Un cineasta radicado en Tandil estrena su ópera prima basada en una novela de Martín Kohan
Se trata de Rodrigo Caprotti, director de “Bahía Blanca”, largometraje que se proyecta este sábado y domingo en la Sala Incaa Unicen, con entrada libre y gratuita como parte de las actividades de la Feria del Libro. Es la primera ficción del realizador y documentalista formado en Capital Federal, quien reside y trabaja en Tandil. La película es una adaptación de la novela homónima del reconocido autor Martín Kohan.

Todo comenzó hace casi diez años atrás, cuando Rodrigo Caprotti dio con la novela “Bahía Blanca”. En la ciudad portuaria se corría cierto rumor crítico con respecto a la obra, y como bahiense, eso atrajo al realizador. Entonces surgió la posibilidad de adaptar el texto para su versión cinematográfica, un sueño que finalmente se convirtió en la primera película de ficción del director.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Bahía Blanca” es un thriller que narra la historia de Mario, docente universitario que, excusándose en una investigación sobre el escritor Ezequiel Martínez Estrada, huye de su pasado viajando hasta la ciudad del sur de la provincia. Como describe la sinopsis, “la nueva ciudad parece ser el lugar ideal para el olvido, hasta que un encuentro fortuito con un viejo amigo desencadena el peor de los peligros”.
El largometraje fue protagonizado por un elenco de prestigiosos actores, entre los que se encuentran Guillermo Pfening, Elisa Carricajo, Javier Drolas, Marcelo Subiotto y Ailín Salas. Tuvo paso por diversos festivales, entre ellos el Bafici, y finalmente logró su estreno local, en la pantalla de la sala del Espacio Incaa Unicen, en el marco de la Feria del Libro, como parte de una actividad conjunta del espacio con Hola Cineclub.
Con entrada libre y gratuita, “Bahía Blanca” se proyectó ayer, a las 19, junto al cortometraje “Hola Presenta, Alicia y Ricardo”, y hoy, a las 18, junto al cortometraje “Hola Presenta, Diario de Plaza Moreno”.
Con motivo del estreno, Rodrigo Caprotti dialogó con El Eco de Tandil.
-¿Cómo surgió el proyecto?
-El proyecto apareció con el libro, que se editó en 2012, y lo encontré en un festival de poesía en Bahía Blanca. Ya había habido una pequeña circulación sobre la fama de la novela. Algunas personalidades de la cultura bahiense no estaban de acuerdo con lo que se escribía sobre la ciudad y por lo tanto, se había creado un pequeño conventillo. Y eso ya me atrajo para leerla. Dije por algo están hablando tanto de esto, así que la voy a leer. ‘Bahía Blanca’ hace unas descripciones bastante duras sobre la ciudad y sus personajes. Pero descubrí que no era ese el eje de la historia y me atrapó por otro lado. La leí con la idea de hacer una película, como un sueño.
-¿Cómo fue tomando forma hasta convertirse en una película?
-Me encontré con una amiga productora, y le conté la idea, como quien le cuenta el sueño a una amiga. Y ella lo conocía a Kohan. En un principio, a él no le parecía una novela para ser adaptada, pero empezamos a tener reuniones. Kohan no participó de la adaptación pero sí estuvo presente. Poder charlarla con el autor, sabiendo que vas a hacer una adaptación, fue un lujo.
-¿Qué fue lo que más te atrajo de la novela?
-Fue la estructura narrativa, es una estructura medio deforme. Se ancla en lo tradicional, en este caso se podría hablar de un thriller, pero la trama está desdoblada. Lo más relevante de la historia, el punto de quiebre más fuerte está muy avanzado en el relato. Eso me pareció que era atractivo para llevar al cine. Ese golpe de efecto que tiene la novela me parecía que podía funcionar muy bien en cine.
-¿La novela tiene una mirada crítica con respecto a la ciudad?
-Lo que más me interesó es que la novela se anclaba en las ‘famas’ de Bahía Blanca, algo que siempre se ve desde la visión porteña, ideas que se fueron construyendo sobre la ciudad y que en la novela están ficcionalizadas. Se trata de una fama negativa. Me parecía que esos elementos estaban retratados de una forma interesante, a la manera de comedia. El personaje principal decide ir a Bahía Blanca y aislarse ahí justamente por estos aspectos negativos. Aparece la ciudad como un lugar de negación, como un lugar para dejar atrás el pasado y olvidar. Para el protagonista era el lugar ideal.
-¿En tu película te propusiste retomar y replicar esta mirada sobre la ciudad?
-No sé si logré hacer una descripción de lo que era Bahía Blanca, no tengo idea. No estoy seguro de que yo me haya metido con intentar describir a la ciudad. Creo que si salió fue más por mi alma de documentalista, por el oficio de dónde poner la cámara, pero no fue una búsqueda. El título es casi anecdótico, podría haber sido cualquier otra ciudad,.
-Tuviste experiencia como documentalista, ¿cómo resultó el paso a tu primera obra de ficción?
-Fue un paso difícil, principalmente por el trabajo con actores y actrices. La estructura técnica es mucho más grande que la de un documental, pero lo que cambia todo es el trabajar con actores, te pone en otro lugar. Fue un laburo que disfruté bastante. Me acompañé de una directora de casting al principio y ya después me mandé solo. Trabajé con actores de bastante experiencia y eso me ayudó un montón. Yo era el inexperto, entonces intenté rodearme de gente con experiencia. Algo fundamental fue que los actores se interesaron mucho por los personajes.
-¿Cuánto tiempo llevó el rodaje y cómo viviste ese proceso?
-Fueron 16 ó 17 jornadas. Fue algo breve, hoy en día son 20 ó 25 jornadas lo que lleva una película. No teníamos más dinero que para cubrir ese tiempo de rodaje. Fue la experiencia más disfrutable de todo el proceso. Porque es cuando todo lo que venías proyectando lo empezás a llevar a cabo. Es muy lindo crear ilusión y magia ahí en vivo, con un montón de personas que están colaborando para la idea que tenés. Trabajaron 40 ó 50 personas, es un circo que montás por unos días. La hicimos con un equipo mixto de gente de Buenos Aires y Bahía, durante ese tiempo convivimos todos en esa ciudad y se armó una comunidad.
-Tras el rodaje comienza la etapa de edición y montaje de todo el material grabado. ¿Cómo es ese trabajo y cuánto determina el producto final de una película?
-El montaje fue otra etapa copada, porque yo soy montajista de oficio. El primer armado lo hizo una montajista profesional, tomando todo lo que habíamos filmado y estaba planteado en el guion. Y a eso lo agarré yo y lo trabajé por casi dos años. Esa parte del proceso es muy interesante porque podés hacer otra película, podés cambiar el tono, el clima de ciertas cosas. Fueron muchas versiones en el medio.
De Capital a Tandil
Tras finalizar sus estudios en el CIEVYC, Caprotti se afincó en Capital Federal y trabajó en coordinación de post producción para tiras televisivas. Tras intensos años de experiencia, tomó la decisión de radicarse en Tandil, donde se desarrolla en el canal universitario ABRA TV. Contó que vivir en la ciudad “me permitió construir la película de otra manera. Desde Buenos Aires no sé si la hubiera podido hacer así. Me dio la tranquilidad para abordar el proyecto de otra forma”.
El director describió que pertenece a una generación atravesada por la experiencia del Nuevo Cine Argentino surgido hacia finales de la década del 90’, donde películas referentes como “Pizza, birra, faso”, abrieron la puerta a una renovada camada de jóvenes realizadores que tomaron consciencia de que era posible hacer cine de calidad en Argentina, con los recursos disponibles. “Siempre tuve la idea fija, no sé si la de ser director pero sí la de hacer una película, siempre lo tuve en la cabeza”, manifestó Caprotti. Entonces, “apareció esta oportunidad, donde no escribí una película pero sí la adapté”, dijo.