Con su guitarra, el músico Alexander Echandia competirá por un lugar en el Festival de Cosquín
Oriundo de Lobería, hace diez años que vive en Tandil, donde se formó, da clases y hace música. Sin pensarlo demasiado, se presentó en una de las sedes provinciales que clasifican al Pre Cosquín y obtuvo el primer puesto como solista instrumental. En enero viajará a buscar un lugar en el festival folclórico más importante del país.

El músico y docente Alexander Echandia inició su romance con el folclore a partir de las clases de danzas tradicionales que tomaba en su Lobería natal. Pero su costado artístico fue decantando hacia el lado de la música y a los 16 años, agarró por primera una vez una guitarra, instrumento que maneja con pericia insondable y que nunca más soltó. Fue la guitarra la que lo llevó a clasificar por primera vez al PreCosquín 2020, etapa de selección previa al Festival Nacional de Folklore de Cosquín, representando a la provincia de Buenos Aires.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEstudiante avanzado de la carrera de Música en el Conservatorio Isaías Orbe, con diez años de residencia en Tandil y 28 de edad, Echandia da clases en el IPAT (Instituto del Profesorado en Arte 4 “Escultor Carlos Allende”) y es guitarrista en diferentes proyectos.
Sin planificarlo demasiado, hace menos de un mes se largó a participar en la sede provincial de la ciudad de Alberti, cuando fue anacompañar como músico a las bailarinas de Malambearte (grupo femenino de malambo surgido del IPAT), quienes lo animaron a anotarse.
Camino a Cosquín
“Es muy loco pensarlo. Mis colegas me gastan porque nunca me tuve que hacer cargo de ninguna competencia, siempre acompañando y escondido detrás de la guitarra”, contó en diálogo con la Redacción de El Eco de Tandil, a donde llegó con su instrumento bajo el brazo, del que desgranó prefectos acordes en medio de la charla.
“Hay que elegir seis canciones y de esa lista, en el momento de actuar, elige una el músico y otra el jurado. Tienen que ser canciones que te gusten mucho, que uno domine bien. Toqué la primera canción muy nervioso, una de las jurados me pidió ‘Zamba para no morir’ (de Norberto Ambrós y Héctor A. Rosales), clasifiqué y mientras estaba interpretando la canción de la final amaneció, todo un símbolo”, reseñó acerca de su primera clasificación como solista instrumental al PreCosquín, una especie de mundial para los folkloristas, donde compiten músicos y bailarines de todo el país -organizados por provincias- por un lugar en el escenario de la plaza Próspero Molina, en la reconocida ciudad cordobesa.
Asimismo, para poder costear los grandes gastos que originan el traslado y la estadía, organizó junto a otros artistas y colegas una peña para poder reunir fondos que lo ayuden a solventarse. De ir avanzando en el certamen, los clasificados deben pasar casi un mes en Cosquín, hasta llegar a presentarse en el escenario mayor del festival, que se celebra a fines de enero.
“Voy a representar a la provincia de Buenos Aires, a Tandil y a mi pueblo. Son experiencias muy lindas, sirve para mostrarse, para el currículum, para aprender, a nosotros nos queda tocar y golpear puertas para poder vivir de la música”, señaló.
Guitarra vas a llorar
De adolescente, comenzó a tomar clases de piano pero el instrumento no lo sedujo. Hasta que en una oportunidad alguien tocó unos acordes en una guitarra que andaba dando vueltas por ahí, mientras tomaba una clase de piano y se impresionó, algo en el aire lo conmovió. Así fue como comenzó a estudiar guitarra con un carpintero de su pueblo, que le enseñó los primeros acordes y pudo sentirse identificado con ese instrumento que se amoldaba a sus manos.
“Seguí hasta que me vine acá y empecé a estudiar en el Conservatorio. Fue muy de casualidad, las cosas más interesantes suelen ser así. Me costó comprar una guitarra, usaba una prestada al principio”, relató Alexander.
Convencido de que un músico debe estudiar y entrenar como si fuera un deportista, remarcó que no sólo debe prestarse atención a la técnica sino también a adquirir una formación más allá de las cuestiones inherentes a la música.
En ese sentido, consideró que “todo lo que podamos tener de formación intelectual nos va a servir para comunicar, el arte y la música tienen mucho de comunicación. Se puede estudiar mucho la técnica, pero si no hay nada para decir, no sirve de nada, hay que entrenar la cabeza, el gusto por el arte y la cultura”.
“Venite para el folklore”
Férreo defensor y difusor del folklore, definió que “es más que el género musical, es nuestra realidad”. Con el objetivo de poder revalorizar la música folklórica argentina y llevarla a todos los rincones, es que sigue estudiando y practicando, y toca siempre que puede -solo o con otras personas-, con la certeza de hacer latir la fibra íntima de una manifestación artística que se trasciende a sí misma e impregna a toda nuestra idiosincrasia.
“Tomar mate o ir la cancha son actos folklóricos. Es algo que vivimos todos los días y no nos hacemos carne. Quiero que se tome en serio nuestra música nacional”, cerró.