“Nos dejó físicamente, pero siempre estará en el recuerdo de su familia como una gran esposa, hermana, madre, abuela y bisabuela ¡te queremos siempre!”.
Tu familia.
MARIA CRISTINA MAGNERES de BAYERQUE
El pasado miércoles 30 de marzo se apagó la vida de María Cristina Magneres de Bayerque, a sus 60 años de edad, causando dolor entre sus familiares y sus muchos amigos.
“Mujer cariñosa, afectiva y de fuertes principios, nació el 30 de agosto de 1950 en Capital Federal, siendo hija de don Raúl Magneres y doña Cristina Andreasen de Magneres, y hermana de Raúl Magneres (h).
Desde chica vivió en varias ciudades –Buenos Aires, Necochea, y finalmente Tandil-, donde cultivo una innumerable cantidad de afectos, dejando una huella maravillosa y duradera en quienes la conocieron y hoy la recuerdan con amor y alegría.
En 1978, en Tandil, contrajo matrimonio con Abel Rubén Bayerque, su inseparable compañero de ruta, para fundar una maravillosa familia que se alegró con la llegada de Verónica en 1979 y de Nicolás en 1982, a quienes crió con infinito amor, afecto, libertad y sólidos valores.
Fue una excelente madre y esposa, y brindó amor y contención inagotable a quienes la rodeaban. Mujer de muchas habilidades, desde las manualidades hasta la literatura, fue siempre un sostén para su familia y amigos, ofreciendo incondicionalmente su apoyo y su esfuerzo.
De marcados sentimientos religiosos, fue siempre un invalorable sostén para su familia, que hoy siente con profundidad el dolor de su ausencia. Hoy, su partida al encuentro del Padre nos muestra un ejemplo de lucha incansable, y un modelo a imitar de madre, esposa y mujer”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque Pradera de Paz.
El pasado miércoles 30 de marzo se apagó la vida de María Cristina Magneres de Bayerque, a sus 60 años de edad, causando dolor entre sus familiares y sus muchos amigos.
“Mujer cariñosa, afectiva y de fuertes principios, nació el 30 de agosto de 1950 en Capital Federal, siendo hija de don Raúl Magneres y doña Cristina Andreasen de Magneres, y hermana de Raúl Magneres (h).
Desde chica vivió en varias ciudades –Buenos Aires, Necochea, y finalmente Tandil-, donde cultivo una innumerable cantidad de afectos, dejando una huella maravillosa y duradera en quienes la conocieron y hoy la recuerdan con amor y alegría.
En 1978, en Tandil, contrajo matrimonio con Abel Rubén Bayerque, su inseparable compañero de ruta, para fundar una maravillosa familia que se alegró con la llegada de Verónica en 1979 y de Nicolás en 1982, a quienes crió con infinito amor, afecto, libertad y sólidos valores.
Fue una excelente madre y esposa, y brindó amor y contención inagotable a quienes la rodeaban. Mujer de muchas habilidades, desde las manualidades hasta la literatura, fue siempre un sostén para su familia y amigos, ofreciendo incondicionalmente su apoyo y su esfuerzo.
De marcados sentimientos religiosos, fue siempre un invalorable sostén para su familia, que hoy siente con profundidad el dolor de su ausencia. Hoy, su partida al encuentro del Padre nos muestra un ejemplo de lucha incansable, y un modelo a imitar de madre, esposa y mujer”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque Pradera de Paz.
Dedicatoria:
“Cuando recordamos a María Cristina, o “Totona”, como le decimos todos los que sabemos quién fue esta mujer excepcional, recordamos su espíritu luchador, su fuerza desmedida, sus ganas de ir siempre para adelante.
Cuando sobreviene la pregunta `¿A qué se dedicaba?`, la respuesta es `a todo`, porque a todo lo que hacía le ponía justamente eso: dedicación, amor, arte, un toque personal y único que hacia sonreír de alegría a todos cuanto la rodearon.
La profesión de `ama de casa` le quedaba chica, ella era el sostén de la familia, además de muchas otras cosas. Era nuestra médica, psicóloga, cocinera, y diseñadora de ropa. Siempre sabía cómo darle una solución ingeniosa a los problemas más complicados.
Luchadora incansable, hasta en los momentos más difíciles, una compañera incomparable para su marido, a quien siguió por el camino de la vida con la convicción de que las cosas siempre serían para mejor. Una madre tierna y comprensiva, no solo para sus hijos, sino para aquellos que encontraron en ella un refugio. Así queremos recordarla, con su frase de cabecera: `Cuando no tengas más fuerzas, saca fuerzas de los talones y seguí adelante`.
