Una madre con sus pequeños hijos vive en una carpa porque no tiene una casa donde habitar
Tiene ocho chicos ?el más grande de 14 años y la más chiquita de 3 meses-, está sola, sin casa, sin trabajo: ?Solamente estoy con tres ahora porque los demás tuve que desparramarlos. Como no tenía un lugar donde estar decidí instalar mi carpa acá porque estaba desesperada. Lo único que cobro es una beca de $ 200 por mi hijo mayor (discapacitado) y recibo mercadería del Municipio, pero no tener un techo es terrible?.
Mientras estábamos en el lugar se acercaron los vecinos, que comentaron que el dueño del predio era ?don Bruno? que murió el 8 de agosto pasado y habría pedido que hicieran en el predio una plaza que llevara su nombre, por lo que solicitan al Municipio que ?le construyan una vivienda en el fondo del terreno?.
?No pienso moverme con los chicos de este lugar , pasarán la noche con los vecinos, pero yo me quedaré en la carpa hasta que alguien me solucione este tremendo problema?, dice la mujer llena de impotencia.
?Con Desarrollo Social llegamos a un acuerdo que señoras del barrio se lleven los chicos a dormir. Los vecinos de enfrente me apoyan para que en una parte de este terreno me hagan una vivienda, de ese modo podré estar con los chicos. Mientras no me den una solución ?insiste- de acá no me muevo?.
No es el futuro que planeaba para sus hijos, ?porque quiero lo mejor y que estén conmigo, no unos por un lado, otros por el otro. Quisiera trabajar y que los chicos fueran a la escuela o a la guardería, pero quién me va a dar trabajo?, dice finalmente al borde de las lágrimas, mientras los chiquitos la miran sin comprender porqué les tocó este costado de la vida.
La mujer necesita de todo y aquellas almas solidarias que quieran colaborar pueden acercarse a la esquina de Neuquén Vicente López.
Recibí las noticias en tu email
Un caso más que duele
Esta es una historia más de marginación, de exclusión con los problemas propios que acarrea la situación: la imposibilidad de acceso a un trabajo que dignifique y haga sentir a la persona en una posición un poco más igualitaria en relación al resto. Vivir al margen crea dependencia a subsidios estatales, pasividad, aislamiento por no poder vivir de acuerdo a las normas culturales establecidas y por último una suerte de conformismo a vivir en condiciones paupérrimas, sin oportunidades.
Para el Municipio es un caso más de los cientos que tienen que resolver diariamente y por más que trate podrá cambiar la cáscara del problema pero no el interior, mientras siga creciendo el número de excluidos sin acceso a una vivienda digna, a la salud, a la educación, a un trabajo y a la cultura. Para los que deambulan sin un proyecto de vida, pensando que le están negadas alternativas de promoción humana, oportunidades, sólo les queda esperar, tener paciencia o esperar un milagro.
De vez en cuando se da, pero no es frecuente.
Este contenido no está abierto a comentarios