Por la inseguridad, vecinos de Las Tunitas optan por irse del barrio
Vecinos del barrio Procasa 3 “Evita”, situado en Las Tunitas, expresaron su preocupación por la situación que viven, ya que los hechos delictivos están a la orden del día y no vislumbran ningún atisbo de solución a futuro. Tal es así que muchos han optado por mudarse a diferentes zonas de la ciudad y otros intentan encontrar otro lugar donde vivir, lamentando que el barrio donde se criaron se haya transformado en “tierra de nadie”.
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En diálogo con El Eco de Tandil contaron la situación de inseguridad que viven y pidieron que se preservara su identidad por temor a que los delincuentes puedan tomar represalias con ellos.
“Tierra de nadie”
Explicaron que todo comenzó hace aproximadamente tres o cuatro años, cuando el barrio empezó a cambiar.
“No podemos ni tomar un mate afuera porque las piedras caen al lado de uno, arriba del techo, habiendo nenes chicos, no tienen respeto por nada”, expuso una de las frentistas.
Los hechos delictivos ocurren con frecuencia y los vecinos se han acostumbrado a situaciones como ver chicos corriendo con un plasma u otros electrodomésticos a plena luz de día o a llegar a sus casas de trabajar y encontrarse con que ingresaron delincuentes y les sustrajeron diversos objetos. “Es tierra de nadie”, resumió una de las frentistas.
Y recordó que hace dos años, cuando se desató el conflicto por la instalación del destacamento en la barriada, los jóvenes que estaban en contra gritaban: “Acá mandamos nosotros, el barrio es nuestro”, lo cual resume lo que está ocurriendo hoy en día en el lugar.
Desprotegidos
Aseguraron que desde que se puso en funcionamiento la base operativa situada en Juldain y Fortineros no ven cambios. Es que en la sede policial hay dos efectivos, que no tienen un patrullero disponible las 24 horas y que, de acuerdo al relato de las vecinas, se involucran lo menos posible porque “saben que son menores”.
“Llamás a la policía y te pregunta tu nombre, algunas veces te piden hasta el número de teléfono, y si no les das todos los datos que te piden, no van. Hay casos de vecinos del barrio que llamaron para denunciar y los delincuentes hasta se enteraron el número de teléfono, recibieron amenazas y les cascotearon el techo de la casa”, deslizaron.
Después del destacamento “todo sigue igual, llegan las nueve de la noche, se apagan las luces y no queda nadie, están solamente de día”.
“Hace un tiempo cobraban peaje para dejarte entrar, siendo del barrio. Hace poco asaltaron un remís con su pasajera. Ya los remiseros no quieren entrar más”, sostuvo una de las vecinas.
Vivir con miedo
Hace 25 años la vida en la barriada no era igual. “Te podías sentar en la vereda a tomar unos mates, tranquilo, no pasaba nada. Pero ahora salís a trabajar y no sabés si te va a venir un piedrazo, si te van a robar o qué te va a pasar”, afirmaron.
“Es una suerte que no hayan matado de un piedrazo a una criatura, en la escuela se escuchan pelotazos a las 2, 3 de la mañana, gritos, motos, no podemos descansar a la noche. Incluso muchas veces escuchamos tiros. Si nos vamos, le avisamos a algún vecino para que nos mire la casa”, contaron.
Asimismo, expusieron que “la gente no se mete mucho porque tiene miedo de la represalia. Está funcionando la comisión vecinal, pero por ejemplo la gente del Procasa 3 no se acerca hasta el CIC porque los están mirando y tienen miedo de que los apedreen o les hagan otras cosas. La comisión abarca bastante, arriba del cerro, Las Tunitas, el 17 de Agosto, pero se sienten más amenazados los del Procasa 3 porque ahí es donde está el foco de infección, en el Pasaje 3 que da justo a la base operativa de policía, y las casas siempre son las mismas. Todos se juntan en ese lugar. Por eso no querían que pusieran la base operativa ahí”.
Convivencia complicada
Por otro lado, los vecinos manifestaron su indignación ante la inacción policial, que llega al punto tal de que a una mujer que vive frente al destacamento, un policía se acercó para avisarle que le acababan de robar el perro, pero no hizo nada. En tanto, a otra vecina le avisaron que un juego de jardín que le habían sustraído estaba en la casa 45 del pasaje 3 del Procasa 3.
“La policía nos dice que el problema es que los agarran, pero después salen porque son menores. Hace 25 años que vivimos en el barrio y fuimos con mucho miedo a vivir ahí en ese momento, y había delincuentes, pero cuidaban el barrio y jamás se metieron con nosotros”, sentenció una de las frentistas.
Y expusieron que “hace un par de años que la convivencia es muy difícil porque te apedrean la casa, no podés dejar el auto afuera porque tiran piedras, no podés tener los chicos afuera jugando. Pasan con las motos acelerando, te abren los autos constantemente”.
“Está siendo muy difícil la convivencia, y como la policía no tiene armas para manejarse desde lo legal, entonces es un círculo que no tiene salida, porque es burocracia, porque es política”, lamentó la mujer.
Y explicaron que en el Pasaje 3 “se matan a palos entre novias, mujeres, amantes, siempre hay conflictos y a veces a la madrugada es un caos. Un día se estaban peleando en la calle dos embarazadas y los policías mirando desde la base operativa, sin hacer nada”.
Si bien aseguran que no hay prácticamente patrullaje, cuando algún móvil anda por esa zona “se calman”, por lo cual consideran que una posible solución sería que hubiera un patrullero las 24 horas en esa cuadra que es tan conflictiva.
“Todos los días roban en esas casas tan lindas en Villa del Parque, que la gente participa en la comisión, y vienen a ser la frutilla del postre para ellos”, afirmó.
Y enfatizaron que “antes no había robos en el barrio, pero ahora para salir de tu casa es toda una historia, cerrojo, pasador, un mensaje a algún vecino para que mire la casa. Algunos tratan de no dejar sola su vivienda, esas cosas que antes no vivíamos”.
Otra modalidad que utilizan para robar es juntarse varios chicos con motos frente a una casa haciendo ‘willy’ y contraexplosiones mientras uno de ellos revienta una puerta e ingresa a la casa con el fin de lograr el robo sin que nadie escuche nada.
“A una chica que es policía le sacaron un plasma, una mochila con el arma reglamentaria. Ahí hubo bastante revuelo de policía, pero pedimos que sea así para todos”, remarcaron.
“La policía tiene las manos atadas”
Las vecinas lamentaron la “impunidad que hay. La ley está complicada respecto a los menores, la policía tiene las manos atadas porque hubo mucho gatillo fácil. Los chicos saben más de las leyes que nosotros, saben que no los pueden tocar, le dicen barbaridades a la policía y no pueden hacer nada”.
Y afirmaron que muchos de los chicos que roban y provocan los disturbios se criaron en el barrio pero “se han juntado con otros chicos y corre mucho la droga”.
“Desde la comisión se hizo un pedido al Ejecutivo para que haya más presencia policial, porque el barrio lo necesita y cuando está el patrullaje es como que el barrio está más tranquilo, se cuidan un poco”, indicaron.
Y consideraron que “si el patrullero se quedara en forma permanente, a media cuadra de la base operativa, sería parte de la solución, porque ahí comienzan los problemas”.
En tanto, aseguraron que la llamada Casa de Manos Abiertas, donde se contenía a chicos de la calle, no está funcionando como tal y que si bien ahora la cuida un matrimonio mayor, antes estaba abandonada y “se metían adentro, prendían fuego, llevaban las cosas robadas. Ahora hay un matrimonio que tiene problemas de alcohol, igual siguen sucediendo hechos, pero con dos personas grandes que viven ahí, no tan abiertamente, aunque el señor por una botella de vino o cerveza les deja ingresar cosas”.
Por eso exigieron que “haya más presencia policial 24 horas, porque constantemente pasan cosas. El foco siempre estuvo y sigue estando en el Pasaje 3 del barrio Procasa 3”.
Además, cuestionaron que muchos chicos andan en motos que evidentemente son robadas, sin luces, casco ni patente y “viene un pobre laburador que está cansado y recién salió de trabajar, lo paran y le sacan la moto por pequeñeces”.
“Me gustaría que Lunghi viviera una semana en el barrio”
Muchos vecinos ya dejaron el barrio y otros están considerando la idea de mudarse.
“La mayor parte es gente de trabajo, son pocos los complicados, y una manzana podrida pudre el cajón y los vecinos no dan más, muchos se están yendo del barrio”, afirmaron.
Una de ellas expuso que está pensando en irse a un departamento pequeño porque “no se puede seguir viviendo ahí. Yo participo de las reuniones de comisión, me muevo, pero veo que la ley y la burocracia no funcionan para que esto cambie. Muchas gente ya se ha ido. Alquilan o venden y se van”.
Otra frentista afirmó que “si yo tuviera oportunidad me iría también. No se puede vivir así. La gente que se va a las 4 de la mañana a trabajar con miedo. Hay casas que son un boliche bailable todas las noches, y llamás a la policía y te dicen: ‘no vamos porque nos apedrean’”.
“En una reunión en la que estuvo Lunghi, nos dijo que les hablemos a los chicos que hacen estas cosas. Me gustaría que Lunghi viviera una semana en el barrio”, concluyó.
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