San Martín esquina 9 de Julio, un martirio, para peatón y conductor
Decenas de jóvenes, que ocupan la acera a lo largo y a lo ancho, obligan a los caminantes a descender a la calle para seguir su paso o, en todo caso, emprender la dura tarea de hacerse paso entre el fervor adolescente.
Nada más lejos de estas líneas que demonizar la cultura de ?la banda de la esquina?, que tanto aportó a la historia de tandilenses, porteños y argentinos, en general, pero lo cierto es que sólo las escenas que se observan ?diariamente- muestran el riesgo latente de quienes pasan por ahí, sobre todo, al cierre del horario comercial.
Manotazos al desprevenido que baja a la calle para superar el muro humano de la vereda, mientras coches y los micros pasan por una San Martín que desde las 19 concentra el grueso del tránsito tandilense.
Uno de los fenómenos que se observa: Por el carril del centro de la calle la velocidad parece ser la adecuada, pero por el que va sobre la izquierda los coches avanzan a un ritmo mayor, pasando a escasos centímetros del cordón de la vereda.
Al mismo tiempo, y a contramano de todo manual de conducción, la luz amarilla del semáforo en lugar de desalentar la velocidad por lo general provoca que el conductor hunda el pie en el acelerador y se tire a pasar sin demasiada ?o ninguna- precaución.
La posibilidad de girar a la izquierda desde 9 de Julio hacia San Martín, coronada con un puesto de pochoclos, completa la geografía de una esquina que hoy en día se lleva el comentario de quienes la observan, como tiempo atrás sucedía con la de Rodríguez y Pinto, por lo que generan las palomas encumbradas en el ex Banco Comercial.*
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