Necrológicas
SILVIA EDITH SEGUROLA
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El 23 de febrero pasado, a los 62 años, falleció Silvia Edith Segurola. Había nacido el 25 de marzo de 1954 y su familia la despide con el siguiente mensaje:
“Fue un regalo de Dios.
Se nos durmió en paz guiada por los ángeles, en el camino de la luz y del color.
Vivió plenamente. Ansiando la concordia entre todos. Buscándose día a día, para alegrarnos con su cariño, ideales, buen humor, fortaleza. Cosechando amigos a los que acompañó siempre, no solo en las épocas felices y de logros.
Luchadora incansable.
Activa. Emprendedora, organizadora, valiente.
Ejemplar docente e intuitiva, artesana en sus cerámicas a las que se dedicó con exclusividad y devoción, cumpliendo apasionadamente con lo que su continuo perfeccionamiento le señalaba.
Acompañada fielmente por su Quijote, Oscar.
‘La Segu’ -con entereza y fuerza incansable- orientó y puso el hombro cuantas veces fue necesario para enfrentar no solo necesidades de su familia, sino de ‘sus’ queridas instituciones que la contaron como muy digno personal.
Sigue presente entre nosotros, como ‘su’ Jesús, al que atesoró desde y por siempre.
Nos sigue amando. Y nos señala el recto sendero que aprendió ‘prendida’ a ‘su’ cruz, que fue su luz hasta el fin.
Nos espera -junto a su papá, a su mamá Flora, a Nené, a Irma, a Gloria, a Pepe-, para el encuentro feliz y sin separaciones.
Gracias por tu vida, por ser como fuiste, por existir alumbrándonos siempre”.
FRANCISCO ALBERTO FARIAS
Francisco Farías nació el 13 de enero de 1950 y en sus 67 años de vida no solo cosechó grandes amigos, sino que también formó una hermosa familia junto a su compañera Beatriz, entregando el fruto de ese amor, tres hijos, a los que cultivó de enseñanzas, valores y dignidad. La familia eligió recordar a Francisco con el siguiente escrito.
“Te fuiste al cielo y yo me quedé aquí con una sonrisa fingida, porque desde que te marchaste no he vuelto a sonreír como solía hacerlo.
Aún hay días en los que sigo esperando tu regreso, porque tengo esperanza de un día volver a verte, volver a abrazarte y conversar de lo que ha pasado.
Espérame allá y apártame un lugar porque algún día tendré que irme también. Te vamos a extrañar papi, siempre estarás en nuestros corazones y te recordaremos por siempre. Te amamos. Tu esposa Beatriz, tus hijos Mariela, Mariana y Sergio, y tus nietos”.
ELISA MONICA DIAZ DE ANDRADA
Había nacido el 13 de agosto de 1958 y el pasado 25 de febrero, su luz se apagó, dejando entre sus seres queridos un inmenso dolor por la irreparable pérdida.
“Es una pena inconsolable tener que vivir este instante tan doliente. Sin embargo, dejas en tu corto paso una estela de amor y cariño que siempre quedarán en nuestros corazones, marcados por el resto de nuestra vida”, expresaron sus seres queridos.
En su recuerdo, la familia expresó que “dejaste un gran vacío en nuestros corazones, nunca te vamos a olvidar. Te recordaremos para siempre tu esposo Javi, tus hijos Luchy y Virginia; tus nietos Eugenia, Agustín, Milagros, Joaquín, Uriel, Tiara, Candelaria y Rocci; tu bisnieta Alma Mía; tu yerno Roberto y tu nuera Vero. Te amaremos por siempre. La mejor de todas ‘La Mony’”.
SOFIA ANITA JALIFE
El 28 de febrero, a los 90 años, falleció en su casa doña Sofía Anita Jalife viuda de Alderete. Sus familiares la recordaron con la siguiente semblanza.
“Dedicaste tu vida a cuidar de tu hogar y de cada uno de tus hijos y nietos. Desde muy joven trabajaste ordeñando tus vacas para vender la leche en tu pueblo. Cuando ya formaste tu familia, seguiste con ese trabajo y más, atendiendo a cada uno de tus hijos: Teresa, Pichona, Mirta y Omar, además de todos los animales, tus flores y tu quinta.
Recibiste en tu hogar a cada persona que te visitó siempre con respeto y eso es lo que nos inculcaste. Tu fortaleza y valores fueron tan grandes y transparentes que a cada uno que te disfrutó seguro se le quedó bien grabado.
No vamos a hablar de tus pesares. Vamos a rescatar tu sabiduría y los lindos momentos vividos a tu lado. Te amamos por siempre, tus hijas, nietos, bisnietos, hermanos, sobrinos e hijo político y demás familiares y amigos”.
MIRTA NOEMI ANDOLFATTI
El pasado 26 de febrero falleció Mirta Noemí Andolfatti, quien había nacido el 7 de diciembre de 1956. A lo largo de sus 60 años de vida se casó con Juan Roberto Beltrán y tuvo cuatro hijos: Adrián, Wency, Marcelo y Rodrigo. La familia decidió recordarla de la siguiente manera:
“Viejita hermosa: Qué decirte más que gracias por todo lo que hiciste por nosotros, nos formaste como hombres de bien. Fuiste una persona excelente, tanto para nosotros como para todo aquel que te conoció.
Siempre te vamos a recordar con una gran sonrisa, más allá de que en ocasiones se nos haga difícil contener las lágrimas. Sentimos una inmensa tristeza y dolor por tu partida, pero a la vez la paz invade nuestros corazones, sabemos que desde arriba nos vas a seguir guiando por el mejor camino.
La peleamos todos juntos hasta el último momento, sin tener más nada que hacer. Sabemos que no sufrís más y podés descansar en paz ahora. Estamos seguros de que estás en un lugar mejor y hermoso.
Esto no es un hasta siempre, simplemente un hasta luego. Ya nos vamos a volver a encontrar, mientras tanto los mejores recuerdos se van a quedar con nosotros. Siempre estarás en nuestros corazones. Te amamos.
Tu esposo, hijos, nueras y nietos”.
ANTONIO PEREZ LIRA
El 28 de febrero pasado falleció, a los 93 años, Antonio Pérez Lira. Había nacido en la localidad de Gardey el 22 de abril de 1923, y era hijo de los emigrantes españoles Encarnación Lira y Francisco Pérez. Con diez meses de edad fue a vivir a la chacra de Cuartel 10 en Cerro Chato, hoy Ruta 30, junto a sus padres y sus hermanos Miguel y María Cristina. En ese mismo lugar vivió sus 93 años.
Se casó con Juana Fernández, con quien compartió 65 años y tuvo a sus hijos Carlos, Enrique, Eduardo y Sergio.
Trabajó en la chacra, vendió leche en carro, tuvo horno de ladrillos y lo que fuera necesario para mantener a su familia. Luego de jubilarse, disfrutó de su huerta y sus gallinas, mates, siestas, fútbol y charlas de política. Tuvo una vida plena, rodeado de quienes lo querían. Esa mañana del 28 de febrero falleció en su cama, acompañado por toda su familia.
Por su voluntad, sus restos fueron cremados y descansan donde vivió toda su vida. Hoy sufren su partida su esposa, hijos, nueras, nietos y bisnietos.
Sus nietos expresaron en un texto el amor para despedir y agradecer a su abuelo: “Dicen que los abuelos son seres divinos que crean recuerdos maravillosos para sus nietos, y así lo has sido para nosotras. Nos quedan de ti las memorias más hermosas, los momentos más bonitos de nuestra niñez. ¿Te acordás cuando nos llevabas a la feria y me prometiste que me ibas a comprar el ‘Sí señor mande usted’? Has sido un gran abuelo, aunque nos hubiera gustado acompañarte más, tal vez se nos fue el tiempo en otras cosas y no te dimos la prioridad que te merecías. Los que nos consuela es saber que los abuelos nunca mueren, solo se vuelven invisibles, siguen con nosotros. Los abuelos son eternos, solo debemos escucharlos con el espíritu. Nos queda la paz de saber también que aceptaste a Jesús antes de irte y él te recibió en sus brazos así como también Bernabé que estaba esperando para conocer a su bisabuelo.
Te amamos abuelo, siempre te llevaremos en nuestro corazón, ya nos volveremos a encontrar en la presencia de Dios. Tus nietas María Andrea y Mariana y tus bisnietos Set y Morena”.
HECTOR RAUL MILGUELTORENA (VASCO)
A inicios de la década del 40, precisamente el 19 de abril de 1942, llegaba a este mundo una de las personas más nobles y de buen corazón. El “Vasco”, como lo conocían sus íntimos, se crío en las inmediaciones de Estación De la Canal. Poco a poco fue construyendo un amor por su querida localidad, de la que tanto le gustaba hablar.
De niño, cumplió con las labores en el campo de sus padres, hacer el tambo y atender las colmenas eran parte de su rutina diaria. Por otro lado, asistió a la Escuela 15 de la mencionada comunidad. Su infancia estuvo cargada de anécdotas y travesuras, que siempre recordaba con una sonrisa.
Luego llegó el momento de vestir la camiseta de su tan amado club Defensores de De la Canal. En esos tiempos, en los veranos donde se llevaban a cabo los tradicionales picnic de la institución, conoció a una hermosa mujer, que luego sería la madre de sus hijos.
El 30 de diciembre de 1965 contrajo matrimonio con Alides Raquel Arrospide. Un año después, su alma se iluminaría por la llegada de su primer hijo. El 26 de noviembre de 1966 nació Silvio Raúl Migueltorena. Pero tiempo después, por cosas de la vida, se tuvo que marchar de su querida De la Canal.
Después de casi tres años, nuevamente sería padre de una hermosa niña, María Alejandra Migueltorena, “la hija” como él le decía.
Este hombre trabajó duro para que a su familia nada le faltara. El tiempo transcurrió y a inicios de los ’80 volvió a su tan querida De la Canal. Sus padres, lamentablemente, ya habían dejado este mundo, y le tocó parte de esa tierra en donde desde niño se crió. La tierra que él había heredado, era inerte, le faltaba vida, pero con mucho amor y sacrificio fue construyendo su hogar.
Primero levantó su casa, luego plantó árboles y su parque comenzó a tomar forma.
A principios de los 90 llegaron sus nietos. El primero Facundo y luego Agustín, “Titín”, como él lo llamaba.
Después de mucho sacrificio y trabajo, ya podía disfrutar de su familia, y ¡qué familia! ¡Qué hermosas reuniones tenían lugar en tu campo! Cuántas cosas se vivieron en familia, partidos de fútbol, salidas a pescar, almuerzos, cenas, etc.
Gracias a Dios, y bien merecidamente sus últimos años, junto a su familia, fueron hermosos. “¡Qué hermosa persona que eras!”, resaltaron sus seres más cercanos.
“Pero por cosas del destino, este 23 de febrero te nos fuiste, cuánto dolor, es difícil no verte entre nosotros. A veces nos preguntamos, ¿por qué te fuiste Gordo? Te extrañamos mucho, tu ausencia nos hiere, nos duele muchísimo. Lo bueno es que siempre te vamos a recordar con esa hermosa sonrisa, y como esa persona divertida y llena de alegría que nunca estaba de mal humor. Gracias por todo Gordo. Ahora nos toca cuidar a la viejita y ese hermoso lugar en el campo que nos dejaste. Nuevamente gracias por todo. Tu familia te ama y te extraña mucho. Hasta pronto”, escribieron sus hijos en la despedida.
ELIO FRANCISCO VACCAREZZA
Falleció el pasado 2 de marzo en esta ciudad, a la edad de 92 años, Elio Francisco Vaccarezza. Su personalidad, que trasuntaba sencillez y a la vez natural señorío, ganó el aprecio de todos los que lo trataron a lo largo de su prolongada existencia. Conformó con su amada “Pira” (Victoria Fariña Ares) un matrimonio ejemplar que hace poco tuvo el privilegio de festejar su 69no. aniversario de boda, y que fue tronco de numerosa descendencia que llega hoy a la cuarta generación.
Nacido en Buenos Aires, en el seno de una familia que efectuó significativos aportes al crecimiento del país en los ámbitos público y privado (su bisabuelo fue el fundador de la ciudad de Alberti, su abuelo legislador, su tío reconocido médico que presidió la Academia Nacional de Medicina), eligió al egresar de su siempre recordado Colegio del Salvador, el campo como ocupación, haciéndose cargo de la empresa agropecuaria familiar y radicándose para ello en Tandil a partir de que sus hijos necesitaron colegio, ciudad que se constituyó hasta el día de su muerte, en su lugar en el mundo.
Dueño de una vitalidad y lucidez que se prolongó hasta el fin de sus días, afrontó el inevitable trance que impone el término de la vida humana, con la serenidad del deber cumplido y su sólida formación cristiana, agregando así a los numerosos buenos ejemplos que dejó a su entorno, paz y entereza como mensaje de despedida.
El sentimiento generado por su definitiva partida dio lugar a una auténtica manifestación de pesar, exteriorizada en el acto de su sepelio, que tuvo lugar el pasado 2 de marzo en Pradera de Paz, previa misa de cuerpo presente.
HILDA ELSA RISSO DE RICARDENEZ (POROTA)
Con mucha tristeza el día 28 de febrero se recibió la noticia del fallecimiento de Hilda Elsa Risso de Ricardenez. Había nacido en esta ciudad el 28 de septiembre de 1939, en el seno de una numerosa familia de 14 hermanos.
Se casó con Mario Ricardenez, con quien tuvo tres hijas maravillosas: Marisa, Marcela y Marina. Fue una mujer sencilla, dinámica y trabajadora. Dedicada a su familia y a la cocina. Amaba su jardín, las flores, la naturaleza, la vida.
Disfruto y acompañó a sus nietos y bisnieto hasta el último día, donde Dios decidió convertirla en ángel.
¡Siempre te vamos a extrañar! Tu marido, hijas, hijo político, nietos, nietos políticos y bisnieto. Sus restos descansan en paz en el Cementerio Municipal.
Su nieta, a modo de recuerdo, escribió: “Lo mejor de mirar el cielo ahora es saber que estas ahí para cuidarme. Duele tanto esto abu, pero sé que desde arriba nos va a cuidar a todos como lo hacías acá. Junto con el abuelo formaste una familia hermosa y soy una privilegiada de formar parte, tanto amor no se ve seguido. Gracias por la mamá que me diste, ese fue el mejor regalo que me hiciste. Prometo cuidar al abuelo y llenarlo de abrazos, como siempre. Tu ‘Pepa’ te va a extrañar mucho, mucho. Ahora sos el cielo celeste y las flores más lindas de tu jardín. Te amo para siempre. Tu nieta Ele”.
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