Piloto de tormentas
Por Marcos Gonzalez
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En los aspectos políticos y sociales, Tandil no es la misma que hace seis meses. Como tampoco lo es el país. Cada quien hará lectura que crea más acertada en torno a las causas y las consecuencias de esta situación. Y sobre todo del porvenir.
Lo que es innegable es que el panorama en la coyuntura es crítico. Y es en estas situaciones cuando la política debe aplicar sus mejores artes y oficios. Para intentar cambiar la realidad, si es que amerita un cambio; para sostenerla, si así lo mereciera. O al menos, para explicarla.
Algunos actores políticos de la ciudad han dado señales en tal sentido. Con áspero criticismo, algunos; apelando a la paciencia, otros. Con ambigüedades, no pocos.
Ayer, durante la denominada Marcha de las Frazadas, pareció confirmarse que quien no logra hacer pie en este panorama de crisis es el Intendente. Evidenció lo que viene demostrando en estos últimos meses: incomodidad ante el nuevo cuadro.
Se sintió cómodo -quién no- en una situación de relativa estabilidad, que reinó durante gran parte de sus casi trece años de gestión.
Se manejó y administró -y bien, a la luz de los resultados electorales- en épocas de bonanza. El mérito no es menor. Las pocas y puntuales crisis que le tocó enfrentar las manejó con solvencia. Sin ir muy lejos, durante la época de las movilizaciones en contra de la Resolución 125, supo acompañar el reclamo del sector afectado. Con energía y con ideología. Con política, en definitiva. Aun a costa de saber que al Gobierno nacional de entonces poco y nada le gustaban las alineaciones en su contra. Y lo hacía sentir.
Pero Lunghi no dudó. Y salió airoso con su postura.
Todo parece indicar que los reclamos de hoy -y concretamente el de ayer, en contra del tarifazo- no le son ajenos. Su propio jefe de Gabinete y posible sucesor, Mario Civalleri declaró no estar de acuerdo “con un aumento de tal magnitud”. Y habló en plural. Nadie puede suponer que el delfín de Lunghi va a decir algo en contra de la opinión de su jefe.
Sin embargo, ayer, frente a los manifestantes, al Intendente le faltó reacción. Tomar un micrófono y decir, palabras más, palabras menos, lo que dijo Civalleri. No hubiera dejado conforme a los más de mil ciudadanos que se convocaron a pesar del mal clima (el bolsillo sigue siendo el órgano más sensible del tandilense medio).
Pero hubiera sido un gesto de acompañamiento. Más simbólico que efectivo, puede ser. Pero la política también -y sobre todo desde el interior, donde no se determinan las políticas macro- está hecha de símbolos. De palabras y de acompañamientos a reclamos que él mismo considera justos.
Hasta hace poco hemos visto a un Intendente que se supo mover en mares de relativa -o como dicen algunos, fingida- calma. Ahora le toca llevar el timón en estas tempestades.
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