Sergio Guillermo: testigo del transitar y el cambio de la ciudad
Fue su salud la que lo llevó a ocupar un lugar en la calle San Martín. Una discapacidad en sus piernas, que sufre desde hace más de diez años, le impidió acceder a una fuente de trabajo que lo sustente, por lo que debió recurrir a otra alternativa. Un día decidió ir al centro a vender rosarios para ganar unos pesos, pero observó que eran más las contribuciones que recibía de la gente sin nada a cambio, que la cantidad de rosarios que vendía. Por lo que un día se animó a preguntar a los encargados del estacionamiento donde hoy se lo puede encontrar, si podía colocarse en la entrada para continuar a la espera de la bondad de las personas, quienes, sin saberlo, lo ayudan a comer y vivir a diario.
Recibí las noticias en tu email
Todos los días Sergio se traslada desde su casa en la zona del Parque Industrial, donde vive con una de sus hermanas junto dos gatos y seis perros que completan el grupo familiar, hasta su ‘lugar de trabajo’, al que toma con total responsabilidad y no hay lluvia que lo detenga o lo ausente. Su ubicación estratégica le permitió conocer a muchísimos personajes de la escena local, así como también de la nacional, como a Mauricio Macri, cuando aún no era Presidente de la Nación pero sí del Club Boca Juniors, y a la Tota Santillán, entre los que recuerda.
Se muestra muy informado. Sabe lo que pasa en la ciudad y en el país, por lo que se anima a criticar el panorama actual y el accionar político, que muchas veces, señala, resulta escaso: “Los políticos no ven la realidad”. Por lo que no es de asombrar que entre sus mayores deseos se encuentre ser Presidente del país y poner la provisión de fuentes de trabajo, la eliminación de la desnutrición y la garantía de seguridad entre sus prioridades. Aunque también se muestra atraído por el espectáculo, ya que le gustaría ser actor y locutor, profesiones completamente compatibles con su vocación política, si se consideran las personalidades actuales.
Su mirada durante estos más de diez años en la calle le permitieron creer que “Tandil es diferente”, que no hay tanta pobreza “o no se ve, como en otros lugares”. Sin embargo, protesta ante la inseguridad evidente: “Nadie hace nada” para solucionarlo. A la vez que las conversaciones que entabla con la gente también le permiten conocer la realidad personal de algunos que ven en él un confidente, que por supuesto lo es, ya que no revela ni el más mínimo detalle de lo que la gente le cuenta, que afirma principalmente se relaciona con problemas económicos o de pareja. La mayor satisfacción que Sergio dice obtener de su disposición a oír se encuentra en la ayuda que considera le está proveyendo a esa persona que lo necesita, “la gente se desahoga, se lo saca de adentro y lo necesita para aliviarse”, lo cual lo reconforta.
Creyente, afirma que haber empezado a caminar a los siete años fue un milagro. Y si una lección quiere dejar a las generaciones futuras es que: “Cuando algo se quiere, se puede”.
No deja de agradecer a la gente que día a día le extiende la mano y le da lo que tiene en el bolsillo para que siga adelante, ya que sólo contar con su pensión mínima le sería imposible sobrevivir. Así como también, solicitó expresar sus agradecimientos personales: a la familia Maidana (Elsa, Alfredo e hijos), a Tito Iob por atenderlo a diario, a Santiago, a su hermana Cristina, a su cuñado Hector, a Aldana, a Juan, a Enzo, a Josefina, a Juani, a su otra hermana Lourdes, a todos sus sobrinos y, finalmente, a toda la gente que lo ayuda todos los días.
Este contenido no está abierto a comentarios