Vivió muchos años en Tandil
A días de cumplir 99 años, murió el recordado “Sueco Loco” Rudervall
Dueño de una personalidad extrovertida, con un lenguaje muy particular (mezcla de idiomas), vivió en Tandil hasta el año 2000, cuando decidió retornar a su país de origen. Fue tapicero y pasó por clubes, en los que dejó su sello distintivo. Ayer, la Iglesia Danesa lo despidió con sentidas palabras.
A Rodolfo Valentín Rudervall nadie lo llamaba por su nombre. Era “el Sueco”, o “el Sueco Loco”. Iba y venía por las calles de la ciudad con su clásica y vetusta motoneta Vespa, de color naranja.
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Dicen los más memoriosos que muchos de los árboles que hoy lucen en el Centro Náutico del Fuerte fueron plantados con sus propias manos.
A los 77 años, que lo mostraban aún fuerte y erguido ante la vida, decidió volver a su tierra natal. Corría el año 2000.
El martes 11 de enero de 2022, a pocos días de cumplir los 99, se apagó su vida. Y la noticia corrió como reguero de pólvora en Tandil
El “Sueco Loco” y sus hijos habían vivido mucho años en esta ciudad, dejando aquí infinidad de amigos y conocidos que hoy lamentan la pérdida de aquel singular tapicero.
Sus hijos enviaron, incluso, una carta de despedida para ser publicada en El Eco de Tandil, y algunas fotos para recordar a su querido padre.
El recuerdo
Desde Suecia, Roberto, Marcelo, René y Marcos expresaron que “este martes 11 de enero, a los casi 99 años de edad, falleció en Gotemburgo nuestro querido padre Rodolfo Valentín Rudervall, también llamado por sus amigos por el apodo ‘el Sueco Loco’.
Nació en Gotemburgo (Suecia), el 18 de enero de 1923, y sólo le faltaron 7 días para cumplir los 99 años. Tuvo 7 hermanos, de los cuales seis eran hermanas, siendo él el más pequeño de la familia.
De joven y con espíritu de aventura, con un amigo danés, Knud, se largaron en una bicicleta tándem con destino París. En Dinamarca, en uno de sus altos en el camino, en una escuela para adultos, conocieron a dos jóvenes argentinas (primas hermanas), Elsa y Ana Margarita, que estaban de visita familiar, y pronto se enamoraron. Un tiempo después, ellas regresaron a Argentina (Tres Arroyos) y el amor pudo con ellos, que se largaron detrás. Terminaron formando dos hermosas familias, y después de un tiempo, Rodolfo y Elsa se radicaron en Tandil.
Fue durante muchos años vecino de la ciudad serrana, donde ejercía su oficio de tapicero de muebles en la calle San Lorenzo 146, y era reconocido por muchos en Tandil.
Fue un padre exigente pero querido por sus cuatro hijos, Roberto, Marcelo, René y Marcos, compartiendo siempre un sinfín de actividades juntos, fundamentalmente al aire libre, en el lago, en las sierras, en el campo y en el mar, etc.
Cuando ya no pudo con su tapicería, decidió volver a Suecia en el año 2000, ya jubilado, para quedarse definitivamente a pasar los últimos años de su vida, aunque siempre añoró los años vividos en Argentina.
Todos los que lo queremos lamentamos su partida y deseamos que descanse en paz”.