Un abogado tandilense representó a una niña de 5 años que cambió su identidad de género
El letrado Facundo Achaga ejerció la representación de la pequeña Flor, una nena azuleña de cinco años que decidió cambiar su identidad, en el marco de la Ley Nacional 26.743. Una historia que es noticia por la escasa edad de su protagonista, pero que evidencia la necesidad de visibilizar las infancias trans y de dar respuesta urgente a los sentires de quienes a veces no pueden expresar libremente su género.
Flor no nació como Flor, pero hoy lo es por derecho propio. Ella tiene cinco años, vive en la vecina localidad de Azul y desde muy temprano supo que era una niña aunque su documento de identidad no dijera eso y llevara otro nombre.
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Con una claridad y convicción que sorprenden en alguien tan pequeña, trazó su propio camino y gracias al apoyo incondicional y amoroso de sus padres, su psicóloga y el abogado tandilense Facundo Achaga, consiguió por fin que la ley reconozca todo lo que ella siente y sabe desde siempre. Sin dudas, se trata de un valioso antecedente para que otras personas puedan dar el paso si lo desean.
El Eco de Tandil conversó con el doctor Achaga, responsable de tramitar ante el Registro Provincial de las Personas la nueva partida de nacimiento y el nuevo DNI de la protagonista de esta historia, en el marco de la Ley Nacional 26.743 de Identidad de Género sancionada en el año 2012. Se trata de una normativa de avanzada que permite a las personas modificar los datos personales en el Registro y cambiar el nombre, la imagen y el sexo registrado; acceder a tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas totales o parciales para adecuar el cuerpo a la identidad elegida; y desarrollar la personalidad de acuerdo con la identidad autopercibida. Además, despatologiza las identidades trans y les concede derechos antes cercenados.
Así, el 23 de julio se iniciaron los trámites en la delegación azuleña del Registro de las Personas para anular la partida de nacimiento original y confeccionar una nueva, y su consiguiente DNI. “Quiero señalar la predisposición de la jefa del Registro de Azul con quien me comuniqué previamente y fuimos aclarando todas las dudas. Es importante contar con funcionarios públicos con perspectiva de género para que las cosas sean más fluidas”, expuso el letrado.
El rol del abogado
Aunque para los adultos no es necesaria la figura del representante legal y puede el interesado mismo gestionar su documentación, el artículo 5to. de la normativa establece que “con relación a las personas menores de dieciocho años de edad la solicitud del trámite deberá ser efectuada a través de sus representantes legales y con expresa conformidad del menor, teniendo en cuenta los principios de capacidad progresiva e interés superior del niño/a de acuerdo con lo estipulado en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley 26.061 de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Asimismo, la persona menor de edad deberá contar con la asistencia del abogado del niño prevista en el artículo 27 de la Ley 26.061”.
Aquí es cuando entra en juego Facundo para patrocinar el interés supremo de la niña, a través del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual provincial. “Me contaron la situación, me puse en contacto con los padres de Flor para conocer el caso y pactar una entrevista con la niña”, inició su relato.
“Es importante conocer la voluntad de la niña y había que abordarla con cuidado, los pequeños son sujetos de derecho y acá surgió el desafío de conocer la voluntad de la nena”, contó y destacó que recibió asesoramiento de la cartera ministerial. “Es importante que dentro de las áreas ministeriales se cuente con estos espacios que dan a la administración pública un enfoque de género y derechos humanos que es vital”, acotó.
Tratamiento digno
La situación identitaria se cristalizó cuando a raíz de un episodio de salud, sus padres la llevan al hospital municipal y en el centro asistencial la llaman por el nombre anterior, lo que generó una profunda angustia en la nena. Aunque sus padres explicaron cómo eran las cosas a los agentes de salud intervinientes, estos replicaron que debían nombrarla de acuerdo al nombre que figuraba en el documento.
“La ley exige que se dirijan a cada quien de manera digna, esto implica tratarlo conforme al género que se autopercibe sin importar la documentación. Eso estuvo lejos de un trato digno y fue una falta grave a la legislación. Ahí emerge la inquietud de Flor de que cambie su DNI porque ella no era eso que decía el documento y comprendió los problemas que podía llegar a causarle en el futuro”, explicó Facundo.
Otro espacio de vital importancia para estas cuestiones es el ámbito escolar, en este caso el Jardín de Infantes, que también se prestó a acompañar la decisión de su pequeña alumna. “Amén del trámite, el jardín venía acompañando el cambio. Ella empezó a tener algún inconveniente porque la trataban como niño cuando ella se sentía de otro modo, pero bastó que sus padres hablaran para que enseguida empezaran a darle el tratamiento correspondiente”, reseñó Achaga.
Soy lo que soy
Al entrevistarse con su pequeña clienta, el abogado le preguntó cómo se llamaba y respondió sin titubear “Flor”, resumiendo en un nombre propio su lucha. El nombre como acto político. “Le pedí si podía escribirlo y lo hizo. Después le di unos crayones y le propuse que se dibujara a sí misma, y se dibujó vestida como niña y con el pelo largo”, prosiguió la narración.
Finalmente, luego le explicó cuál era su trabajo y por qué estaba ahí, le comunicó que iba a representarla en el trámite para defender sus derechos y hablaron sobre el significado de la documentación personal. Entonces le pidió a la madre de Flor el DNI de ese entonces y se lo mostró para preguntarle si se reconocía en ese nombre y en esa foto. La respuesta fue un no rotundo; esa imagen y esa denominación ya no le pertenecían,
También, en medio de la charla, el letrado le consultó por su dibujito preferido, que resultó ser la princesa Elsa, un personaje de la película animada Frozen, la que interpreta una conocida canción infantil que en su estribillo agita aquello de “libre soy”. Nada más adecuado para este caso, donde el deseo de libertad perforó el corset de la cisheteronormativa para dar lugar al verdadero sentir.
Infancias libres
Las infancias trans están poco visibilizadas y siempre son noticia, porque no es lo más habitual que una niña de tan corta edad manifieste por un acto libre de su voluntad su decisión de atenerse al cambio de identidad. Consultado sobre este tema, el profesional consideró que “tiene que ver con una construcción social marcada por un patrón cisheteronormativo. Lo ‘normal’ en el sentido común es que el ser humano se divide en masculino y femenino, y eso una definición arbitraria. Es una clasificación en función de parámetros anatómicos cuando la persona es mucho más que su cuerpo. Lo interesante sería que deje de ser noticia, pero hay muchas infancias trans escondidas en sus propias casas y son muy pocos los que deciden realizar el trámite”.
Los estereotipos de género también obstaculizan en más de una ocasión que estas identidades se expresen libremente, atadas a viejos paradigmas que asignan características y gustos según el sexo biológico. Una categorización que obliga a los niños a amoldarse a ciertas cuestiones que se esperan de ellos de acuerdo al binarismo varón/mujer. Concepción sesgada y arcaica que deja afuera a todo un universo de infancias, sentires e identidades.
“Espero que este sea el puntapié inicial para tener una sociedad más justa y libre de discriminación. A nadie se le puede exigir que sea algo que no es”, cerró.
Con este paso legal, una nueva historia, que la reivindica y contiene, empezó a escribirse para Flor. Una historia que, como el nombre que eligió para su vida, está impregnada con la fuerza de mil primaveras.