LUISA FERNÁNDEZ
“Cuando nació Jazmín yo seguía siendo Luis, pero era su papá”
Un claro ejemplo de transformación y crecimiento. Luisa Fernández cuenta su historia y la de llevar adelante la maternidad trans. También habla de sus sueños.
Por Clara Sol Zarza (*)
Recibí las noticias en tu email
Luisa Fernández trabaja como empleada administrativa del Hospital Municipal de Tandil, aunque es peluquera de profesión. Está orgullosa de sus labores, pero la que más rescata es su rol como madre trans.
-¿Qué recuerda de su infancia en relación con su identidad de género?
-No tuve mucha infancia. A los seis años me di cuenta de mi género, iba a primer grado y ya me juntaba con las nenas para mirar los nenes. No tenía mucha noción de que lo que me pasaba a mí, era algo natural.
-¿Cómo abordó el tema en ese momento?
-No fue fácil, yo tengo 35 años. Dos décadas atrás ser lo que hoy soy no era común, por más que existiera, porque la homosexualidad existió siempre, pero no era fácil. Era discriminada por mis compañeros, porque yo me juntaba con las nenas y me vestía como ellas; ¿cómo un nene se iba a vestir como las nenas? En lo personal no tuve una vida muy mimada por mis padres, fui criada por una tía; mi mamá biológica me abandonó de chica. Fui creciendo, como quien dice, a los golpes, conociendo todo lo que la vida me iba poniendo en el camino. No era fácil. Yo actuaba y pensaba como si fuera una nena, ni siquiera me miraba al espejo porque como tenía el pelo corto nunca lo hacía. Jugaba con toda la ropa de mi tía y la de mis primas, que fueron con las que me críe.
-¿Cómo fue al crecer?
-En la adolescencia se me fue complicando más lo social. En lo familiar yo siempre tuve el apoyo de mi mamá, que es mi tía, la hermana de mi mamá biológica. Ella me apoyó mucho, pero era lo social más que lo familiar. Todos me juzgaban.
-¿Se sentía discriminada?
-Una vez fui a pedir trabajo a una telefónica y resulta que la chica que atendía me dijo: ‘yo soy empleada, creo que al jefe no le va a gustar’ y eso me hizo cierto ‘clic’ en la cabeza porque yo dije ‘¿por qué no?’. Me replanteaba cuando el problema no era mío, era de la sociedad. Me dolía mucho, porque yo había estudiado peluquería, tenía quince años cuando empecé a estudiar, y hacía lo que podía, vivía de prestado, en la casa de un matrimonio amigo que me dio el lugar, vivía de un lado para otro.
-¿Cómo resolvió su situación de trabajo?
-Un día dije ‘no me alcanza’ y tuve que cortarme el pelo y ser Luis, que es mi nombre anterior y salí a manejar un remis. Ahí estuve tres o cuatro años con mi bolsito de peluquería atrás.
Tomar las riendas
-¿Cuándo decidió afrontar lo que verdaderamente sentía?
-Nunca dudé de mi género, lo que cambié fue la parte estética; la sentimental y emocional la tuve desde el momento en que me di cuenta de que me gustaban los nenes. Lo que cambió era lo que yo quería, verme como una mujer. Recién lo pude hacer a mis veintisiete o veintiocho años, ahí pude empezar a cambiar: pintarme, dejarme el pelo largo sin que me importara lo que dijeran. Porque nosotras éramos señaladas y más en lugares públicos.
-¿Fue acompañada en esta transición?
-Me sentí acompañada por la gente que fui conociendo, tuve apoyo ocasional de gente, yo siempre fui de juntarme con personas grandes que me aconsejaban. Y fui aprendiendo de ellos a no sentirme mal. Por mi familia también, un poco les costó.
Ser mamá trans
-¿Cómo era su vida antes de ser madre?
-Yo antes de tener un hijo veía todo negro, porque era Luis en ese momento y no quería serlo. Necesitaba un fundamento de vida, seguir por alguien o por algo. En ese momento era amiga de la mamá de la que es mi hija hoy, fue muy buena persona conmigo, me ayudó muchísimo, gran parte de lo que es el afecto, lo aprendí de ella. Había atentado contra mi vida, sufría mucho. En un momento lo hablamos y ella me dijo lo que me haría cambiar.
-¿Cómo fue tomar la decisión?
-En ese momento no pensé en tener un hijo, aunque me encantaban las criaturas, no fue fácil, pero decidimos tenerlo. Hasta que no nació mi hija, no sabía lo que era tenerla, estuve acompañando hasta los nueve meses a su otra mamá. Cuando nació, me cambió totalmente la vida, porque me hizo ver un montón de cosas que, hasta ese momento, no las veía, aprendí muchísimo de esa criatura, no sabía lo que era el amor de madre hasta que la tuve a Jazmín. A partir de ese momento los problemas ya no fueron problemas. Aprendí.
-¿Cómo es la maternidad trans?
-Al principio no fue fácil, porque una misma se juzga, vivimos en una sociedad que lo hace. Cuando nació Jazmín, yo seguía siendo Luis y era su papá. Ella creció en un ámbito en el que su papá era diferente, porque estaba pasando por el proceso de transformación.
-¿Hubo mucho miedo entonces?
-Jazmín me hizo unas preguntas, tal vez a los dos o tres años, yo recuerdo que tuve que ir a una psicóloga porque temía que en el colegio le dijeran cosas de su papá. Ella me llamaba papá y todo el mundo se daba vuelta y la que venía no era un papá, sino una mujer rubia de pelo largo. Y tuve miedo de que mi hija sufriera porque se sabe que los chicos son crueles. Pero la psicóloga me dijo que el prejuicio lo tenía yo.
-¿Tuviste que hablar con tu hija?
-La eduqué con mucho diálogo, le hablé muchísimo. No obstante, me preguntó por qué yo no estaba con la mamá y ahí le dije ‘porque a papá no le gustan las nenas, le gustan los nenes’. ‘Hay muchos papás que gustan de nenes y muchas mamás que gustan de nenas’. Se lo conté tan natural que ella se dio media vuelta y siguió jugando como si nada. Y fue creciendo con eso y un día me dijo ´te parecés más a mamá que a papá´ y para ella no fue difícil porque el sentimiento y el amor que yo le daba, más la educación que le doy, no tiene nada que ver con el género.
Aprendizajes sociales
-¿Usted cree que la sociedad tiene la misma recepción con respecto a la maternidad trans?
-Yo creo que sí, la gente que me conoce sí. Por ahí tenemos a alguien que no lo entienda, gente grande o algún varón, creo que tienen otra crianza u otro chip. Toda la gente que me he cruzado, lo entiende. Jazmín nunca tuvo problema de nada. Siempre fue como un ejemplo, porque no tiene nada que ver la sexualidad a la hora de acompañar el crecimiento de los chicos, ya sea una madre trans o un padre trans.
-Trabaja en el Hospital, ¿entró por cupo trans?
-No, entré como Luis y de mucamo. Tardé para entrar porque no era fácil tener un empleo público, estatal o municipal. Y hoy soy administrativa, pero fui mucama de guardia. Aprendí de todo, mis compañeros me ayudaron, de alguna u otra manera. Hubo a quienes les costaba mi transición, pero con el tiempo lo aceptaron, porque yo sigo siendo la misma persona, no me modifica pintarme o no, yo sigo siendo la misma.
-¿Le gustaría transmitir algo a las personas que se sientan identificadas con su historia?
-Tienen que hacer lo posible para poder hacer cumplir sus sueños. Yo puedo hablar de mí, pero aprendí que todo se puede. Como consejo, les diría que miren qué es lo que quieren para ellos. Hay cosas buenas y malas y eso es una elección y esas elecciones dependen de cada uno, de lo que cada uno sienta. Tienen que aprovechar que hoy no se sufre como antes.
(*) Esta nota forma parte de la serie de doce reportajes realizados bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi por diferentes alumnos de Práctica Profesional 1 de la carrera de Comunicación Social para el desarrollo del ISFD y T 10 de Tandil, cada uno de los cuales eligió a un entrevistado.