“Cuando recordamos a María Cristina, o “Totona”, como le decimos todos los que sabemos quién fue esta mujer excepcional, recordamos su espíritu luchador, su fuerza desmedida, sus ganas de ir siempre para adelante.
Cuando sobreviene la pregunta `¿A qué se dedicaba?`, la respuesta es `a todo`, porque a todo lo que hacía le ponía justamente eso: dedicación, amor, arte, un toque personal y único que hacia sonreír de alegría a todos cuanto la rodearon.
La profesión de `ama de casa` le quedaba chica, ella era el sostén de la familia, además de muchas otras cosas. Era nuestra médica, psicóloga, cocinera, y diseñadora de ropa. Siempre sabía cómo darle una solución ingeniosa a los problemas más complicados.
Luchadora incansable, hasta en los momentos más difíciles, una compañera incomparable para su marido, a quien siguió por el camino de la vida con la convicción de que las cosas siempre serían para mejor. Una madre tierna y comprensiva, no solo para sus hijos, sino para aquellos que encontraron en ella un refugio. Así queremos recordarla, con su frase de cabecera: `Cuando no tengas más fuerzas, saca fuerzas de los talones y seguí adelante`.
HECTOR NICASIO ARRAZOLA
Cuando contaba con 80 años, el pasado jueves 24 de marzo dejó de existir Héctor Nicasio Arrazola, causando dolor y tristeza entre sus familiares y amistades.
“El Vasco” Arrazola había nacido en María Ignacia (Vela), paraje La Unión, el 26 de marzo de 1930, siendo el menor de 16 hermanos.
Trabajador rural, tanto en máquinas agrícolas como en tambo y hacienda, pasando por Gardey donde vivió hasta 1970, luego en el paraje El Solcito, y por último en 1974 se instaló en esta ciudad, trabajando en Concetti (fábrica de calefactores) y en La Cuca (fundición), hasta que se jubiló y siguió hasta los 79 como parquero.
Su esposa Edelmira Luján Rodríguez, con quien llevaba 49 años de matrimonio, tuvieron dos hijos: Mónica y Adrián, que luego sumaron a la familia a sus nietos Luciana, Florencia, Silvana, Noelia y Dante.
Se destacó como buen esposo, padre, suegro, y abuelo. Fue muy querido por sus sobrinos, por eso su partida ha causado mucho dolor a sus seres queridos.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
LUIS RODOLFO MARCONI
Cuando estaba en lo que era su pasión: jugando al fútbol senior con su querido Defensa Tandil, el pasado sábado 26 de marzo se produjo el fallecimiento de Luis Rodolfo Marconi, un conocido y querido hombre que contaba con 52 años de edad.
“Rody” Marconi nació en Claraz, partido de Necochea, el 5 de enero de 1959; dedicando su actividad laboral a la construcción.
Vivía junto a su pareja Claudia Rasposo, quienes junto a sus hijos Melisa, Matías Joel, Micaela, Magalí y Mateo, lamentan profundamente su inesperada partida.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
JOSE LUIS PRADO
A los 62 años de edad, el pasado lunes 28 de marzo falleció José Luis Prado. Sus seres queridos escribieron: “con estas pequeñas palabras recordaremos a `un gran padre de familia:
Querido Pepe, siempre amable y voluntarioso, compañero fiel del camino de la vida de su querida Susy, amado por sus nietos, respetuoso de sus hijos.
Queremos que sepas que siempre vas a estar en nuestro corazón, y que dejaste grabado en nuestra mente tu hermosa sonrisa, tu humor, tus rezongos, que en ves de enojo causabas risa en todos nosotros.
Aunque fuiste un hombre de perfil bajo y crees pasar desapercibido dejaste huella en toda persona que te conoció y desencadenaste amor puro en cada pequeño nieto que pasó por tus brazos; hoy queremos ser voz del más pequeño `tu porrongo´, que dormía abrazado todas las noches con vos… no pudo decirte adiós y va a estar esperando junto a nosotros volver a verte ¡hasta pronto!”.
(Tu esposa Susy, tus hijos Gustavo y Marcela, Marina, Maxi, Mili, Jime, Franco, Mateo, Nicolás, Martina, Eze, Andrés, Lucas y Lucía, Agus, Cami y Néstor).
Sus restos, previo velatorio, descansan en el Cementerio Municipal.
A los 62 años de edad, el pasado lunes 28 de marzo falleció José Luis Prado. Sus seres queridos escribieron: “con estas pequeñas palabras recordaremos a `un gran padre de familia:
Querido Pepe, siempre amable y voluntarioso, compañero fiel del camino de la vida de su querida Susy, amado por sus nietos, respetuoso de sus hijos.
