Pasa por el diván Sofía Macaggi: ?No me gusta que me comparen con mamá?
-Linda y con éxito de muy joven. La pregunta es obvia, ¿cómo lograste que te llamaran?
-No me llamaron. Estudiaba danza y empecé a hacer audiciones. Iba con el bolsito, a hacer la cola como una más. Yo nunca tuve ningún contacto. Ni uno. Para mantenerme hacía animaciones infantiles y así me ganaba el dinero, justito. Vivía en un departamento con tres compañeras de Tandil.
-¿Andaban secas?
-Sequísimas. Y no sabía ni subirme a un colectivo. Me iba caminando a la universidad, treinta cuadras, llegaba muerta. Fue muy difícil porque encima yo venía de la gimnasia, tenía el cuerpo desarrollado para el deporte, no para la danza. Pasé muchos momentos de autoestima baja, de no saber si estaba haciendo lo correcto…
-¿Y qué sucedió de pronto para que la historia cambiara?
-Tres años después hice una audición para el Negro Alvarez, en Córdoba. Había 500 bailarinas y quedaban tres. Había estudiado mucho, pero mucho, mucho. Todo el día en clases, con un objetivo fijo. Bien taurina.
-O sea, para llegar hay que ser obsesivo.
-Hay que ser súper obsesivo. Después te podés relajar. Igual yo no vivo relajada, no me conformo.
-¿No te arrepentís de haber protagonizado el lío ése de la separación con el hijo de Caniggia?
-Fue tremendo. Pero también un aprendizaje.
-¿Qué aprendiste?
-El tema de los medios. Aprender a estar.
-¿Y para qué lo hiciste público?
-No fui yo: todo el romance fue público, desde el comienzo. Después ya era tarde (risas).
-¿Se puede saber qué hablaban con Alexander Caniggia?
-Eramos muy diferentes, pero igualmente lo que mostraba era un personaje. Este trabajo te lo tomás con tanta pasión que a veces no sé si te confundís o qué, pero bueno, empiezan a pasar cosas. ¡Las cosas se dan! (carcajada idéntica a la de su mamá, Cecilia Corán, conductora en Eco TV).
-Te reís como tu vieja. En Tandil siempre te comparan con ella.
-Siempre lo hacen.
-¿Y?
-Y…, es la pregunta más incómoda de todas. No me gusta la comparación. La realidad es que pasan los años y físicamente me parezco más a ella, pero somos muy distintas. En la personalidad sobre todo.
-Algunos también te encuentran parecida a Charlotte Caniggia, ¿te molesta?
-Pero yo natural, sin ninguna operación (risas). Me siento muy diferente, en todo: el agua y el aceite; tal vez alguno puede ver un “aire a”, bueno, no pasa nada: hablamos dos segundos y saben que somos distintas.
-¿Cuántas unidades de tiempo pasaron entre que cortaste con Caniggia y empezaste a salir con otro?
-A ver… estábamos juntos con Alexander y después a los….
-Perdón: si fue antes de dejarlo a Caniggia ya tenés un lugar grande en la historia de Tandil.
-(Carcajada) No, estaba súper separada, pero bueno, las mujeres procesamos la separación antes del corte.
-¡Qué costumbre ésa!
-Todas las mujeres somos así. Yo le iba advirtiendo: “No me siento cómoda”, “esto no me gusta”. Y después todo terminó mal. Pero bueno, ya aprendí y a esta pareja ni la expongo. Vengo demasiado cascoteada.
-Imagino tus ‘ex’ tandilenses cuando te ven por tele, diosa y ellos allá sufriendo ante la pantalla…
-(Carcajada) No los vi más. Tampoco tuve tantos novios. Pero tengo buenos recuerdos.
-¡Qué viva! Si fueron ellos los pateados.
-¿Cómo sabés eso?
-No es muy difícil. Mirá el despelote que armó el pajarito Caniggia que se hacía tan el duro…
-(Sonriendo) Voy mejorando ¡Es verdad! (otra vez carcajada a lo Cecilia Corán).
