Veinte fotografías realizadas por Arturo Aguiar entre 2004 y 2008
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Se dice que el arte devela, causa sorpresa, cuestiona, ¿Cómo lo hace? es la primera pregunta que nos hacemos cuando miramos las imágenes de este físico que explora los procesos cruzados, las temperaturas de color, la iluminación de un lámpara de pilas, pero sobre todo lo que esconde el silencio y el tiempo dentro de una habitación en completa oscuridad.
“Una de las motivaciones de mi trabajo gira en torno a la imagen fotográfica como puerta de acceso a situaciones desconocidas –señala Aguiar y prosigue. Busco explorar los límites de la representación, entendiendo por esto los límites del conocimiento y de nuestra vida misma. Mi obra es la construcción de una poética fotográfica, y como toda poética intenta subvertir los códigos y convenciones del lenguaje que la expresa. Los contrastes entre los fulgurantes brillos y la oscuridad acentúan el misterio de lo humano, lo bello, y a veces lo terrible”.
Opinión sobre la obra
“Arturo Aguiar propone un intento de evadir los usos más comunes de la fotografía, para establecer una fuerte aproximación a una forma de crear imágenes más cercanas al campo de la pintura. El denso misterio que emerge de la particular distribución de luces y sombras induce a comparar sus imágenes con las de la pintura barroca. Paradójicamente, el medio que utiliza, la fotografía, es una herramienta propia de la modernidad y la actitud experimental del autor se vincula con la libertad provocadora heredada de las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX”, dijo Juan Travnik.
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El Mumbat en Expo-diseño
El Museo intervino artísticamente el espacio del bosque en la estancia Fuente de la Alegría, con una propuesta realizada por los artistas Enriqueta Bustillo, Emiliano Techeyro, Norberto Chutrau y Paula Chutrau, en el marco de la edición 2012 de Expo-diseño. Asimismo, en la casona de la estancia expuso sus últimas producciones abstractas, la artista plástica Bety Lucero.
Espacio Mumbat, con su obra enmarcada en el arte contemporáneo “land art”, organizó como soporte una instalación en el propio paisaje, donde la alteración artística, invita al espectador a apreciar efectos y sensaciones, que reflejan la relación hombre-tierra, hombre-naturaleza, artista-medio ambiente. Así, desde una postura contrastante o mimética, se recuperan valores ancestrales, donde el creador desde su sensibilidad dialoga con el territorio, interpretándolo. Esta obra “efímera” nos redescubre volviendo a significar los conceptos arte-espacio-tiempo.
“El Claro” fue intervenido por Enriqueta Bustillo, con su maestría en el desarrollo de objetos con alambre, confeccionando una centena de flores color carmín, que conformaron un acento de color en el arroyo que cruza el bosque. La contemplación de la escena despertó la admiración de los espectadores, que fueron guiados por el recorrido que la misma naturaleza trazó.
Una modulación en un espacio de belleza monocromática, fue la obra de Emiliano Techeyro, una imagen mágica y sensible a la vez, en un diálogo con el entorno revelado. La pureza del blanco y la verticalidad de los sutiles árboles plantados por el autor y rescatados del propio entorno, como tótems ancestrales dieron lugar a “Monte Sagrado”.
Norberto Chutrau, artista plástico cuyo paradigma artístico está ligado a la vitrofusión, realizó una serie de móviles con esta técnica, en diferentes gamas de colores que fueron tendidos en los árboles. Se podían escuchar una cantinela de sonidos emitidos por los mismos, gracias al movimiento acompasado del viento. También confeccionó una cruz que fue colocada sobre la entrada de la ermita de la virgen, que se encuentra al final del paseo. Así como una enorme pieza de vitro-fusión, que pendiendo de un árbol, anunciaba la obra del Mumbat en el bosque.
Paula Chutrau, por su parte, utilizando la técnica del tejido macramé, originó un circuito con colores brillantes, ramas diseminadas en grandes espacios, que remitían a un templo pagano, donde la dinámica y exquisitez de las combinaciones, dieron un marco ideal para la destacada obra de su padre. Este espacio fue llamado “Monte Alegre”.
Por su parte Bety Lucero expuso una decena de obras, de composición abstracta, texturales, que en paletas armónicas unas y contratantes otras pusieron un toque de distinción a la casa de té en el marco del evento.
El Mumbat agradece la predisposición y colaboración de los artistas locales convocados para la intervención, porque a través de estas acciones se pueden dar a conocer nuevas propuestas y revalorizar el profesionalismo en el ámbito artístico tandilense.
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