Con su impronta técnica y diversos aportes, se desarrolló la Jornada sobre Buenas Prácticas de Aplicación de Fitosanitarios
La actividad se llevó a cabo en el predio de la VI Brigada Aérea y del Aeropuerto Civil ante un buen marco de asistentes. Los especialistas que disertaron apuntaron a efectuar aportes técnicos y científicos a la discusión pública del tema. Consignaron que el desafío actual radica en cómo poner en equilibrio la faz productiva con la preocupación social, cuando se imponen prohibiciones a las aplicaciones.
En el día de ayer se desarrolló, como estaba prevista, la 40ma. Jornada sobre Buenas Prácticas de Aplicación de Productos Fitosanitarios, organizada por la Red de Buenas Prácticas Agropecuarias con el apoyo del Municipio de Tandil.
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Para llevar adelante el evento se optó por las instalaciones de la Base Aérea y el Aeropuerto Civil, espacios hasta los que se movilizó un buen caudal de asistentes, entre los que se encontraban funcionarios comunales y concejales, integrantes de diferentes entidades de la sociedad civil, personal especializado, representantes del sector privado y público en general.
Los disertantes de la ocasión fueron el ingeniero agrónomo Eduardo Moavro, del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación; el ingeniero Federico Elorza, coordinador técnico de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe); y el médico toxicólogo Alexis Benatti, quienes cuentan con una amplia experiencia en este tipo de actividades orientadas a ofrecer información y aportes técnicos sobre el tema.
Los orígenes de las jornadas
En contacto con El Eco de Tandil, Eduardo Moavro se remontó a los orígenes de las jornadas, que datan del año 2014, al recordar que el motor impulsor de esta propuesta fue un documento elaborado por un grupo de profesionales y especialistas del ámbito estatal y privado en 2013, a raíz de una convocatoria de la cartera agraria nacional.
“En el 2013 llegó la preocupación del sector productivo al Ministerio de Agricultura con respecto a las ordenanzas municipales que se iban sancionando, por los criterios en base a los cuales se aplicaban restricciones, entonces pidieron un grupo de técnicos”, reseñó.
Seguidamente, el equipo técnico en cuestión confeccionó un informe titulado “Pautas para la aplicación de fitosanitarios en áreas periurbanas”, que fue discutido y consensuado entre todos los intervinientes, con el fin de sistematizar el conocimiento existente sobre la problemática. Este documento fue girado a todas las provincias pero lamentablemente no tuvo una gran repercusión.
“Producto de la frustración que esto generó, alguien del grupo de trabajo sugirió mostrar ese material en una jornada para informar a las personas no vinculadas al agro en qué consiste una aplicación y así poder esclarecer el tema con un aporte técnico”, explicó.
Aportes para la discusión pública
En tanto, Moavro señaló que desde entonces son convocados a los distritos que tienen un proceso judicial en el medio y la discusión de una normativa que regule la aplicación de agroquímicos en el territorio.
En el caso de Tandil, hay una medida cautelar vigente dictada en octubre por el Juzgado en lo Civil y Comercial 2, que impide la fumigación aérea a una distancia menor a 2.000 metros -y la terrestre a 500 metros- de centros poblados, lugares habitados, establecimientos escolares, centros de salud, establecimientos elaboradores de productos alimenticios, campo de bombeo o batería de pozos y cursos de agua.
Asimismo, el Concejo Deliberante se encuentra trabajando en una nueva ordenanza de regulación de agroquímicos para el partido de Tandil que reemplace a la anterior.
Ante esto, el ingeniero ponderó que “esta jornada es para dar la posibilidad de tener un elemento más de debate; no es el final ni nada; es un insumo más para discutir el tema. Hacemos una capacitación que esperamos que sirva al proceso de discusión pública que tienen los municipios”.
También reparó en que, además de la estructura de tecnología y conocimiento expuesta, se abordó el pilar sanitario con los aportes del doctor Benatti, quien compartió un panorama general sobre la toxicología ligada a los fitosanitarios, “una de las dimensiones más cuestionadas donde existe una legítima preocupación por parte de la ciudadanía”.
Los alcances de las buenas prácticas
Las denominadas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de alimentos, orientadas a asegurar la protección de la higiene, la salud humana y el medioambiente, mediante métodos ecológicamente seguros, higiénicamente aceptables y económicamente factibles.
Desde que comenzaron a transitar este derrotero, hace casi 8 años y hasta ahora, valoró que existe una mayor conciencia sobre la temática, en gran medida por el acicate generado por algunos movimientos sociales respecto del efecto de los fitosanitarios en la tierra. Esto generó que mucha gente del sector tomara conciencia de que había un tema para resolver, y a la postre provocó buenas reacciones ligadas a las capacitaciones y la adopción de buenas prácticas.
Consultado acerca de cuáles son las bases de estas prácticas, el funcionario ministerial aseguró que deben apoyarse en el “buen juicio” y que “realmente hay tecnología deslumbrante y hay que usarla”. Asimismo, focalizó que la fiscalización es fundamental para garantizar que las tareas de aplicación de estos productos se lleven a cabo de la manera correcta.
“Lo cierto es que uno está manipulando un producto que es intrínsecamente tóxico y entonces el riesgo tiene que ver con la gestión de la tecnología y el conocimiento. Las buenas prácticas implican un manejo responsable, pautado y protocolizado, en eso no hay magia”, sostuvo.
Cuestión de metros
Por otra parte, el profesional expuso que “es lamentable que se ponga el énfasis en los metros en sí mismos, como si eso fuera garantía de algo, porque se puede hacer un horror de cosas en el metro 501 y provocaría un desastre igual. Es la forma simple: como no lo puedo manejar, lo prohíbo”, destacó.
Según evaluó, el desafío actual radica en cómo poner en equilibrio la faz productiva con la preocupación social cuando se imponen restricciones. En relación a ello, consideró que las prohibiciones no son inocuas porque afectan al ámbito productivo y obstaculizan sus procesos.
“En el momento en el que no se puede aplicar un producto, los procesos que prescinden del uso de insumos no necesariamente pueden mantener las condiciones que tiene un cultivo adyacente donde sí se usan. Nadie ‘tira’ agroquímicos, es algo costoso, es parte de un proceso”, refirió.
Entonces, en la balanza, no pesarían la cantidad de metros sino otras cuestiones de relevancia. Y, en este punto, expresó que en los países del hemisferio norte las limitaciones de distancia son “significativamente” más reducidas y se establecen pocos metros como zonas de amortiguamiento.
“Hablamos de 15 metros, 40 metros, en condiciones especiales de aplicación. En Europa, en Estados Unidos, en Canadá hacen eso porque tienen otra organización institucional y otros controles. Sin lugar a dudas, existe en otros países un marco sancionatorio donde se sabe que el que las hace las paga”, sentenció.
Y describió que los metros son una “curiosidad” que debe ser parte de la discusión pero no el eje de la misma. “Si se plantea una restricción, hay que ver también qué hago dentro de ella y a continuación; ese es el verdadero desafío como sistema productivo y social”, cerró.
El trabajo en el campo
A su turno, Federico Elorza, de Casafe, compartió que “la idea es poder acercar a la gente cómo se trabaja en el campo” con los distintos tipos de aplicaciones que existen, las tecnologías disponibles y el correcto lavado de envases para promover un uso responsable de los mismos.
El clima adverso complicó el normal desarrollo de la jornada, porque no se pudo efectuar la demostración de aplicación aérea de fitosanitarios frente a los participantes, debido a que el avión no podía volar bajo los parámetros meteorológicos imperantes ayer. No obstante, ante el pronóstico poco favorable, la exhibición se efectuó el lunes y el resto de las actividades programadas se realizaron con normalidad.
El agrónomo informó que en las demostraciones ejecutadas, el promedio de la deriva -desvío aéreo de una porción del producto fitosanitario aplicado hacia un lugar no deseado- fue de 9,5 metros para las aplicaciones terrestres y de 45 metros para la fumigación por aire, números que discrepan con los que se plantean a nivel municipal y provincial, que hablan de distancias mucho mayores.
“El productor tiene muchas herramientas para hacer las cosas bien. Es un trabajo en conjunto entre el productor, la sociedad y el Estado municipal llegar a buen puerto con una legislación, porque prohibir no es la solución. Hay información técnica de que se puede hacer un uso responsable y adecuado de los productos, solamente falta la decisión política de efectuar los controles pertinentes para lograr que se hagan las cosas bien”, sintetizó.