Salud, divino tesoro
La médica sanitarista Martina Iparraguirre, abordó criterios de la profesión en tiempos donde algunas prácticas generan inquietud en la opinión pública y evaluó la importancia de profundizar en el historial clínico como herramienta de diagnóstico preventivo. Señaló que los tandilenses, recurren a terceras opiniones en materia de interconsultas.
Un reciente informe de investigadores de tres grandes universidades estadounidenses probó que la cifra de fármacos y prácticas médicas que incumplen la promesa con la que habían sido lanzadas al mercado, es significativa.
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Luego de relevar más de 3.000 artículos publicados en prestigiosas revistas científicas y dedicados a informar los resultados de ensayos de control aleatorios, los profesionales hallaron que casi 400 correspondían a “reversiones”, es decir, productos objetados por su bajo o nulo nivel de eficacia.
Según los expertos, el 92 por ciento de los estudios “innecesarios” se realizó en poblaciones de países de altos ingresos, y las categorías más cuestionadas fueron la enfermedad cardiovascular, la medicina preventiva y los cuidados intensivos.
Asimismo, el trabajo mostró que la medicación es el tipo de intervención más común y que en muchos pacientes es la solución que más frecuentemente se indica, aunque no sea necesario.
En nuestro país algunos casos paradigmáticos de prácticas médicas incorrectas han trascendido en los últimos días los ámbitos de expresión y generaron inquietud en la población. Con cada hecho, aumentó también la percepción de que la mala praxis en profesionales y centros de salud es un problema en expansión.
Pero más allá de ciertos hechos puntuales, el cuidado integral de la salud es un concepto que abarca mucho más que la ausencia de una enfermedad . La importancia que reviste la consulta y evaluación médica se muestra como una herramienta imprescindible a la hora de detectar factores de riesgo o patologías que pueden ser tratados con mayores posibilidades de éxito.
Normativa y criterio médico
Para conocer en detalle los alcances y beneficios que la medicina preventiva aporta al mantenimiento de la salud humana, El Eco de Tandil dialogó con la Doctora Martina Iparraguirre, especialista en clínica médica y sanitarista y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata y la UNICEN.
-¿Qué tipo de prácticas forman parte de un chequeo médico en un paciente sano?
-Esta es sin duda la parte más interesante de la medicina porque hay una serie de normas y nomenclaturas que establecen la cantidad de controles que hay que llevar adelante en función del ciclo vital que un paciente atraviesa, en relación a los antecedentes propios o familiares y que son determinantes para indicar la periodicidad con que deben realizarse. Aquí es donde aparece lo que denominamos el tamizaje o screening, que es la implementación de métodos de diagnóstico que medidos en costo-efectividad se ha comprobado que aplicándolos de manera universal a una población específica permiten tener una pesquisa precoz de patología. El ejemplo más característico es el PAP (citología vaginal) o la mamografía.
-Ahora más allá de lo general, ¿qué clase de exámenes son más específicos?
-Hay algunos métodos más tabú, como la videocolonoscopia que es un estudio que según indican las guías médicas, a partir de los 50 años deberían realizarse tanto hombres como mujeres sin antecedentes heredofamiliares, con historia clínica limpia. Este exámen es fundamental porque permite detectar el cáncer de colon de manera muy temprana ya que es una enfermedad que evoluciona lentamente. Aquí hay algo para destacar porque lo interesante de la medicina es que cuenta con normas muy estrictas por un lado y arte por el otro, ya que el paciente con toda la razón no quiere ser parte de una estadística. La herramienta más importante en este punto, es la historia clínica ya que no hay ningún método de diagnóstico tecnológico que haya logrado superar un buen interrogatorio. El aspecto técnico sirve muchísimo pero es complementario.
-Al paciente promedio, ¿qué se le solicita y con qué frecuencia?
-Cada persona es un mundo. Hay que ubicarse primero en cada grupo etario. Para el caso de un adulto de unos 45 años, con hábitos de vida saludables y sin antecedentes patológicos personales o familiares es recomendable que la visita médica se haga efectiva al menos una vez al año para solicitar pocas determinaciones. En muchos casos hay que indicar menos de las que se suelen pedir. Un hemograma, un hepatograma, un perfil lipídico, función renal, análisis de orina completa y glucemia, son las prácticas de laboratorio con la que ingresan los pacientes a una consulta de clínica médica. También para la población sexualmente activa se solicitan estudios de serología para HIV, hepatitis B y VDRL (examen para la detección de sífilis).
-Ergometrías, radiografías, espirometrías ¿se piden habitualmente?
–Para todas estas prácticas de control cardiológico hay que tener en cuenta el aspecto más relevante como son los antecedentes. Si no los tengo, no debería hacerme una ergometría salvo que sea un atleta de alto rendimiento que exija mi músculo cardíaco a tales efectos. Si el paciente es fumador, tiene colesterol alto o mucho sobrepeso comienza a tener influencia otros factores de riesgo que son necesarios evaluar mediante estas prácticas.
-En líneas generales estos estudios, ¿son inocuos para la salud?
–Este es un punto muy interesante porque nosotros como profesionales cuando no sabemos para qué pedimos lo que estamos solicitando, muchas veces desconocemos cómo metabolizar esos resultados y cómo informarlos al paciente. En medicina esto se denomina incidentalomas, que son hallazgos que muchas veces terminan por someter al paciente a una serie de estudios o análisis innecesarios. Hay que tener en cuenta que la medicina se hace basada en evidencias, y si bien la advertencia de un potencial riesgo puede ser la diferencia de un diagnóstico precoz el excesivo uso de muchas herramientas, sería inviable para el sistema de salud. Además existe el riesgo de caer en la iatrogenia (daño producido por una droga o procedimiento que el médico administra o realiza dentro de una indicación correcta) que en EEUU por ejemplo, es la quinta causa de muerte.
-Pero este factor, ¿está lejos de ser considerado mala praxis?
-Esta figura es un término jurídico, y muchos profesionales de mi generación nos hemos formado en esta cultura de la judicialización de la práctica médica. Los legistas la llaman medicina defensiva y mucho a derivado debido a la iatrogenia donde si bien no hay mala intención, tampoco se advierte el riesgo que reviste de realizar múltiples estudios, o de ahondar en el sobrediagnóstico o en el sobretratamiento. No hay que ser inocente tampoco porque muchos tratamientos farmacológicos se ven sometidos a la presión que ejercen en el mercado las grandes compañías de medicamentos. Este factor, como también el tiempo que imprime la posmodernidad en la que se busca solucionar un problema con mayor inmediatez, pueden generar daños en un paciente aunque por supuesto esta no sea la intención del médico.
-Entre los paciente, ¿existe temor a someterse a cierta práctica o al resultado de la misma?
-Sí, hay de todo. La endoscopía alta o baja son dos estudios paradigmáticos en los que la gente pregunta por otras alternativas sobre todo porque quedan bajo una sedación. Hay temores distintos y en particular en la ciudad a raíz del emblemático caso de Pérez Volpin, muchas personas en su momento suspendieron las citas que tenían a razón de 8 cada 10 turnos otorgados. Hay que entender que esto fue un episodio aislado y que la utilización de esta herramienta es importante para la medicina preventiva. Después por supuesto hay personalidades del tipo negador, donde el paciente trata de omitir la realización de ciertos estudios o abordajes que para determinadas patologías requieren una visión interdisciplinaria. Aquí como profesionales debemos ser muy responsables y comunicar las consecuencias a las que puede quedar expuesto y dejar constancia en su historia clínica. También hay miedos que están mal direccionados o son infundados y por eso es fundamental el tiempo que cada médico dedica en atender la necesidad de ese paciente.
-El tandilense medio, ¿adquirió la constancia de la revisión médica?
-En su gran mayoría sí, la ventaja de una ciudad más pequeña como Tandil radica en que el paciente se hace de los estudios en un lapso aceptable de tiempo y en 20 días o un mes, retorna al consultorio con los resultados. En términos generales son aplicados pero también hay mucha gente que busca segundas, terceras y hasta cuartas opiniones. Esto se percibe muy fácilmente porque quien realizó otras consultas regresa y describe su diagnóstico con terminología médica muy específica. Pero ejercer la medicina en un distrito como el nuestro es muy beneficioso porque hay mucha cercanía en la relación médico-paciente como también entre los colegas.
-En relación a estas terceras opiniones, ¿se buscan dentro de la ciudad?
-Bueno eso ha ocurrido siempre. Anteriormente existía la creencia que si uno se atendía en Capital los profesionales estaban más preparados que los que los lugareños cuando en realidad, hoy en Tandil la medicina está muy diversificada y tenemos especialistas de todo tipo. En términos prácticos no se necesitaría consultar en otra ciudad aunque para ciertas prácticas o cirugías puntuales, es preciso hacerlo. El tandilense sin embargo, se dirige menos a Mar del Plata que está más cerca y el nivel de medicina es espectacular. Igualmente hay una tendencia que muestra que el colectivo médico ahora resuelve mucho más y por lo tanto, se deriva menos aunque en este aspecto hay cambios que se van realizando con lentitud.
-Por último, ¿hay especialidades que aún están bajo la mirada de la perspectiva de género?
-En este ámbito, aún persiste. Aquí los estereotipos siguen muy marcados a pesar de ser una profesión que es netamente femenina desde siempre. Yo ingresé a la UBA en el año 1994 y la proporción de estudiantes era de 7 mujeres a 1 varón. Incluso los mejores promedios eran de mujeres y sin embargo cuando uno observa los cargos directivos en hospitales o centros de atención en salud, son liderados por varones. Hasta no hace mucho en los 33 hospitales de CABA, 26 estaban dirigidos por hombres. Esta impronta se da sobre todo en los servicios quirúrgicos. Aún existe la creencia de que la mujer no está preparada para resolver con la cabeza fría, que carece de fuerza o de capacidad. Esta mirada persiste entre colegas y sobre todo en la especialidad de cirugía, se mantiene como un reducto cerrado. Seguramente en un tiempo no muy lejano esto se podrá equiparar porque la preparación y los años de residencia son iguales para ambos géneros pero hoy definitivamente existe un respeto hacia el varón médico que la mujer quiera o no, se lo tiene que ganar.