Sierra del Tigre, la reserva abierta al diálogo con la naturaleza y la historia

(Por Paula Rodríguez) La brisa mueve con suavidad los pastos naturales. El movimiento se confunde con el tranco suave de los burros que se acercan al camino en busca de golosinas. Los turistas los acostumbraron a fuerza de ofrecerles pan y galletitas. Cruza un bambi por el camino -en un espectáculo poco frecuente- y las llamas se posan en la escalera agreste del cerro.
Todo es naturaleza. Pulcra y simple. Y si los visitantes se animan a bajar de los autos y a caminar por el nuevo Sendero de los Diálogos, allí descubrirán una buena porción de la historia de la ciudad con los vestigios de la explotación de la piedra que realizaban los picapedreros.
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la premisa
La reserva abre sus puertas, en horario de verano, de 9 a 19. Las reglas son pocas y entre las cosas prohibidas figuran arrojar basura, prender fuego y llevarse ejemplares de cualquier tipo. “En general hay mucha conciencia y los chicos saben que no tienen que arrojar papeles ni residuos”, contó el veterinario Claudio Barletta, quien convive todo el día con las especies que pueblan las sierras.
Sierra del Tigre fue fundada en 1973 por el doctor Humberto Cuevas, médico dermatólogo, y Ulises Barletta, quien aún es el presidente de la cooperadora que sostiene a la entidad. Tuvieron la idea de constituir esta reserva en un lugar que era un páramo y por entonces no despertaba el interés de los tandilenses. Hoy deslumbra porque ofrece el ecosistema completo de las sierras más la historia de los picapedreros.
“Les gustó el lugar para reservarlo tal cual era. Para abandonar la actividad canteril, que ya estaba un poquito abandonada, y se propusieron preservar el lugar, el ecosistema, tal cual es, con los animales que fueran propios de la fauna autóctona”, dijo el hijo de uno de los fundadores.
Por ese entonces, lograron cercar el predio -unos 40 kilómetros de alambre olímpico- con la ayuda de las Fuerzas Armadas que aportaron el trabajo a través de los hombres que estaban en el servicio militar y alambradores contratados.
“Se preservó el lugar para que no haya incursiones de cazadores, porque la gente venía a cazar y a juntar plantas, como claveles del aire. De todos modos, no era una zona muy habitada. Siguió funcionando y llegó hasta la actualidad”, describió.
A caminar
las sierras
En la actualidad, por año reciben aproximadamente a unas 50 mil personas y afortunadamente, cada vez se acerca más gente. “Nuestra propuesta en la boletería es tratar de invitarlos a que caminen, porque si hacen rápido el circuito en auto no ven nada, y menos el que maneja porque el camino no es muy fácil”, confió el veterinario.
Las personas que llegan en grupos muchas veces ingresan con algún guía que viene con su circuito armado. Pocos solicitan que alguien los acompañe, y ese factor motivó la idea de hacer un sendero autoguiado con un folleto.
“En la reservan van a ver naturaleza, se van a compenetrar y ser parte de ella. A partir de ahí van a poder descubrir una hormiga, una araña, el cactus, una flor, infinidad de aves”, explicó Claudio Barletta.
En cuanto al tiempo de permanencia en el paseo, indicó que algunos dan la vuelta en auto y tardan pocos minutos, incluso a veces están más tiempo en la cantina que en el cerro. Otros se quedan caminando, bajan y regresan a los cerros. En promedio, disfrutan del paseo durante una hora y media.
De los 50 mil turistas que llegan cada año, a través de una encuesta se detectó que cerca de la mitad ya estuvo en Sierra del Tigre con anterioridad. Tanto en verano -que es un período más extenso- como en las vacaciones de invierno -donde llega mucha gente en menos tiempo-, la afluencia de público es muy buena.
Diálogos
Para esta temporada, la novedad fue el lanzamiento del Sendero de los Diálogos. Una invitación a interactuar con el patrimonio natural y cultural de la reserva.
“Es un sendero; no es un camino organizado o fácil. Es una huella que hay que seguir, que coincide con el camino de cornisa que usaban los antiguos picapedreros hace 150 años para sacar piedra en carretas”, explicó el responsable del paseo.
La licenciada Ana María Meineri colaboró con los datos históricos de los picapedreros. No hay mucho escrito sobre la actividad y en particular de las canteras que funcionaron en Sierra del Tigre.
“Todo este cordón serrano en el Instituto Geográfico Militar figura como Sierras del Tigre, entonces la reserva natural toma el nombre del cordón serrano. Acá hay muchas bocas de canteras abandonadas de pequeño tamaño”, dijo Barletta durante una grata caminata.
“En este Sendero de los Diálogos tratamos de motivar al turista. Hay una mala concepción con la reserva natural: todos vienen a ver animales, cuando lo que tienen que venir a ver es naturaleza e historia, como la de los picapedreros. La reserva tiene un bonus especial que es la parte histórica”, celebró con entusiasmo.
Y Claudio Barletta no exageró. En la apacible mañana, andar por las cornisas, seguir las huellas de los animales y descubrir los carteles que indican dónde mirar resultó una actividad enriquecedora, además de placentera.
Antes de 1900, en Sierra del Tigre funcionaban canteras que la Municipalidad daba en concesión para la producción de adoquines y material para la construcción. En el camino se pueden descubrir distintos vestigios de la actividad artesanal a pequeña escala, desde cortes de piedra hasta las construcciones que utilizaban los lugareños.
Los secretos
del diálogo
El nuevo sendero, que demanda alrededor de una hora de caminata a paso firme, está señalizado pero se evitó la contaminación visual. El diseño del camino y los criterios de demarcación los realizó la doctora en ciencias naturales Susana Ricci, especialista en ecología y conservación de recursos naturales. Luego, lo materializó la reserva que costeó los carteles. “Es importante para mostrarle al turista lo que nosotros queremos que vea”, afirmó Claudio Barletta.
Profesionales de las carreras de Gestión Ambiental y Turismo de la Unicén fijaron los criterios para establecer los puntos del camino en los que tendrán que reparar los futuros visitantes y un folleto impreso les proporcionará datos sobre el espectáculo que aparecerá ante sus ojos.
El sendero es agreste y lo utilizan distintos animales como las llamas. Tras unos cuarenta minutos de andar, empalma con el sector donde dejaron sus construcciones los picapedreros. Los habitáculos de piedras, con sus ventanas, siguen en pie para aportar otro atractivo a la reserva.
Con el folleto impreso, los visitantes pueden seguir el camino y descubrir distintos aspectos de la historia de esas sierras y de Tandil. Además de la información, podrán disfrutar de algunos pasajes literarios “para ayudar a compenetrarse con el paisaje, que es lo que nos cuesta que los turistas hagan. El folleto sirve para ponerse en sintonía con el paisaje y con la historia”.
Por otra parte, el sendero y su guía permiten que los visitantes se animen a salir del circuito de los vehículos y tomen contacto directo con la naturaleza. Entonces, al filo de la cornisa verán las rocas y descubrirán las eras geológicas. También, los distintos cortes de piedra, que se contraponen a la redondez de la erosión natural. Los estados de molienda aparecen en distintos sectores, con las marcas de los pichotes, y la materia prima para los clásicos adoquines.
Como si todo esto resultara poco, las vistas panorámicas donde se contraponen los campos sembrados, las sierras agrestes y la ciudad. Un paisaje de ensueño que invita a volver una y otra vez, al son del recorrido de los brazos fornidos de los picapedreros para moldear el granito de Tandil. u
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios