Popurrí de tandilenses
El Eco de Tandil recibió dos correos de parte de coterráneos que, casualmente, residen en Mallorca pero tienen miradas distintas de lo que fue su ida. Una más bien melancólica y la otra, no volvería al país. Ambas son valiosas y resulta interesante contrastarlas.
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Yamile y Claudio Silverati
no piensan en volver?
?Soy Yamile y estudié en la Universidad el profesorado en educación inicial. Estoy casada con un tandilense, Claudio Daniel Silverati, y nos vinimos a España con el corralito, en pleno caos. Logramos viajar gracias a Gisele, mi hermana, que me ayudó con los pasajes y aunque ningún inicio es fácil, desde el primer día hemos dado pasitos hacia adelante?, relata.
?Vivimos en Can Picafort, en Palma de Mallorca, a tres calles de la playa (que son hermosas), he trabajado en varios rubros y jamás nos faltó el trabajo. Hemos crecido en muchos aspectos, personalmente he vuelto a creer en mí misma, tenemos sueños, metas e ilusiones. No he vuelto a ver la mirada de desesperación y desilusión que solíamos tener allá en Argentina?, explica.
?Como verán, no pertenezco al grupo de los nostálgicos argentinos, más bien al de los renegados. Lo único que hecho de menos es a mis viejos, sobrinos y a mi ahijado, pero ya está y no pienso volver. Aquí compramos nuestro pisito y hace dos meses que adquirí una guardería. Estamos luchando día a día, nada es fácil pero con esfuerzo se van consiguiendo las metas?, agrega Yamile satisfecha. Aunque admite, a la vez, que ?Claudio a veces añora un poco más, la gente, no sé bien qué es? pero tiene bien claro que no quiere volver y que vivir como lo hacemos aquí, en Argentina, es imposible. Por ejemplo, días atrás hicimos un viaje por Galicia en coche y alucinamos, porque fue genial (la gente es maravillosa y se parece un poco más a los argentinos). En cambio allá, lo más lejos que te vas es a Mar del Plata, ja?.
?Así es mi vida, soy feliz y aunque la gente aquí es un poco más fría, te acostumbrás y te adaptás, además, hemos logrado conocer gente muy buena y muy solidaria. Por caso, recién llego y termino de escribirte mientras contemplo la bahía desde mi ventana. Tenemos una vista extraordinaria?, jura la mujer de Silverati y nos envía una foto que concuerda con sus palabras.
Claudia Escudero
escribe con nostalgia?
?Crecí por la calle Sandino, cerca del Tiro Federal. Soy la segunda de una familia numerosa, éramos 8 hermanos. Recuerdo todo aquello con nostalgia, a veces cierro los ojos y me parece oír el sonido del agua que corría por el arroyo de la calle Richieri. Allí jugábamos con los chicos del barrio, era todo campo abierto, maravilloso, el sueño de cualquier niño; había muchos árboles y en verano, a la hora de la siesta, nos tumbábamos en la hierba a escuchar los pájaros y a mirar el cielo, descubriendo formas de animales, cosas y personas que nos regalaban las nubes? Jugábamos a la payana, al elástico, a la mancha, no pasaban autos, en el barrio nos conocíamos todos, escuchábamos la dulce voz de mamá, que nos llamaba a la hora de la comida, o de la cena? Y así, día tras día, fue una época maravillosa, que forma parte de mi vida. Hace un mes caminé otra vez por aquellas calles, me parecía increíble porque en la distancia idealizás tus recuerdos y el sólo hecho de imaginar, o soñar con caminar por tu antiguo barrio te acelera el corazón. Por eso cuando vuelves tu visión es otra, te pesa más la nostalgia que la objetividad de las cosas. Te preguntan: `¿Cómo ves Tandil?´ y uno responde: `¡Hermoso!´. Porque es el amor de uno, ese amor eterno del que todos hablamos, ese amor que llevás en el corazón y que nada lo iguala, por más ciudades que veas y conozcas, Tandil es tu alma. El que está allí percibe otra cosa, la realidad, la economía, etc.; pero el que se ha ido y vuelve es como el pájaro que regresa al nido, lo encuentra confortable, amigable, hogareño??, las palabras de Claudia Escudero brotan desde el corazón.
Un duro desarraigo
?Cada tandilense que se ha marchado a vivir afuera tendrá una historia diferente y un sentimiento diferente. No todos sufrirán el desarraigo, por suerte, pero yo soy de la gente que sufrió el desarraigo, que ama Tandil, que ama volver tantas veces pueda, que unos mates con los amigos y la familia es como una condecoración a la vida, es como un premio, es la expresión de la felicidad. A pesar de las dificultades económicas, nuestros padres querían que estudiáramos, así fue que después de terminar la Escuela 1, fuimos con mi hermana Popy a Sagrada Familia, de allí tengo mis mejores amigas. Aquellas amistades de antaño siguen siéndolo un montón de años después, son el néctar de la vida, que perdura a través del tiempo y la distancia. Es la cara amable de nuestra existencia. Estudié Magisterio en I.E.S y cuando terminé tenía 20 años, me había casado, tenía una hija y otro hijo que venía en camino, la familia de él era española, y cosas del destino, yo recuerdo que no quería dejar Tandil, pero los padres de él se iban a España, así que nosotros fuimos detrás, sólo era por un tiempito? ¡y ya han pasado 25 años!?, rememora como si fuera ayer.
?Mallorca es la isla más grande del archipiélago balear y tiene unas playas y unas calas paradisíacas. Llegué acá en marzo de 1985, tal cual les digo, qué lejos se van mis recuerdos, atrás dejé a mis padres, a mis hermanos que eran unos nenes chiquititos, mis planes de seguir estudiando, cosa que me apasionaba, como lo era jugar con mis hermanos, estar con mis padres, con la familia, ir al Parque, al Dique, cosas sencillas que me hacían feliz y que dejé atrás?, se relame nostálgicamente.
?Nació acá mi segundo hijo Pablo y aunque cueste creer, casi la única forma de comunicación eran las cartas, cada una que llegaba era una fiesta del alma, me preparaba unos mates para leerla y luego las volvía a releer, buscando algo que me hubiera salteado, las guardaba, las olía, las esperaba, hoy en día las conservo? están amarillentas, pero son testigos de mis primeros pasos lejos del hogar, fueron mis amigas, mi apoyo moral, leía una y otra vez las frases que me daban ánimos y me decían: `Claudia, sigue adelante, no te caigas´. Llevaba toda mi vida luchando contra las adversidades, ésta era una lucha más grande, añoraba mi familia, mi Tandil, y aunque parezca increíble, pasé como tres años sin hablar por teléfono con mis padres porque ellos en esa época no tenían línea. La primera vez que llamé fue a casa de una vecina, que iba a buscar a mi familia y por fin pude oírlos, casi me desmayo, del otro lado estaban papá, mamá y mis hermanitos?, redacta y se toma una pausa.
Pionera serrana
?Fui la primera que llegó a Mallorca de mi familia, después vinieron mis hermanos, primos, tíos, amigos, amigos de amigos y así se pobló de tandilenses la isla, cosas de la vida, suman más de cien de mi parte. Me casé por segunda vez con un valenciano, tengo 4 hijos, Paola (26 años), Pablo (24), Marcos (5) y Daniel (4), todos han nacido acá menos la primera?, afirma.
?En Tandil ?prosigue- trabajé en la clínica Chacabuco, en el quincho del club Independiente, en una inmobiliaria, en la colonia de vacaciones del Tiro Federal, no llegué a ejercer como maestra porque al terminar de estudiar me vine a la isla. Aquí he trabajado en mil cosas, he sido camarera de pizzería, de restaurante, en promociones, tuve una tienda multibazar durante 2 años, me he dedicado a hacer tatuajes temporales en verano de cara al sector turístico (la principal fuente de ingresos para los isleños es el turismo). He hecho mil cosas y mi último emprendimiento ha sido un pelotero-cafetería, con el que llevo ya hace tres años, haciendo cumpleaños para niños, mi página web es www.divercafe.es?.
Y culmina con el corazón partido: ?Cada vez que puedo voy a Tandil, es como reencontrarme conmigo misma, es más, siempre pienso en volver y vivir en Tandil, a mis dos hijos mayores no los muevo de acá, porque tienen sus trabajos, sus amigos, aquí han crecido, estudiado y según dicen ellos: aquí se quedarán. Recorrí Italia, Alemania, París y pasé por las fronteras de Suiza y Austria. En España, bordeé toda la frontera, pero siempre llevo en mi corazón a Tandil. Lo tengo dividido en dos amores: Tandil y Mallorca, amo a los dos, es una disyuntiva. Pero con el pasar de los años te das cuenta que tu corazón siempre estará partido en los dos continentes, tienes gente que amas y lo ideal es lograr un equilibrio. Hoy por hoy me siento a gusto en la isla, aquí he pasado toda mi juventud, he tenido montones de vivencias, he crecido espiritualmente, he conocido muchísima gente. El balance es positivo, pero siempre añoro a mi Tandil querido, a mi gente, mi ciudad? Me gustaría volver, pero creo que permaneceré siempre cerca de mis hijos, tanto los grandes como los chiquititos siempre necesitan a su madre. Estas son las cartas que me ha tirado la vida y, bueno, hay que seguir jugando?.*
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