Norberto Chutrau abrió su taller de vitrofusión
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Chutrau tomó cursos intensivos en la fábrica de vidrios Bullseye, de Portland, Oregon, en Estados Unidos y, al regresar en 2009, comenzó a trabajar con su propio horno.
Expuso sus obras en el XIII Salón y XIV Salón Nacional del Vidrio en el Arte, de la Municipalidad de Berazategui en septiembre 2010.
Participó en la expo artistas del Centro Cultural Borges en octubre de 2009 y en abril de 2010 obtuvo el segundo premio en el XIII Salón Nacional de Vitral Artístico de Mar del Plata. Sus obras se encuentran en Argentina y el extranjero.
En el Museo de Bellas Artes tuvo la oportunidad de presentar su obra “820 grados centígrados”, la temperatura a la cual la pieza de vidrio áspero se fusiona en el horno eléctrico y pasa de ser una simple composición arquitectónica a un objeto visualmente suave y cálido.
Gracias a la fusión, la rigidez original se transforma en una obra de líneas fluidas que pide ser tocada y acariciada y, unida al hierro y a la piedra, la obra sugiere nuevos espacios por donde la imaginación del observador puede transitar.
-¿Cómo fue la experiencia que vivió en el museo?
-¡Fabuloso! Sobre todo, porque yo tengo pocos años de trabajo e Indiana Gnocchini me convocó, lo que me implicó un gran empuje y la posibilidad de tener una gran experiencia. Que te inviten a exponer obras de vidrio en una sala así es muy importante, porque es un arte que antes no se exponía en los museos.
-Tuvo muy buena repercusión en el público…
-Sí, mucha gente se acercó, me preguntó. Fue muy lindo.
-¿En qué se diferencia el trabajo que está haciendo hoy del que mostró en el Museo de Bellas Artes unos meses atrás?
-La técnica que desarrollé de hacer la base y después derretir vidrio. Ahora estoy curvando el vidrio para que se sostenga por sí mismo.
-Sus piezas no sólo estuvieron en el Museo de Bellas Artes, sino que están en Buenos Aires, en el exterior…
-Sí, las tengo en casas de decoración de Buenos Aires, en galerías. Y ahora estoy emprendiendo un trabajo nuevo que tendrá su lugar en una próxima exposición.
El saber
-¿Qué lo llevó a trabajar con el vidrio?
-Comencé hace cuatro años aproximadamente. Había terminado mi trabajo, me había jubilado. Yo tenía una fábrica química que me compraron. En ese momento entré en un taller donde hacían vidrio y me gustó mucho, porque me permitía crear, ir desarrollando cosas nuevas todo el tiempo.
-Usted hizo cursos de perfeccionamiento en Estados Unidos…
-Sí, tomé dos cursos en Estados Unidos para aprender mejor el manejo de los vidrios y del pulido en frío, la terminación. Yo soy autodidacta, pero las cuestiones del pulido son muy delicadas, se trabaja con agua, punta de diamante.
-¿El vidrio que usa ya es coloreado?
Hay dos tipos de vidrio que se pueden usar. Yo puedo trabajar con vidrio importado, que es bastante caro y ya viene de colores o con el nacional, que es el vidrio de ventana. La diferencia reside en que el precio del vidrio argentino es menor y que no es coloreado.
Aquí tenemos el vidrio que se usa para las ventanas, que hay que colorearlo con esmaltes que vienen en polvo y se aplican. Cuando el vidrio llega a los 700 u 800 grados toma color. Igualmente nunca resulta igual que con los colores del vidrio importado, pero el de origen argentino sirve para hacer trabajos de gran tamaño.
El horno
-¿Son hornos especiales los que usa para vitrofusión?
-Sí, son especiales, eléctricos y para vidrio. Tienen una base de manta. Levantan más de 800 grados.
-¿Lo que sucede dentro del horno es imprevisible?
-Sí, es inesperado, es lo que no sabés cómo será. Uno puede hacer cálculos y adivinar menos, anticipar lo que quiere que suceda, pero siempre hay una parte de azar. Yo aún sigo buscando la novedad. A veces levanto la tapa del horno para ver qué está pasando y para eso uso guantes especiales, una máscara y cierro en seguida, porque si no se puede arruinar el trabajo. Pero siempre es mejor esperar.
-¿Cómo es el tema de la temperatura del horno?
-Hay programas según el espesor del vidrio que usás y lo que querés hacer. El vidrio lo vas subiendo en temperatura, de a poco, y lentamente se va ablandando y llega un momento en que se pone en un estado espeso, como miel, donde se juntan las capas y produce la fusión de las capas, en 800-820 grados. Eso lo tenés que enfriar lentamente, porque el vidrio se vuelve a solidificar. Si apurás el proceso, se quiebra, así que hay que ser paciente.
Al principio, cuando comencé a trabajar con el vidrio era más impaciente, pero tuve que ir aprendiendo a esperar a que se enfriara solo el trabajo.
Poco a poco voy probando nuevas técnicas y posibilidades y descubriendo todo el abanico de opciones que brinda el vidrio.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios