Pasa por el diván Carlos Zulberti, quien dijo que ?podría haber llegado mucho más lejos?
-Carlos, empecemos por lo básico: ¿Usted está realmente loco?
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-Nooo! Me dicen el loco porque digo lo que pienso. Yo soy un fiel convencido de eso de que los locos, los borrachos y los chicos dicen siempre la verdad. “Loco” era el sobrenombre de mi padre, un tipo muy reconocido en la ciudad. Y yo lo heredé. Fue la única herencia que me dejó (risas).
-No se haga problema: lo de loco no deja de ser una mera construcción social.
-¿Qué problema me voy a hacer? No me importa nada. Mientras no deba plata, ni le robe a nadie y mis hijos tengan la formación que me dio mi viejo, que la gente opine lo que se le antoje.
-Sí es innegable esa leyenda alrededor suyo, la de las grandes macanas de su juventud.
-Hicimos una cag… atrás de la otra.
-¿Quiénes?
-Yo, el “Chino” -mi hermano-, “Polvorita” Cía, y otros, y hoy, de alguna manera, rescato todo eso porque la calle te enseña a vivir, a sociabilizarte, te enseña los golpes. Mis pibes, en cambio, viven encerrados y si les sacás la play y les desconectás wi-fi están listos. No saben qué hacer.
-¿Le preocupa?
-¿Me preocupa? Querido, nosotros, los padres, por miedo, por tiempo o lo que sea ¡Estamos haciendo una generación de bolu…! ¡De bolu…, eh! ¡Todos bolu…! Hay que llevarlos, hay que traerlos, hay que hacerles la comida, cambiarlos… “Papá, ¿me alcanzás?”, “papá, ¿me traés?”.
-Quien lo recuerde de aquellos años sabe que usted era un torbellino de alegría, energía. Hoy lo veo serio, apagado ¿Qué le sucedió, Carlos?
-¿Y qué quiere? ¿Que me pare arriba de las mesas y me ponga en bol… a bailar? Uno tiene que aceptar la edad y la maduración.
-¿Sabe que tengo un teoría al respecto? Tiene que ver con lo deportivo.
-A ver.
-¿Se acuerda la frase que utilizaba como entrenador? “Una buena defensa es el mejor ataque”.
-Si. Claro. Por supuesto.
-Le dio resultados, muy buenos, en la cancha. ¿No la habrá llevado a la práctica en todos los planos de la vida?
-No, ya le dije, todo tiene su momento. Y no se trata de ser defensivo por sí mismo. A ver: si usted construye una casa, ¿la empieza por el techo? Le anticipo que se le va a caer. Y en el básquetbol, si podés defender, tenés la posibilidad de robar pelotas, salir corriendo, jugar ataques rápidos -que es lo que a mí me gustaba hacer-, y encima contar con la garantía de que si algún día no estás derecho con el aro no meterás goles, pero tampoco te los van a meter o les va a costar más.
-¿Y usted cómo piensa que será recordado: como jugador o como técnico?
-No sé, yo sólo me preocupo por volcarle una experiencia de vida a los pibes. Escúchela: yo jugaba muy bien, he sido mucho más jugador que mi hermano y mucho más jugador que cualquiera y sin embargo…
-Perdón, Carlos, por favor: ¿Usted mejor jugador que Jorge Zulberti?
-Seee, seee. Y podría haber llegado a niveles más altos. ¡Yo jugaba tres veces más que Jorge! Jorge lo único que hacía era tirar al aro.
-¿Así? ¿Y por qué él llegó tan lejos?
-Porque yo me dediqué a la joda. El se dedicó a jugar al básquet y yo a la joda. O sea, yo usaba el básquet para joder. Haga una cosa: pregunte a cualquiera de la ciudad, en la provincia, a ver quién jugaba mejor. Todos los entrenadores viejos decían: “Carlos juega tres veces más que Jorge”. Lo que pasa que yo usaba el básquet para levantarme minas, me escapaba de las concentraciones. Esa es la experiencia que les vuelco a los chicos acá en Independiente: cuando los veo descarrilados les digo “escuchame, flaco, yo no te estoy hablando desde el desconocimiento, te estoy hablando porque lo hice”.
-Se ha quedado con ganas de haber llegado más lejos.
-Por supuesto. Y me arrepentí, siempre, de haber sido tan tarado. Porque algo que me apasionaba tanto, no lo disfruté por culpa de cosas que no iban a la par. Yo podría haber jugado en otros niveles, haber ganado mucha plata y no lo hice ¿Por qué? ¡Por tarado! Fui un tarado. Todo porque ser jugador reconocido, un buen jugador, me llevaba a disfrutar de lo que quería: entrar a los boliches gratis, tomar gratis y salir con mujeres. Pero, en definitiva, así fui muy feliz. Cuando estamos con mis amigos o cuando algunos entrenadores viejos me recuerdan y dicen: “Vos podrías haber jugado tanto, tanto…”, les digo: “Yo jugué, no jugué mucho, pero me recontraca… de risa”. Jorge jugó mucho, pero no sé si la pasó tan bien.
-¿No será que en el fondo usted siempre le quiso escapar a la gloria?
-Qué sé yo, no me interesa. Por ahí uno es un bolu…, ¿no? No digo que no me gustaría, pero tampoco me enferma. Si está, bien. Y si no está, no está; pero conozco mucha gente que tiene gloria, muchísima plata y no son felices, no tienen hijos, ni vocación de servicio como para utilizar el dinero para ayudar al otro o estar en algún lado importante y poder ayudar. Son la nada. O sea, pasan por la vida como la nada.
-Ahora me deja dudando qué tan loco está.
-Capaz que sí, ¿Sabe por qué? Porque digo y hago las cosas que no dice nadie, pero no a los demás: me las digo a mí mismo. ¿Se mirarán en el espejo los demás? ¿Se animan a decirse “soy un bolu…”, “fui un tarado?”. Yo sí. Yo pago las deudas conmigo mismo. A mi viejo le decían el loco, y así murió: muy querido y pobre, porque se la pasó ayudando a todo el mundo. Su vida pasó por el otro, jamás pensó en él, a veces hasta se olvidaba de nosotros y me acuerdo las puteadas que cada dos por tres yo le mandaba por eso. Así que ojalá que esté loco, porque lo único que le voy a dejar a mis hijos el día que me muera es eso: que haya mucha gente en mi velorio y que puedan decirles “qué gran tipo era tu viejo”, como me dijeron a mí en el velorio de papá.
Ficha personal
-49 años; casado
-Cuatro hijos: Nacho, Matías, Melisa y Fiorela
-A los 6 años comenzó a jugar al básquet en el club Independiente
-En 1980 y 1981 estuvo en Gimnasia y Esgrima La Plata
-Regresó a Tandil y jugó en Ramón Santamarina y Grupo Universitario
-Formó parte de la selección de básquetbol de Tandil
-Jugó en Trelew
-Culminó su trayectoria en Independiente de Tandil
-Ya como técnico, dirigió muchas selecciones inferiores de la ciudad
-Dirigió Loma Negra (1988/1992)
-Entre 1992 y 1996 dirigió Independiente, en una de las etapas más brillantes del básquetbol local.
-Independiente, el amor de su vida: “Mi viejo, yo y mis hijos nos criamos en Independiente. Es mi casa. A veces pienso que seré recordado como un gran tipo, pero también como un excelente entrenador de Independiente. Creo que he hecho mucho por el club; le cambié la estructura y lo llevé -acompañado siempre por gente trabajadora- a jugar a niveles muy grandes. Hice cosas que hoy nos permiten ser parte de un torneo federal, con una estructura bastante importante que cinco años atrás no teníamos”.
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