El padre Raúl Troncoso recibió la llave de la ciudad por su profusa acción pastoral y social

En el marco de la celebración de su cumpleaños número 80, el padre Raúl Troncoso recibió ayer la llave de la ciudad por su reconocido trabajo eclesiástico y social. En un emotivo acto, que se desarrolló en el Salón Blanco de la Municipalidad, el sacerdote agradeció al intendente Miguel Lunghi y a toda la comunidad de Tandil por la distinción.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa concurrida ceremonia comenzó minutos pasados de las 11 y contó con la presencia de funcionarios comunales, concejales de las distintas fuerzas políticas, representantes de organismos públicos y organizaciones sociales de la ciudad, miembros de la comunidad religiosa y vecinos.
En la oportunidad, el primero en subir al escenario fue el padre Marcos Picaroni, quien recordó el día en que se conocieron con Raúl, repasó los principales hechos de su obra en nuestra ciudad y relató algunas de las experiencias que compartieron en los años que llevan de amistad.
Finalmente, le entregó al intendente Lunghi un ejemplar de una publicación especial que realizaron en homenaje al reconocido sacerdote en conjunto con la Unicén y que contó con el auspicio del Municipio.
Luego, el jefe comunal valoró la profunda vocación de servicio del cura Troncoso, quien ayudó a distintas generaciones a sortear, en el camino de la vida, los momentos de incertidumbre, angustia y oscuridad de la mejor manera, enseñándoles el rumbo.
Reconoció luego que su palabra y su tarea pastoral supieron guiar y acompañar no solo a los feligreses de la histórica Iglesia Matriz, sino también a aquellos vecinos que habían perdido el camino de la parroquia y que gracias a él decidieron volver.
En lo personal, Lunghi dijo verlo, al igual que muchos otros, en distintos momentos que transcurrieron en la vida de la ciudad. Entre ellos, lo recordó bajo la lluvia caminando por la calle en los años noventa junto a vecinos que pedían justicia por Gilda Mansilla, una empleada doméstica asesinada, o en aquella “década de espanto”, de cara a la tragedia encabezando una multitudinaria marcha de silencio por el asesinato del joven remisero Fabián Garmendia. “Lo veo caminando, pues, contra la impunidad”, remarcó.
Contó que lo ve además en la mirada de cada abuelo, cada andamio y cada ladrillo de las entrañables Casitas de la Esperanza, que se levantaron y fueron su sello y el credo de su misión. “Lo veo renovando ese ejemplo de solidaridad social que es Cáritas y desvelado por la infancia en riesgo que posibilitó la creación de Pajaritos de la Calle. Lo veo emprendiendo la laboriosa dignidad del techo propio a través del impulso en las viviendas de autoconstrucción”, expresó.
Algunas de
sus obras
“Veo un sacerdote que está en el mundo para abrazarse a la palabra de Dios y desde allí cambiarlo con obras ejemplares que lo trascenderán. Lo veo en una y en todas las capillas de la ciudad, en una y en todas las misas. Lo veo en el púlpito de la Parroquia y también en ese púlpito íntimo, privado y confesional de la charla personal con cada vecino. Lo veo rezando y lo veo también actuando”, señaló.
Por ello y mucho más, reconoció que lo ve y escucha su nombre, ya que desde hace muchos años “el cura párroco, el sacerdote, el hombre del alma buena, es llamado así, sencillamente Raúl, como se lo llama a un familiar, a un ser querido o un amigo más”.
Destacó también el trabajo que el sacerdote llevó adelante en la construcción de una red de contención social en los momentos más difíciles y de crisis con el objetivo de ayudar a los sectores más vulnerables de la ciudad.
“El don de
la empatía”
“La impronta que deja el padre Raúl en su praxis pastoral es uno de los legados fundamentales de su figura”, resaltó Lunghi, pero señaló que “lo que lo ha hecho imprescindible entre nosotros, que hoy le entregamos la simbólica Llave de la Ciudad, es un don que le regaló Dios: el de la empatía, el de poder adentrarse con al alma y el cuerpo en los zapatos del otro, en los dolores del otro, el de haber llegado hace muchos años a Tandil con la Biblia en una mano y una llave en la otra”.
Llave con la que el jefe comunal reconoció que supo abrir “el corazón de centenares de tandilenses para que la vida fuera menos dura, un poco más bella, un poco más justa, desde la niñez hasta la vejez, sabiendo que en los momentos más difíciles del viaje, a la hora que fuera, del día que fuera, ahí siempre estuvo nuestro querido cura párroco para tender la palabra justa, el gesto cálido, el abrazo fraternal de esos curas llamados a quedar en la historia, pero sobre todo a transformarla para un mejor vivir de las almas buenas de los vecinos que más lo necesitan”.
Por todo ello, le deseó “felices 80 años” y le pidió que siga adelante porque “todavía queda mucho por hacer”.
Las palabras
de Raúl
Al terminar su discurso, el Intendente, acompañado por los secretarios de Desarrollo Económico Local, Jaime Feeney; y de Protección Ciudadana, Atilio Della Maggiora, le entregó la llave de la ciudad al padre Troncoso, mientras el coro Alterados Ensamble interpretaba una canción.
Finalmente, el distinguido sacerdote agradeció el reconocimiento y manifestó que no podía más que pensar en el trabajo realizado en conjunto con la comunidad y el Municipio a lo largo de estos 30 años.
Recordó luego su llegada a Tandil, en marzo de 1988, primeramente a la Parroquia Nuestra Señora de Begoña, como así también a todos los curas que lo acompañaron en la Parroquia Santísimo Sacramento.
“Me llevó varios años recorrer toda la jurisdicción, que es muy grande y heterogénea, por eso ni bien llegué al Santísimo quise conocer a la gente, sus actividades y las instituciones”, admitió.
Contó que en aquel entonces lo primero que surgía en las recorridas que hacían y en las charlas con los vecinos era “la necesidad de espacios religiosos y fue así que las capillas ocuparon un lugar central en el proyecto parroquial”.
De esta manera, Troncoso dijo que pudieron “terminar o ampliar las capillas de San José Obrero y María Auxiliadora, y emprendimos la construcción de la de Guadalupe y Dolores, lo mismo con las distintas comunidades rurales que atendemos como Gardey, Fulton, Iraola y los parajes”.
Aseguró que siempre buscaron que el crecimiento socio religioso y comunitario fuese de “manera continua” y, por ello, comenzaron a trabajar con grupos, instituciones y el movimiento de la parroquia. “Se fundó Cáritas, luego vinieron los scouts, pero también los universitarios, las instituciones de la ciudad, pensando en las necesidades de la gente y en la búsqueda de respuestas concretas”, recordó.
El sacerdote puntualizó que así surgieron iniciativas como “las Casitas de la Esperanza, las residencias para universitarios, la autoconstrucción de viviendas, entre muchas otras cosas”.
Por último, expresó que “todo este trabajo permitió que nos fuésemos conociendo y fortaleciéndonos como comunidad parroquial, sintiéndonos parte de un proyecto en el que reconocemos que lo religioso adquiere múltiples facetas”.
Su trayectoria
Raúl Reynaldo Troncoso nació en Rafaela, provincia de Santa Fe, el 8 de septiembre de 1937.
En marzo de 1949, a los 11 años, ingresó en el Seminario Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Santa Fe. Allí terminó de cursar el bachillerato y prosiguió los estudios de filosofía y teología.
Recibió su ordenación sacerdotal en manos del obispo monseñor Vicente Zazpe, el 23 de diciembre de 1961, en la Catedral San Rafael, convirtiéndose así en el primer sacerdote de la recientemente creada diócesis de Rafaela.
Desde 1961 recorrió varios destinos desplegando una intensa tarea pastoral. El Concilio Vaticano II había reformulado muchas de las prácticas ligadas a la acción pastoral. Troncoso, como muchos de su tiempo, supo leer con gran lucidez estos cambios y vientos de renovación que llegaban al mundo de la Iglesia.
De allí que el contenido de su acción pastoral de aquí en adelante tendrá un fundamento: servir a todos desde el profundo encuentro con Cristo y sus hermanos. Desde su fundación, en 1967, integró el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, desempeñándose como delegado de la regional Rafaela.
En 1973 se recibió de técnico en Ciencias de la Educación, realizando una especialización en Chile. Su compromiso social con los más pobres, su adscripción al peronismo y el trabajo articulado con distintas instituciones religiosas y políticas de Rafaela, fueron las razones para su detención y encarcelamiento entre 1976 y 1981. Al quedar en libertad, se radicó en Azul, incardinándose en esta diócesis.
A principios de 1988 fue designado en Tandil para atender la Parroquia Nuestra Señora de Begoña en Villa Italia y, a los pocos meses, fue nombrado administrador parroquial de la Santísimo Sacramento, parroquia en la que aún permanece y trabaja.
Durante estos años ha emprendido y desarrollado junto a muchos colaboradores, una profunda acción pastoral y social. Ha sido impulsor de nuevas capillas, movimientos e instituciones religiosas tendientes a fortalecer la presencia y el acompañamiento religioso en nuevos espacios de la ciudad.
Al mismo tiempo, ha llevado adelante una importante tarea relacionada con la promoción social y la dignidad humana a través del trabajo de Cáritas y con organizaciones sociales.
Entre otras obras en Tandil, se destacan la creación de Radio AM 1180 y la incorporación de Radio María, el Museo de Arte Religioso, la creación de nuevas capillas, el complejo para la tercera edad Casas de La Esperanza y Hogar de la Esperanza, la construcción y ampliación de viviendas, la creación o el impulso a organizaciones que están al servicio de la atención integral de la familia o de otras necesidades, tales como Ayuda Solidaria, Rincón Solidario,
Pajaritos de la Calle, Edificando el Futuro, Pastoral Universitaria, Banco de Alimentos Tandil, Instituto Superior Tandil, y presidió el Consorcio de Gestión Compartida para el Desarrollo Local, colaborando así con los municipios de la región.
Una de las tareas a la que más esfuerzo ha dedicado ha sido la del acompañamiento y la formación permanente de sacerdotes de todas las regiones del país, a través de retiros, jornadas y encuentros.
El 25 de noviembre de 2010 el Estado nacional, a través de la Secretaría de Culto a la Nación, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, le hizo entrega de un reconocimiento por su compromiso con la justicia social y los derechos humanos.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios