Sucesos notables en la historia de Tandil
Sucesos notables en la historia de Tandil
Por Juan Roque Castelnuovo.
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Los comienzos de la agricultura
La agricultura intensiva en nuestro partido es posterior a la ganadería, habiendo carecido de importancia hasta el comienzo del último cuarto del siglo XIX, por entenderse que el suelo de la pampa era impropio para el cultivo y, además, porque se consideraba que más valía un par de cuernos de vaca que el mejor de los sembrados.
La llegada en 1850 del colono dinamarqués Juan Fugl y el posterior establecimiento de la colonia de connacionales -Juan y Jorge Larsen, Pedro Nielsen, Christian Mathiasen, Blas Andersen, Adolfo Petersen y Federico Christiansen habría de cambiar ese criterio.
Cuando a partir de 1863 comenzó la entrega de chacras, se vio favorecida considerablemente la agricultura. Tanto más cuando en 1886 se produjo el ensanche del pueblo, respondiendo a la ley de ejidos.
Ya en 1860 Tandil contaba con un molino harinero -el de Juan Fugl- cuya construcción insumió un costo de 30 mil pesos de la moneda de la época. Veinticuatro años después, el mismo Fugl levantaba el que por muchos años conocimos como Molino Viejo, donde hoy está el Parque de la Industria.
Y en 1880, Pablo Christiansen edificó el Molino del Tandil que, como el anterior, producía alrededor de mil toneladas anuales de harina. Las tierras ocupadas en cultivos agrícolas en 1881, llegaban a 4.208 hectáreas. Y las de los plantíos fijos, a 8752 hectáreas. La superficie total de chacras era, según el censo de ese año, de 7.873 hectáreas.
Los cultivos diversos eran: 3.295 hectáreas de trigo, 527 de maíz, 302 de cebada, centeno y otros granos. Y 167 hectáreas de alfalfa y otros cultivos.
Los implementos agrícolas eran entonces, entre otros, 289 arados, 48 máquinas de cegar, 100 rastrillos, 6 trilladoras y 5 norias.
La cosecha de 1896-97, habría de resultar mayor. Se cultivaron 16.557 hectáreas, de las cuales 1.024 eran de alfalfa, 5.150 de maíz, 10.173 de trigo, 113 de avena, 95 de cebada y 2 de centeno.
La siembra arrojó una producción de 7.843.206 kilos de trigo, 93.228 de avena, 87.375 de cebada, 1.391 de centeno y 666.950 de maíz. El rendimiento por hectárea fue: 7,70 fanegas para el trigo; 8,25 para avena; 9,19 para cebada; 6,95 para centeno y 13 fanegas para maíz.
Veinticinco años más tarde se sembraban 8.220 hectáreas de avena; 8.100 de trigo; 480 de cebada; 4.570 de maíz; 6.720 de papas; 130 de lino y 780 de otros cultivos. En resumen, 29.000 hectáreas.
En lo concerniente al precio de los arrendamientos agrícolas, éstos eran bastante variados; pero, no bajaban de 19 pesos la hectárea, llegando hasta 67, cuando no más, si se trataba de tierra para papas.
La agricultura no sólo local sino también regional, reclamaba a la sazón una atención sostenida, muy especialmente de la banca; pero, ésta no se manifestaba.
Allá por el año quince, un grupo de amigos del doctor Ramón Santamarina -hijo del carretero precursor- resolvió perpetuar su recuerdo con una obra de interés nacional, dando origen a la Escuela del Hogar Agrícola que llevó su nombre, transformándose con los años en Escuela Granja y finalmente Escuela Agrotécnica. Allí se cumplió, desde el comienzo, una importante tarea en lo que concierne a la enseñanza teórica y práctica de las tareas del campo, lo que contribuyó en buena medida al fomento agropecuario.
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 20 años por El Eco de Tandil.
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