En octubre vence el contrato de alquiler y no tiene a dónde ir: el reclamo de una vecina con discapacidad
Enriqueta Aller -“Nani”- alquila desde hace 13 años una casa en la calle Pinto al 1300 pero el 12 octubre vencerá el contrato y no tiene a dónde ir. Pide ayuda al Municipio para poder ingresar a alguno de sus programas de acceso a la vivienda.

Una vecina con hipoacusia solicitó con angustia que el Municipio le brinde asistencia para encontrar una vivienda ya que, cuando el próximo 12 de octubre venza el contrato de alquiler de la propiedad en la que actualmente vive, no tendrá a dónde ir.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailSe trata de Enriqueta Aller, una mujer de 54 años que desde hace 13 alquila una vivienda en la calle Pinto al 1300, en la que lleva adelante además su emprendimiento comercial de lavadero y peluquería de mascotas.
Más conocida por sus vecinos y amigos como “Nani”, esta vecina que se radicó en Tandil hace ya más de dos décadas se encuentra al borde de la desesperación y pide la intermediación del Municipio para poder alquilar un inmueble en el cual poder seguir manteniendo su negocio porque, con los ingresos que percibe al día de hoy, no puede afrontar los costos que conllevaría rentar una propiedad a través de una inmobiliaria.
“El contrato vence el 12 de octubre y ya sé que no me lo van a renovar”, dijo Aller a El Eco de Tandil, y agregó: “Yo le digo al Municipio que necesito una casita para vivir y en la cual poder desarrollar mi emprendimiento”.
Por eso, solicitó “una casa pequeña, sin demasiadas pretensiones: que tenga un techo y un dormitorio”, señaló. “No quiero terminar en la calle”, reclamó.
“Y que en lo posible tenga también un garage o alguna habitación que pudiera funcionar como peluquería”, añadió, con la seguridad y la necesidad de tener que continuar con su proyecto laboral.
La mujer contó que actualmente percibe una ayuda económica de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat más una pensión por su pareja fallecida- además de los ingresos con que cuenta producto de su trabajo- pero que, pese a todo esto, no le alcanza para alquilar a través de una inmobiliaria y poder al mismo tiempo solventarse en la vida cotidiana.
Por eso solicita poder ingresar a alguno de los programas de acceso a la vivienda que tiene el Estado municipal, algo que hasta el momento -aseguró- le han negado “porque soy una persona sola y el plan está destinado a los grupos familiares”.
“Ya me anoté tres veces, pero no me dejan ingresar”, reiteró.
Ayuda de amigos y vecinos
Aller es oriunda de San Fernando, distrito del Gran Buenos Aires. Allí -y luego en Tigre- pasó su infancia y gran parte de su juventud pero luego eligió radicarse en Tandil por las mejoras para sus condiciones de vida que representaba esta ciudad.
Hace 21 años vino a vivir con su pareja, que ya falleció. “De acá no me voy; me gusta mucho Tandil”, afirmó.
“Acá tengo amigos sordos y amigos oyentes que me apoyan muchísimo, pero no tengo más familiares”, indicó y agregó que, de todas maneras, “no puedo pedirles todo el tiempo a mis amigos que me ayuden económicamente; ellos tienen sus propias familias”.
Aller es hipoacúsica desde muy pequeña –tiene pérdida parcial de la audición- y por eso utiliza audífonos. Pero, además, tiene varias mascotas que la acompañan y la asisten: hoy convive con cuatro perros y dos gatos.
“Los perros me avisan cuando me tocan el timbre y yo no lo escucho porque no tengo puesto el audífono”, ejemplificó.
Ayer la mujer se acercó a la redacción de este diario acompañada de su vecina Nidia Freddi, quien junto a su familia la está ayudando a atravesar este momento de angustia e incertidumbre.
“Más allá del pedido al Municipio, apelamos asimismo a la ayuda que pudieran aportar los tandilenses, que en distintas oportunidades han demostrado ser muy solidarios”, destacó Freddi para terminar.