Pipo Pescador, un juglar que se ocupa de los niños
Pipo desplegó sobre la mesa de conferencias tres de sus últimos libros: La campana bajo el agua (sordera infantil), María Caracolito (niños con síndrome de down), y Buenos Airesitos (guía de Buenos Aires para niños), de ediciones El Narrador, siendo sus editores Pedro Konstandt y María Rado, con fotografía y estética de Paula Toto Blake.
Es reconocida la creación de un rico cancionero infantil del artista, con ?El auto de papá?, como su trabajo musical más difundido, atestiguando su obra de una dilatada carrera la docena de discos. Es autor de 30 libros de temas diversos, La Magia de leer es una edición única para niños que se inician en la lectoescritura.
Pipo comenzó hablando de sus libros ?que tratan sobre los niños que tienen algún tipo de discapacidad, María Caracolito marca escenas cotidianas de la vida de la niña, las operaciones a las que tiene que ser sometida, todo lo que representa un prototipo de una niña o niño con síndrome de down. La campana bajo el agua continúa esta serie que va a ensamblarse con otro libro sobre los chicos autistas que se va a llamar Casas sin ventanas, la idea es armar esta pequeña colección?.
Luego el escritor se explayó sobre el contenido de cada uno de los textos que incluyen cuentos, poesías, dedicándose a leer algunas para ilustrar mejor sus conceptos. En caso de la sordera y hablando que en estos pacientes causa falta de equilibrio leyó: ?Sostener el equilibrio es juego dificultoso, caminar siempre en el borde sin caer dentro del pozo, mantener el centro justo sin torcerse para un lado, el cordón de la vereda es un camino afilado?.
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-¿A quiénes están dirigidos sus textos?
-A los niños comunes, no es para discapacitados. También es de interesante la lectura para los padres, docentes, para aquellos que estén en contacto con estos niños.
En este libro trato las dos grandes escuelas en cuanto a la sordera, la que busca que el niño hable y escuche y la que busca que se maneje con señas.
-¿Cuál es la mejor? Se lo pregunto porque hay una vieja discusión al respecto.
-Las dos se pelean mucho, es verdad. Pero para graficarlo, el niño que tiene un implante coclear en una edad pequeña, dos años hasta tres, puede lograr entrar a la vida casi como una persona normal porque configura su universo sonoro y su lenguaje casi a la altura de los otros chiquitos, nunca igual. El problema es cuando tiene 14 años y le hacen este implante, algunos se enloquecen y prefieren que se los saquen; a otros les produce inconvenientes y otros escuchan pero no saben lo que escuchan, entonces tienen que trabajar horas y horas las maestras para darles los elementos para lograr buenos resultados. Hay escuelas que impiden que se utilice las señas con los niños oralizados porque dicen que los vuelve para atrás.
Para mí las dos escuelas tienen valor y siempre me refiero con mucho respecto a ambas.
Tolerar no es lo
mismo que incluir
Y hablando de María Caracolito no podía sino hacer referencia a la integración o segregación y dijo: ?Es un libro que no fue simple hacerlo pero está más acotado a la vida de una niña con síndrome de down y lo de caracolito es porque es lenta, ya que una de las características de esa enfermedad es la lentitud. Amo mucho este libro y creo que es muy logrado.
-¿Qué opina de la integración de los niños discapacitados en escuelas comunes?
-Prefiero la palabra inclusión. En el libro hay un cuento que se llama Flor en jardín equivocado: ?El primer jardín al que concurrió María Caracolito resultó un fracaso, cuando la mamá averiguó si la nena podría ser recibida con todos los chicos le dijeron que sí. Luego quiso saber si ayudarían especialmente a la niña cuando tuviera algún problema, también dijeron que sí. Los papás de la niña se aliviaron mucho cuando recibieron respuestas tan positivas, porque conseguir un lugar para Caracolito no era fácil. Pero la felicidad duró poco. Un día la mamá concurrió al jardín en mitad de la mañana para pagar la cuota porque estaba atrasada, aprovechando un tiempo de espera cruzó el patio en dirección al salón de los gusanitos donde se encontró con una triste sorpresa: María Caracolito estaba completamente sola en el fondo del salón con los deditos en la nariz y cara de aburrimiento, mientras la maestra y los chicos jugaban a ponerle la cola al burro en el pizarrón. María Caracolita concurría al jardín como los demás chicos, tenía la oportunidad de participar en todas las actividades pero eso no era suficiente, nadie le ayudaba a superar las dificultades que tenía. Si le costaba trabajo entender un juego quedaba excluida, en poco tiempo una niebla la aisló de sus compañeros, estaba desprotegida. ´No quiero que mi hija permanezca en este sitio´, exclamó la mamá y tomándola de la mano se la llevó a su casa. María Caracolito es una bella y delicada flor diferente a todas, su mamá sin querer la había puesto en un jardín equivocado. Una lástima, porque hubiera sido mejor no tener que irse cuando ya habían comenzado las clases. El cielo de otoño estaba oscuro, inmensas nubes grises ocultaban el sol?.
Esto es lo que le pasó por ir a un lugar donde la ?toleran? pero no la ?incluyen?.
-Pero esto está cambiando mucho gracias a las maestras integradoras.
-Es verdad hacen un gran trabajo, pero falta mucho todavía.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios