Según el Banco Mundial, Argentina lidera el ranking de naciones con más chances para el acceso a la educación y la vivienda
El estudio presentado este jueves en Washington es el primero en el cual el organismo presenta un índice que mide las oportunidades necesarias para el acceso a los servicios básicos en la niñez.
Realizado a través de la generación de un Indice de Oportunidad Humana (IOH), revela que entre los 19 países más grandes de América Latina, Argentina es el segundo en posicionarse más cerca de la universalidad de oportunidades, con el 88 por ciento, detrás de Chile, que alcanza el 91 por ciento, y por delante de Costa Rica y Venezuela, que obtienen un 86 por ciento.
Respecto al acceso a la electricidad, Argentina se ubica segundo, con 98 por ciento, junto a México y Venezuela, y cuarto en el acceso al agua potable (90%) y al saneamiento (casi 80%).
En lo referido a la educación, el nuestro es el tercer país más cercano a alcanzar la universalidad en la conclusión del sexto grado a tiempo, con el 82 por ciento, precedido por Jamaica, 86 por ciento, y México, con 84, e igualado por Chile.
El índice del Banco Mundial permite medir en qué porcentaje los países brindan las oportunidades necesarias para asegurar el acceso universal de la niñez a los servicios básicos, como agua potable, saneamiento, electricidad o educación Su rango de medición va de 0 (privación absoluta) a 100 (universalidad).
“América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo, en donde el 10% más rico de la población capta el 40% del ingreso total, mientras que el 10% más pobre obtiene sólo el 1%.
En gran medida esto se debe a que no todos tienen las mismas oportunidades”, dijo la vicepresidenta del organismo para América Latina y el Caribe, Pamela Cox, al presentarle a la prensa los resultados del informe.
Por su parte, Marcelo Giugale, Director de Política Económica y Reducción de la Pobreza del Banco Mundial, explicó que el índice surge de “la necesidad de tratar de romper el callejón sin salida, en cuanto a desigualdad”, posibilitando “medir las chances” de desarrollo que poseen los niños y a su vez permitir “un nuevo enfoque a las políticas públicas” de cada país.
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