Tertulias, mate dulce y discusiones políticas, así se vivía 1816

En ese mismo momento, se marcó un cambio rotundo dentro del contexto político de la época, según relata Karina Carreño, Licenciada en Historia. Aunque se respiraba un aire de felicidad gracias a la idea de ‘dejar de ser colonia’ y de tributar al rey español, muchos no lo compartían. Algunos criollos fueron considerados ‘traidores’ por sentirse parte de España, debido al temor que causaba imaginar el arribo a un orden que desconocían y un abandono de las costumbres que provenían desde el viejo continente.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa sociedad de aquella época era muy distinta a la que conocemos ahora, aclara la historiadora, aunque muchos hábitos se mantuvieron hasta el día de hoy, sufriendo modificaciones en el trayecto. Allá, por 1816 el Acta de Independencia contemplaba libertades que hasta el momento no eran admitidas, mientras otras ni siquiera se consideraron y hoy concebimos como básicas. No sólo implicó el desligue de la monarquía española, sino que también estableció la completa prohibición de la mita, un sistema de trabajo esclavo. Sin embargo, los esclavos continuaron siendo empleados como mano de obra hogareña entre las clases altas, mientras los hijos que nacieran a partir de ese momento eran ‘libres de vientre’.
La forma de vestir provenía, indudablemente, de los españoles, ya que eran la influencia más directa del lugar. Sin embargo, el poncho fue el que marcó la identificación de los habitantes del territorio americano, el cual proveía de características específicas según la región donde haya sido confeccionado, por lo que permitía identificar la procedencia de quienes los portaban.
El espacio de socialización por excelencia de las clases altas continuaron siendo las tertulias, un lugar que invitaba a reunirse desde la tarde hasta las diez u once de la noche. El protocolo de la ocasión consistía en visitar a la ‘señora de la casa’ para conversar de temas sociales y políticos que atañaban al contexto en aquel momento. Mariquita Sánchez de Thompson era reconocida en la época por ser una gran anfitriona, ya que disponía de su casa para que se convirtiera en escenario de discusiones políticas. En contraposición, los trabajadores celebraban otro tipo de encuentros, donde el mate y las charlas alrededor del fogón eran los protagonistas.
En cuanto al amor, las parejas se formaban independientemente de la postura política de cada uno, aunque las diferencias desecadenaban conflictos al interior de las familias.
El cabello conformó un aspecto de diferenciación de clase entre las mujeres. Aquellas que gozaban de un buen pasar, llevaban su cabellera larga y suelta, aunque se la recogían luego de haber contraído matrimonio, mientras que las trenzas largas eran características de las más humildes. Asimismo, la ropa interior sólo podía ser adquirida por las más pudientes, quienes también llevaban miriñaque debajo de sus faldas largas, siendo las enaguas una alternativa para quienes no contaban con recursos suficientes. El matrimonio era también una institución de la que sólo podían gozar aquellas mujeres que provinieran de ‘buenas familias’ y eran distinguidas por tener familias bien constituidas. El ajuar, que contenía manteles y sábanas bordadas a mano, entre otros elementos, eran preparados por la candidata desde que aprendía a caminar, aproximadamente. Por su parte, quienes pertenecían a los estratos más humildes se ‘juntaban’ sin estar casados.
Al contrario de lo que se cree, la base de la dieta de los gauchos y criollos no era la carne. Las cocinas hogareñas elaboraban guisos y pucheros con frecuencia. Estos contenían verduras que los labradores cultivaban en sus propias huertas, por lo que el zapallo y la papa no predominaban en las pulperías para la venta. Sin embargo, la carne era protagonista de las mesas donde algún festejo se estaba llevando adelante, era motivo para compartir con otros.
El mate que marca la tradición es el dulce, debido a que permitía calmar el hambre que llevaban los estómagos con menor poder adquisitivo. Eso sí, la yerba recorría un largo camino desde el norte hasta llegar a las pulperías donde se adquiría. Allí también se acostumbraba beber oporto y que se permitía que las mujeres disfrutaran.
Luego de indagar entre las costumbres que se gestaron por aquellos años de deseo de libertad, se podría decir que la ‘tertulia’ es la que se mantiene hasta el día de hoy. A pesar de que la costumbre de reunirnos, socializar y extender las reuniones hasta altas horas de la noche o hasta que el dueño de la casa lo disponga se considere un hábito que ocurre en la mayoría de las culturas, no en todas sucede y en la nuestra tiene estas características particulares. Es así como la historia que nos determina y nos construye, nos dejó una muestra del arraigo de nuestras raíces coloniales y que hoy nos caracteriza como argentinos.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios