Se registran 156 agresiones físicas diarias en escuelas porteñas y bonaerenses
Unos 15 mil casos de agresiones físicas se registraron en los primeros cuatro meses del año en 16 mil escuelas bonaerenses, según revelaron fuentes educativas al Diario Popular. Por su parte, los colegios porteños presentan un panorama similar, con 3.750 casos registrados en unas 4.000 escuelas, estadística que preocupa a las autoridades educativas locales, que señalaron como “crítica” a la situación.
Además, el crecimiento de los episodios de violencia escolar obligó a los maestros a recurrir a terapias y asistir a reuniones grupales, para intentar superar los problemas que se generan tras sufrir una agresión.
La jornada que se desarrolló el sábado en la Universidad Nacional de Mar del Plata, denominada “Violencia escolar y estrés docente” es una prueba elocuente de la preocupación en los educadores. Por su parte, el titular de la cartera educativa porteña, Mariano Naraodowski expresó que “hay que recomponer el respeto en el aula”, como primer paso.
Las declaraciones del ministro fueron formuladas tras el reciente episodio del alumno que agredió a la maestra en un colegio en Caballito, que derivó en la expulsión del agresor e instaló el debate sobre cómo resolver estos conflictos. “Tiene que quedar claro que no es lo mismo hacer las cosas bien que hacerlas mal.
La expulsión en estos casos es positiva, pero al mismo tiempo hay que ayudar a estos chicos y vamos a trabajar para que vuelvan a escolarizarse”, indicó. En tanto, el sociólogo Gabriel Kessler, investigador del Conicet señaló que “no hay recetas ni respuesta fácil, porque hay un claro desdibujamiento del concepto de ley como marco normativo para muchos jóvenes, y en todas las dimensiones, no sólo en la escuela”. Kessler sostuvo que frente al conflicto que deben afrontar las instituciones “se delinean dos posturas” bien opuestas.
“En ciertas escuelas prima la política de separar a los chicos más violentos, pues atacan a sus compañeros en clases y generan un ejemplo negativo para el resto, posición reforzada por la presión de muchos alumnos y padres”, indicó.
El sociólogo mencionó que “los directivos que toman estas medidas no se justifican con un discurso reaccionario, sin en la carencia de recursos, tiempos y saberes para encarar el problema, porque los casos problemáticos exigen mucho trabajo y atención, en detrimento del resto de los alumnos”. “La posición opuesta la encontramos en directivos que, aún reconociendo las dificultades, prefieren tratar de mantener a los chicos en la escuela a toda costa, porque aunque no aprenden nada mientras estén allí, al menos están supervisados”, agregó.
De todas maneras, Kessler quizo dejar en claro que la escuela sigue tieniendo “un rol protagónico porque, a pesar de todos los problemas y carencias que sufre, es quizás la única institución en la que los jóvenes todavía confían y que esperan que contribuya a crear otro futuro posible”.
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