Queremos que sepas que siempre vas a estar en nuestro corazón, y que dejaste grabado en nuestra mente tu hermosa sonrisa, tu humor, tus rezongos, que en ves de enojo causabas risa en todos nosotros.
Aunque fuiste un hombre de perfil bajo y crees pasar desapercibido dejaste huella en toda persona que te conoció y desencadenaste amor puro en cada pequeño nieto que pasó por tus brazos; hoy queremos ser voz del más pequeño `tu porrongo´, que dormía abrazado todas las noches con vos… no pudo decirte adiós y va a estar esperando junto a nosotros volver a verte ¡hasta pronto!”.
(Tu esposa Susy, tus hijos Gustavo y Marcela, Marina, Maxi, Mili, Jime, Franco, Mateo, Nicolás, Martina, Eze, Andrés, Lucas y Lucía, Agus, Cami y Néstor).
Sus restos, previo velatorio, descansan en el Cementerio Municipal.
ALBERTO LUCIANO ROBERTI
El pasado sábado 26 de marzo, dejó de existir Alberto Luciano Roberti, un apreciado hombre que contaba con 82 años de edad.
“Tito” Roberti, había nacido el 14 de octubre de 1928 en Ayacucho, aunque desde muy joven vivió junto a sus padres en nuestra ciudad.
Dedicó su actividad laboral como empleado de Metalúrgica Bariffi, también trabajó en la sección encomiendas del Ferrocarril hasta 1961.
Luego, su tío Antonio lo llevó a trabajar a la compañía de seguros del Grupo Juncal; también realizó varias actividades en el club de sus amores: Ramón Santamarina.
Justamente partió el día que cumplía 54 años de casado con Sara Luján, con quien formó su familia y tuvo dos hijos: Cesar y Patricia. La vida le dio dos nietas: Luciana Roberti y Juliana Moller.
Sus seres queridos hoy lo recuerdan con mucho amor y siempre lo recordarán.
Sus exequias, previo velatorio, se efectuaron en el cementerio parque Pradera de Paz.
JOSE ANTONIO MONTERO
En la ciudad de Santa Rosa (La Pampa), mientras se encontraba visitando a un grupo de amigos, se produjo el fallecimiento de José Antonio Montero.
“Todo fue muy repentino y eso hizo que hoy tus seres queridos y quienes te conocieron te extrañen y lloren tu presencia.
Tu esposa Luisa y tus hijos Antonio y María, te recordarán eternamente porque les enseñaste a manejarse en esta vida y que la verdadera felicidad se da cuando uno anda por derecha, “como te manejaste vos todos los días de tu vida”.
Formaste la familia ideal que hoy te recuerda, lamentablemente no pudiste ver a tu querida ciudad por última vez. Hoy tus familiares y amigos te siguen extrañando porque faltó el abrazo de despedida. Será por eso que seguramente en donde estés nos estarás diciendo `hasta cualquier momento´.
Por eso, con tus seres queridos en el futuro te volverás a juntar y se repetirán todos esos momentos de alegría que pasaron juntos”.
(Tu familia).
EDGARDO PAOLETTA
Cuando contaba con 92 años, el pasado viernes 25 de marzo falleció Edgardo Paoletta, causando dolor y tristeza entre sus familiares y amistades.
Edgardo nació el 2 de noviembre de 1918 en el barrio de Villa Laza y era el mayor de 10 hermanos; en 1926 fue integrante del primer grupo de alumnos que concurrió a la escuela Nº 22, institución que fue trasladada ese año a Albión.
A los 10 años ya trabajaba con su tío y con eso ayudaba a sus padres, dado que eran años duros y había varios hermanos; a los 16 años comenzó con su propio reparto de leche en la ciudad hasta su incorporación a los 20 años al Ejército Argentino, en donde se desempeñó como mensajero del Haras General Lavalle.
Posteriormente trabajó en varios comercios de nuestra ciudad, hasta que en 1947 fundó la primera fábrica de lavandina, la que denominó “La Movediza”, que actualmente aún existe.
Luego, durante los primeros años de la década del 50 vendió la fábrica para ingresar a Vizental y Cia, desempeñando tareas hasta que alcanzó su merecida jubilación.
En 1942, cuando tenía 23 años, contrajo matrimonio con Rosario “Sara” López (f), quien fue su compañera de toda la vida y con quien tuvo un hijo: Orlando Oscar, quien con su nuera Graciela le dieron cuatro nietos: Fabián, Walter, Marina y Anabel.
Edgardo siempre fue una persona muy querida por su familia y por todos lo que lo conocieron.
Sus restos, previo velatorio, descansan en el Cementerio Municipal.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios