De la cocina de su casa pasó a vender decenas de hamburguesas por día y emplear a ocho personas
Adrián Piñeyro es chef profesional y en la pandemia se quedó sin trabajo. Sin pensarlo, creó un emprendimiento local de hamburguesas que superó todas sus expectativas: de la cocina de su casa pasó a generar ocho puestos de trabajo en tres años. El diferencial está en el valor artesanal y el uso de productos tandilenses. Además, él mismo amasa entre 80 y 12 panes de papa diarios con una receta que le costó mucho trabajo lograr. Una apuesta a lo artesanal y lo local para reversionar la clásica hamburguesa y ofrecer un plato distintivo.

Adrián Piñeyro es chef profesional y el dueño de The Burger House, un emprendimiento local que ofrece hamburguesas con valor artesanal y pan de papa amasado por él mismo. De a poco y sin pensarlo, creó un negocio porque su hermano menor, Agustín, fanático de las hamburguesas, empezó a cocinarlas durante la pandemia y ahora es un negocio que da empleo a ocho personas.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailPero antes de eso, Adrián trabajaba como chef ejecutivo en un hotel cinco estrellas de La Plata, donde estudió y vivió varios años. En el marco de la cuarentena, perdió su fuente de trabajo y regresó a Tandil. Un nuevo camino comenzó a abrirse.
“El profesional gastronómico estudia porque ama la gastronomía, porque le apasiona el arte culinario, quiere crear y quiere volar, y de la nada uno lo pone a un profesional a hacer hamburguesas, y uno piensa que está encerrado en una casilla chiquitita haciendo comida rápida, comida chatarra, algo fácil que lo hacés en tu casa. Y nosotros rompemos un poco con eso, es un restaurante de hamburguesas y nos acoplamos con una visión mucho más profesional”, relató en diálogo con El Eco de Tandil.
Adrián tiene 30 años y es hijo de Celeste de Araujo, conocida modista y diseñadora de la ciudad. Muchos lo conocen como “el hijo de Celeste”, pero más allá del enorme orgullo que le da, también ha sabido abrirse un camino propio. Egresado de la Escuela Granja, se fue a estudiar Medicina a La Plata y cuando iba a la facultad pasaba por la puerta de un instituto gastronómico. “Yo no sabía hacer un huevo frito, literal. Mi familia siempre cocinó, mi madre es full cocinera, mi abuela es full cocinera. Tenía una abuela italiana que era una locura la pasión con la que cocinaba. De hecho, años después estudiando cocina fue mi inspiración pensar en mi abuela italiana que, me acuerdo, no podía cerrar las manos, pero todos los domingos se amasaba unos fideos espectaculares. Eso lo pude valorizar años después de estudiar Gastronomía. Pero bueno, yo pasaba por la puerta de esa escuela y un día se me ocurrió entrar, no sé por qué, y cambié Medicina por Gastronomía”, recordó.
Ese “no sé por qué” pudo ser el destino o algo más que lo hizo cambiar de rumbo. Se halló entre ollas y sartenes, con el recuerdo de esa abuela implacable que seguía cocinando pese a la artrosis como un acto de amor. La cocina y la entrega al otro, el ofrecer un plato bien hecho es algo que está en el ADN de The Burger House.

Los comienzos
Así, Adrián se metió de lleno en el universo gastronómico y además de estudiar, empezó a trabajar en cocinas; fue bachero y llegó a ocupar los puestos más altos.
Con el virus del Covid-19 circulando, todo se cerró y el aislamiento lo dejó sin trabajo. Volvió a la casa materna. En Tandil al principio trabajó en un restaurante, pero no se sintió cómodo.
“Mi hermano es fanático de las hamburguesas. En ese tiempo estaba en el boom la cultura hamburguesera y él se ponía a ver videítos de YouTube de gente comiendo hamburguesas y hablando de eso. Yo no quería saber nada, no me gustaban y él empezó haciendo hamburguesas acá para nosotros, entonces un día le dije que las hiciéramos en serio. Nunca estaba planteado tener una hamburguesería o hacer un emprendimiento, absolutamente nada. De hecho, en conjunto, cuando empecé a ayudarlo a hacer las hamburguesas, empezamos a hacer unas viandas para amigas de mi mamá y cosas así, de platos súper elaborados. Nunca se buscó un negocio en ese sentido”, explicó.
De este modo, comenzó a buscarle la vuelta a las recetas, al amasado del pan, a la mezcla de carne. Un día, junto con las viandas que cocinaban, sacaron un especial de hamburguesas y empezó todo.
“Cuando hubo aperturas en la pandemia mi hermano volvió a trabajar como profesor de educación física en un gimnasio y yo me quedé vendiendo hamburguesas. Empezamos a vender dos hamburguesas por día. Las hacíamos en la cocina de mi casa. De las cuatro hornallas andaban tres y el horno lo sosteníamos con una cuchara de madera. La cocina era la que teníamos y funcionaba como funcionaba. Me acuerdo de que a las papas fritas las hacíamos en una freidora de casa y nada más. Tomábamos pedidos hasta las nueve de la noche y entre las 21 y las 22:30 salíamos nosotros a repartir. Es decir, hacíamos las hamburguesas, las poníamos en un hornito eléctrico a una temperatura bien bajita como para que se mantengan, las embolsábamos y salíamos los cuatro juntos (Adrián, su hermano Agustín, su mamá Celeste y su novia Sofía) a repartir”, detalló.
Al crecer la demanda, decidieron contratar repartidores para poder quedarse en la cocina y producir más. “Cuando nos quisimos acordar estábamos vendiendo veinte hamburguesas por día”, señaló.

Las manos en la masa
A la par, empezó a ver cómo mejorar el producto y ofrecer algo distintivo. Su receta actual de pan de papa le llevó 1900 panes lograrla. Con experiencia y dedicación, mezclando ingredientes y cantidades, amasando los bollos, dejando reposar. Esa receta está solo en su cabeza. Hoy amasa entre 80 y 120 panes por día. Cuando se acaban, no se venden más hamburguesas.
“Me llevó mucho trabajo y creo que es la gran distinción que tiene nuestra hamburguesa, el pan que hacemos, que amasamos el pan. Yo personalmente amaso el pan todos los días. Entre 80 y 120, porque los fines producimos más. Los amaso yo personalmente y me quedo hasta las seis de la tarde a hornear y se acabó. Ahí ya tengo otro equipo ahora que está viniendo a trabajar”, refirió.

A medida que el emprendimiento comenzó a crecer, decidieron construir una cocina en el fondo del patio que permitiera mayores comodidades y mejores condiciones. “Era literalmente un patio lleno de plantas donde empezamos a construir una cocina. La cocina ahora está muy linda, además yo soy muy obsesivo con la limpieza, la tenemos súper, súper limpia, súper acomodada”, destacó.
Como las hamburguesas gustaban, se inició el famoso “boca en boca” que hizo crecer el negocio y posicionar el producto en el mercado local. El valor artesanal pareciera ser el secreto, además de la receta del pan que Adrián guarda bajo siete llaves. A contramano de lo que dicta el prejuicio que equipara las hamburguesas con comida chatarra, él se preocupó por llevar su preparación a otro nivel. Y pese a las propuestas, no es su voluntad abrir sucursales sin franquicias. La apuesta es a lo local y a lo artesanal.
“Antes de entrar a la cultura hamburguesera, nosotros éramos profesionales gastronómicos y entendemos la cultura como arte culinario, nos esmeramos y nos apasiona lo que hacemos. Mi idea fue romper un poco con todo ese concepto y poner un restaurante de hamburguesas en el que cada producto dentro de la hamburguesa esté realmente pensado y trabajado. Yo fui al campo donde se siembra el trigo, en Tandil, a ver cómo trabaja. Por ejemplo, Damián, de Monte Callado, que es un productor de trigo orgánico y lo último que esperás es que un cocinero de una hamburguesería te pueda hablar desde el trasfondo del producto, desde el sembrado. Hay una cierta pasión gastronómica, del arte culinario, que tratamos de llevar atrás de un producto que si nos representa es porque sabemos lo que es, tratamos de ir hacia la valoración del arte culinario a través de un producto que es considerado comida chatarra”, reflexionó.
Productores locales
La pasión se transmite en su discurso, con el fervor y la conciencia para trabajar, para conocer los ingredientes que se usan, cómo se producen y dónde, para valorar lo local.
“Hace poco hicimos un evento con productores locales que se sumaron con nosotros para hacer una hamburguesa específica, con productos locales seleccionados. Carlitos de Las Dinas nos hizo especialmente un jamón para esa hamburguesa, madurado de cierta forma. Yo también pertenezco a un grupo de la ciudad, que se llama Tan gastro, que somos muchos gastronómicos de la ciudad, dueños de restaurantes y productores, que estamos todos unidos en tratar de conceptualizar para dónde y cómo va la gastronomía de la ciudad hacia adelante. Siento que eso es algo muy fuerte que tenemos en común muchos gastronómicos y productores de la ciudad que entendemos que Tandil tiene mucha diversidad de todo. La ventaja que creo que tiene nuestro producto es que es de Tandil y forjado en Tandil con productos de Tandil”, ponderó.
El salón
En noviembre de 2023 abrió The Burger House en Sarmiento 565. Hasta ese momento, el negocio se enfocó en el reparto, pero había una demanda de los clientes de tener un lugar para ir a comer las hamburguesas.
“Nos empezamos a dar cuenta de que la gente estaba demandando tener un lugar para los días que esté lindo salir. Aprovechando el cierre del local de mamá, teníamos todo este espacio y la cocina seguía estando allá, y esto estaba totalmente vacío”, compartió.
Pusieron manos a la obra para transformar el enorme local céntrico, ideado por Adrián, con ayuda de la diseñadora Adriana Tejerina y un mural de Seba Cener. El espíritu del local es ofrecer un espacio cómodo a la gente para que pueda consumir el producto en el lugar.

“El producto es el mismo, vos venís acá y vas a comer la misma hamburguesa que te llevás a tu casa, en el mismo packaging -acá no te damos cubiertos-, no te damos la presentación de la hamburguesa distinta, te viene en el mismo papel térmico, sigue siendo un producto diseñado estrictamente para delivery “, indicó.
La carta tiene en este momento quince hamburguesas especialmente pensadas. Y son todas dobles. Provolone crispy, Sweet bacon, American croissant, Fried onion, son algunas de las hamburguesas que ofrecen. Pueden ir acompañadas con papas confitadas, papas Crunch o industriales. Un bocado es una fiesta para los sentidos gracias a la calidad de la materia prima y la conciencia con la que se cocina cada una.


“Lo que nos motiva a nosotros como cocineros a seguir haciendo hamburguesas, es que, desde atrás de cámaras, el detrás de escena, es enorme. Capaz que vos venís pensando en comer comida chatarra y es otra cosa. En la cultura hamburguesera, por ejemplo, hay ciertos dichos como, por ejemplo, ‘me comería mil’. Eso lo entendés como que está buenísimo, pero para nosotros está mal porque vos vas a un restaurante y te comes un plato. Vos acá vas de venir y te vas a comer una hamburguesa, y vas a estar satisfecho. Somos muy desafiantes con el producto que representamos para la sociedad y eso es lo que nos motiva a nosotros como cocineros”, cerró.
The Burger House se encuentra en Sarmiento 565. Tienen delivery propio, servicio de take away y salón. Están de miércoles a domingo de 20 a 23:30 hs. Instagram: @theburgerhouse.tandil
