Fatiga cognitiva, un estado que si no se atiende a tiempo puede transformarse en depresión
El psiquiatra Jorge Garaguso, director del instituto de neurociencias Ipsico, indicó que en el marco de la pandemia por el coronavirus todos estamos atravesando en cierto punto por algún nivel de hartazgo y advirtió que si no se les presta atención a los diferentes estados transitorios de ánimo se podría llegar a un cuadro psicopatológico.
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Recordó en primera instancia que desde un principio se dijo que el cansancio nos iba a perturbar el pensamiento, la concentración y la forma de tomar decisiones y, en ese aspecto, reveló que los ciudadanos hoy comienzan a sentirse agotados, “que es algo más que cansados”, y que eso conlleva precisamente a la fatiga cognitiva.
Todo el miedo que se presentó en primera instancia frente a la enfermedad fue dejando espacio a una sensación de agotamiento, de incertidumbre, de preocupación por lo económico, de hartazgo por las ambivalencias políticas y también al aburrimiento.
“Lo que nos pasó fue que no podíamos diferenciar los tiempos de trabajo de los de ocio, todo era un poco igual, y nos hacía sentir totalmente sobrecargados. También las videollamadas, que generalmente desgastan porque es tal la cantidad que hay que responder que realmente no hay capacidad de concentración. Y todo ese esfuerzo cognitivo que hemos tenido que hacer es lo que nos llevó a la fatiga”, expresó en comunicación con el programa Tandil Despierta, que se emite por Eco TV y Tandil FM 104.1.
Explicó que una fatiga es un estado transitorio, reversible, que nos genera mucho cansancio, pérdida de interés y motivación, dificultades en la atención y la concentración. Asimismo, puede provocar dolores musculares, cefaleas o cambios de humor. “Pero todo esto que en principio es un estado, si no lo atendemos puede llegar a transformarse en un cuadro psicopatológico o depresión”, alertó.
Reveló que los cuadros depresivos durante los más de seis meses de aislamiento y distanciamiento social que llevamos en la Argentina se han cuadruplicado y enunció algunas cuestiones que los diferencian del aburrimiento: “El depresivo tiene dificultades con el sueño, con la concentración, se siente como metido en un pozo, no hay en el horizonte una luz, hay pérdida del interés y del placer. En cambio, en el aburrimiento no tenemos pérdida de la sensación de placer. Puede ser intolerable, pero no es dañino. A lo sumo debemos soportar una situación pero no genera una enfermedad”.
A medida que el cuerpo comienza a dar señales de fatiga cognitiva y no se consulta a un especialista o se toma alguna determinación, ésta se puede hacer crónica y muy compleja, y ahí es donde sí se deben aplicar psicoterapias o algún plan psicofarmacológico.