Con los nuevos horarios, disminuyó el movimiento en la ciudad y hay preocupación en los comerciantes
Mariano Abait, de la Unión de Comerciantes de Tandil, consideró que no es positiva la restricción horaria y aseguró que “sí lo sería si el Gobierno municipal fuera un poco más estricto y rígido con las reuniones sociales”. Por tal razón, planteó que “estamos haciendo un esfuerzo económico terrible, insostenible”.
Al llegar el horario anunciado, las 20, e incluso unos minutos antes, las persianas de los comercios comenzaron a bajar, las luces se apagaron y, sin más, empleados y dueños partieron a sus hogares. El poco movimiento que había en el centro, en el anochecer del lunes, fue mermando rápidamente y un rato después, la ciudad se apagó, quedando solamente abiertos restaurantes y bares con muy pocos clientes en los salones.
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Así fue el primer día de implementación de las nuevas restricciones horarias en el marco de la segunda ola de la pandemia. Con la sensación de un déjà vu de lo vivido hace algunos meses, ante el avance de los contagios, las medidas para sobrellevar la pandemia comenzaron a incrementarse nuevamente.
Unos treinta minutos antes de la hora señalada para el cierre, una fila de personas aguardaba para hacer sus compras en el supermercado Monarca. Posiblemente algunos habrían olvidado las nuevas restricciones y por tal motivo, acudieron a último momento a comprar algo para la cena o algún otro elemento que no habían tenido en cuenta.
Muchos empleados que salían de los comercios se encontraban con la situación de que el mercado también cerraba a las 20, un gran problema si no se pudieron organizar antes con las compras.
Minutos después de las 20, Monarca ya tenía sus puertas cerradas pero sin embargo seguía llegando gente que desconocía el cambio horario e intentaba infructuosamente que les permitieran ingresar.
Menos movimiento
Empleados de distintos locales comerciales consultados por El Eco de Tandil comentaron que se notó durante la jornada de ayer la disminución considerable de la circulación de gente en las calles céntricas.
Mayormente se notó movimiento durante la mañana, pero con el correr del día se fue diluyendo poco a poco. Los comerciantes consideran que eso puede ser porque la mayor parte de la población tomó conciencia de la gravedad de la situación e intentó no salir para todo aquello que no fuera esencial.
También aseguraron que desde la semana pasada, cuando el presidente Alberto Fernández anunció las nuevas restricciones ya comenzó a notarse menor movimiento y en consecuencia, bajaron las ventas también.
A su vez, algunos empleados de negocios céntricos explicaron que muchas personas no tienen los cuidados necesarios en el marco de la pandemia y, por ejemplo, ingresan a los locales sin barbijo, situación ante la cual les llaman la atención y les advierten que no pueden acceder de ese modo. Algunas personas simplemente se colocan el barbijo y otras se irritan y les responden mal a los vendedores, aunque igualmente se colocan el tapabocas ante el llamado de atención.
Además, algunos ingresan sin colocarse alcohol, ante lo cual también los empleados deben advertirles que eso es necesario para entrar al comercio.
Un esfuerzo insostenible
Mariano Abait, de la Unión de Comerciantes de Tandil, planteó que “nosotros no vemos que sea positiva la reducción horaria. Sí lo sería si el Gobierno municipal fuera un poco más estricto y rígido con las reuniones sociales, que se siguen haciendo. Está en boca de todos”.
En ese sentido, consideró que “no tiene sentido el esfuerzo” porque “estamos haciendo un esfuerzo económico terrible, insostenible, con pérdidas de puestos de trabajo, cierre de locales, y lo vemos, que es en vano, porque realmente sigue todo con normalidad, cuando no es normal. Estamos con un virus que nos está golpeando muy fuerte y que va a golpear muy fuerte este año, ya que se habla de que la nueva cepa es más contagiosa, y calculo que una parte mínima de la sociedad no quiere hacer caso”.
En ese marco, sostuvo que “es el momento de ser estrictos, y lo está pidiendo la mayor parte de la sociedad. Con respecto a esto quiero sumar las fiestas clandestinas, no se pueden seguir haciendo. Yo entiendo que tienen ganas de juntarse, pero el esfuerzo es entre todos”.
“Si nosotros vamos a hacer reducción de horario y no sabemos si en algún momento vamos a tener que cerrar directamente los locales, el esfuerzo también tiene que venir de esa parte de la población, que es la que no está haciendo caso”, manifestó.
Y expuso que “hasta ahora con los colegas que he hablado han notado menos ventas, no sé si menos movimiento, también se debe al cambio de horario porque la gente está mal informada, no está adaptada. Esto lleva un tiempo hasta que la gente sepa los nuevos horarios. Tampoco el comercio se organizó, algunos están haciendo de corrido, otros cortado”.
“Una reducción horaria lleva un tiempo acomodarse. Yo creo que cuando vengan los días más fríos esto se va a ir acomodando naturalmente solo. El comerciante va a tomar la opción de hacer un horario corrido, por lo que se está hablando, una apertura entre las 9 y las 10 y un cierre entre las 18 y las 19”, afirmó.
Y consideró que “algunos se quedarán hasta las 20, y el cierre anticipado será porque también necesitan hacer las compras. Uno cierra el local y tiene el supermercado cerrado. Estaría bueno que el Municipio revea esto, necesitás una hora como para hacer las compras, esto necesita un poco de organización”.
“Los empleados también tienen una vida y necesitan llevarle comida a sus hijos y no tienen tiempo. El horario es muy acotado, cerrás al mediodía, vas a tu casa, comés, y volvés a abrir. Ellos no deben tener tiempo, deben correr. Tendríamos que tener un lapso de una hora para comprar comida”, señaló.
El reclamo de los kiosqueros
Por otro lado, planteó que tuvieron quejas de muchos kiosqueros por el horario de cierre de los shops de las estaciones de servicio.
“Consideran que están en desigualdad de competencia, porque los shops quedan abiertos hasta las 23. Los kiosqueros aseguran que hay competencia desleal porque ellos tienen que cerrar a las 20 y muchos ya compraron comida que la venden en cierto rango horario, a partir de las 21, a muchos eso se les va a echar a perder, y los shop están hasta las 23; o cerramos todos o que revean la situación”, manifestó.
Por otro lado, sostuvo que si llegan a tener que hacer un cierre total o más restricciones sería “el camino equivocado. La transmisión del virus no está en nuestros comercios, sino en las reuniones sociales y fiestas clandestinas”.
Además, advirtió que el impacto de más restricciones “sería terrible porque muchos colegas están arrastrando deudas del año pasado y el número es importante, supera el 30 por ciento, entonces el golpe sería terrible”.
En cuanto a la reducción del horario a las 20, consideró que “favorece la aglomeración de gente que va a salir en horarios pico y una hora antes del cierre y vamos a tener más gente haciendo cola, todos amontonados, y nosotros no queremos que la gente de contagie, los queremos cuidar”.
Para la CET, “sería imposible
soportar un cierre total”
Por su lado, el presidente de la Cámara Empresaria Marcos Redolatti explicó que en una reunión que tuvieron con los socios, coincidieron en que “es inviable e imposible de soportar un cierre total como fue el año pasado con la situación económica actual, eso es unánime”.
“Con la experiencia del año pasado se sabe que aplicando bien los protocolos, la posibilidad de contagios dentro de los comercios es mínima, y después, en la restricción horaria es donde hay distintas posturas. Los gastronómicos a las 23 lo ven como perjudicial y según su operatoria, genera una limitante muy importante, pero desde la Cámara coincidimos en tratar de fomentar al consumidor de salir un poco más temprano”, afirmó.
Y agregó que “si queremos que profundicen los controles en cuanto a las reuniones clandestinas, desde el comercio la única forma de colaborar es generar un horario de baja o nula circulación. El tema es el impacto de cada uno y el gastronómico es el que ve más perjuicio en este sentido”.
No obstante, advirtió que “el esfuerzo que estamos dispuestos a hacer los comerciantes es en la medida en que veamos un esfuerzo de fiscalización, de control, sino es un sacrificio inútil del comercio”.
“Así uno puede ver que el esfuerzo que hace sirve para bajar la curva de contagios, con el sólo cierre de los comercios incluso hasta se puede incrementar la probabilidad porque al estar prohibido lo legal, se genera todo lo clandestino que es lo que es más difícil de controlar”, vaticinó.