-Entonces ¿De qué estás más agradecida? ¿De ser linda o de tener el arte de saber bailar?
-(Silencio)…
-¡Acá tenías que decir “del arte”!
-Le doy importancia a la estética, pero no trabajo para ser sólo linda, ni me la creo. Me parece que el talento y la belleza también se forman. Yo no era buena bailando. Tuve que estudiar, prepararme y esforzarme mucho. Y con la belleza pasa lo mismo. Por más que sea naturalmente linda, una mujer dejada es fea.
-En definitiva: ¿artista o modelo?
-En todos los castings en que quedé fue por talento y en las audiciones me tomaban coreografías muy complicadas para las que trabajé mucho. Soy artista. No me considero modelo. No tengo esa estética, tengo musculatura, no tengo patitas de modelo, desfilo por ser popular, no por medir 1,80. Además…
-¿Qué?
-En la obra que hice en el verano, además de bailar tenía mi cuadro musical propio, un personaje cómico y eso es lo que más me gusta: cuando me corro de la linda es cuando más rindo y me siento más cómoda.
-Tampoco se te ve sufriendo por estar en el mundo fashion.
-¡No! ¡Me encanta! Pero igual siempre tengo nuevos objetivos. Siempre quiero más. No reniego de las luces, me gustan, pero no es lo único. Ni tampoco hago cualquier cosa. Lo que ocurre es que la exposición te genera más trabajo y me hice amiga de ella. La disfruto. No te voy a decir que no.
-Los que siguen esta sección van a decir que a los demás se les tira con munición gruesa y a vos no.
-¡Porque soy una chica buena! (risas).
-Ni abordamos tus zonas oscuras.
-No quedó nada oscuro. No escondí nada. Soy así. Mostré todo. u
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FUERA DE SESION
Con vocación de estrella
Criada para ser una chica tandilense que luchara por un título universitario y luego trabajara como profesional en su ciudad (llegó incluso a cursar las primeras materias en Ciencias Económicas en la Universidad del Centro con excelentes calificaciones), Sofía Macaggi no pudo cumplir aquel destino serrano, porque su vocación -en ese momento el baile- fue más fuerte y, obsesión mediante (como ella misma lo confesó), logró ganarse un lugar en el mundo del espectáculo porteño siendo muy jovencita.
Ahora su agenda está cargada con compromisos como el que tendrá el próximo fin de semana en una escuela de modelos o con la producción de unas fotos que en pocas jornadas agigantarán su rostro y su figura desde unos afiches que han de propagarse por las principales ciudades del país. Sofía y una importante marca de zapatos serán pronto -ya lo veremos- los dueños de la calle.
No obstante, el miércoles pasado en un bar porteño, despojada de cualquier divismo, no quiso que la charla con El Eco terminara sin recordar que, donde sea que la lleve la vida, ella es y será “supertandilense”. Mis vínculos más fuertes los sigo teniendo allá e incluso mi grupo de amigas íntimas es el de siempre: el de mis amigas de gimnasia de Tandil”, aseguró.
Sus padres no quedaron fuera de esa declaración de principios y al respecto indicó que se considera una suerte de “fusión” de ambos: “Mamá me dio todo lo que tenía que ver con lo artístico y papá todo lo que tenía que ver con el deporte y el manejo del cuerpo”.
Pero en definitiva, ¿cuál es su vocación hoy, si ahora baila, modela, estudia teatro y promociona zapatos?
“Día a día voy descubriendo diferentes pasiones. Yo tomo clases y me preparo para todo. La disciplina, como buena taurina, para mí es fundamental, y quiero seguir estudiando para que cuando lleguen las posibilidades pueda estar lista, porque además me encanta la tele, la conducción. ¡Me gustaría tener un programa propio, poder conducir!
-¿Un programa para los chicos, como “Chiquirrisas”, de Cecilia?
-No. Me gustaría ser una Susana Giménez. u
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios