Pasaron 25 años del crimen de Rito Arturo Penino, uno de los casos sin resolver
La mujer recordó que a las 2.30 del 30 de mayo de 1989 le avisaron por teléfono que le habían disparado a su hermano y se dirigió al domicilio de Alem 636, donde estaba ubicada la peletería y en el primer piso, la vivienda.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“El bajó las escaleras de su casa y abrió la puerta a alguien que llamó. Seguramente lo atacó alguien. El no quiso dejarlo entrar al negocio. Al lado de ese zaguán estaba la puerta de la peletería”, describió y contó que su hermano había trabajado en la fábrica Kaffka hasta que se independizó.
La puerta del comercio quedó rota, como señal de la lucha. Cerca también hallaron uno de los zapatos del peletero. Sin embargo, todo estaba en orden y los familiares no pudieron detectar faltantes, motivo por el cual estimaron que el robo nunca se concretó.
En ese forcejeo, la persona que lo esperaba en la calle le disparó con un arma y huyó corriendo en dirección a Sarmiento. Penino cruzó a la estación de servicio, se desvaneció en el intento para pedir ayuda y rompió la vidriera. Finalmente, una ambulancia lo llevó hasta la Clínica Chacabuco, donde llegó con sus últimos suspiros y nada pudieron hacer para salvarle la vida.
El móvil
En la escena del crimen, María Angélica Penino encontró abierta la puerta de la casa de su hermano. Todo estaba en orden y no había rastros de sangre. La policía ya estaba buscando pistas para iniciar la investigación. “Yo me quedé sentada porque no lo podía creer”, recordó y con las señales del dolor que aún se leen en su rostro.
Tiempo después, una vecina le relató que había escuchado los gritos de auxilio, lo que abonó aún más la hipótesis de que se resistió a un robo.
Además, por ese entonces, Penino había comprado un auto cero kilómetro y lo iba a buscar a Buenos Aires, por lo que la sospecha de que tenía dinero podría haber motivado el atraco.
El asesinato causó un enorme impacto en la familia y en la comunidad, ya que se trata de una familia muy arraigada en estas sierras. Con más de 70 años, la madre de la víctima quedó inmersa en una profunda conmoción y sus hijas tuvieron que sostenerla, al tiempo que seguían el curso de la investigación. Innumerables fueron los viajes a Azul, sede de la fiscalía que llevó adelante la instrucción que a la postre quedó trunca.
“Mi hipótesis es que fueron a robarle, porque él estaba preparando un viaje a Buenos Aires para recibir un auto. Esa noche iba a viajar. Siempre supuse que quisieron entrar para robarle. Estaba en pleno trabajo, porque los meses de invierno en su negocio se trabajaba mejor”, explicó y describió que su hermano, que estaba divorciado, se dedicaba al comercio y disfrutaba de jugar tenis en el club Uncas.
María Angélica lo ayudaba a organizar la documentación. Tras el asesinato, permaneció tres meses en el negocio y aclaró que “no le quedó una deuda, como se dijo. Nadie me fue a reclamar nada. No había un motivo para pensar que le podría pasar esto”.
Por otro lado, mencionó que “había de por medio una chica que había ido a ofrecerse para trabajar. Esa mujer pudo haber escuchado, cuando anduvo por ahí, que él viajaba, que tenía dinero. No la conozco y no se supo más de ella”.
Gracias a una de las empleadas de Penino, la que había recibido a la aspirante en ocasión en la que le tomó los datos personales, se confeccionó un identikit pero la sospechosa nunca fue encontrada.
“A mi hermano lo ultimó una persona, pero cómo organizaron eso y quiénes, no sé. No supe nunca y hoy ya no quiero leer la causa”, expresó y confirmó que si bien hubo un hombre señalado como el autor del disparo, nunca se pudo comprobar.
Vivir sin saber
“Yo sé quién era mi hermano. Una persona honesta, trabajadora, que hizo todo con su propio esfuerzo. No tenía problemas con nadie”, describió María Angélica Penino.
En cuanto a la investigación, sostuvo que –junto a su familia- “hicimos todo lo que pudimos pero no nos alcanzó, como a mucha gente de muchos otros casos muy hablados en los que no se llegó a nada”.
Expresó que “el paso de los años te va dando resignación”, porque “tengo la tranquilidad de que sé cómo era él. Era una gran persona, un gran amigo de sus amigos y como lo tengo siempre conmigo, me quedo con los mejores recuerdos”.
Con una enorme fortaleza, describió que es “terrible” vivir sin saber qué pasó y aseguró que siempre aguardó que se esclareciera el homicidio para poder superarlo, aunque ya no le quedan esperanzas.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios