La adicción en los jóvenes se da más temprano y el consumo problemático crece en la ciudad
Un especialista en consumo problemático de drogas en adolescentes buscó la forma para tener mejor “llegada” a los chicos. El licenciado en psicología David Meclazcke planteó que hay que empezar a hablar de prevención a los 11 años, porque a los 14 ya han probado y saben de qué se trata. Atraer la atención, para que se expresen, aliviar la angustia y disminuir la necesidad de consumir. Cocaína, pasta base y paco, las más difíciles de tratar.
El licenciado en psicología David Meclazcke, que fundamentalmente se desempeña en patologías graves, como esquizofrenia, psicosis y otras de carácter psicosociales, se refirió a las nuevas formas de abordar la prevención de las adicciones en adolescentes. “Hay un cambio”, aseguró, explicando que ya no se considera adicto a todo aquel que consume marihuana, como tampoco se llama alcohólico a quien se toma una cerveza o un vino.
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Su vocación de inclinarse hacia los jóvenes y los años de experiencia en este camino lo han llevado a reflexionar sobre una nueva manera de afrontar las problemáticas y tener mejor llegada a ellos. Con el conocimiento de que el consumo no es el problema, sino que son el síntoma o algún trastorno de la personalidad, es que prefirió enfocarse desde un lado que haga que los chicos sí quieran preguntar y se interesen.
De esta manera, indicó que se trata de dejar de lado aquellas charlas que cuentan lo que son las drogas y describen las consecuencias, además de repetir sistemáticamente “si te ofrecen, tenés que decir que no”. Por el contrario, hacer mayor hincapié en la libertad de elección, trabajar la identidad, con un empuje a conocerse a sí mismo, a reconocerse y realizarse.
La idea es socializar en la extrapolación de los conceptos de comunidad terapéutica que suelen ser muy sectarios, como por ejemplo en el de ‘amor responsable’”, señaló. Este aspecto tiene que ver con la manera de llevar y sostener las relaciones de cualquier tipo, apuntando fundamentalmente a que hay ciertos caminos en los que no se debe acompañar, si están ligados con el daño personal. “Si soy amigo, no puedo permitir o ser compañero cuando alguien se está lastimando, entonces el ‘amor responsable’ desliga del sentimiento de estar traicionando a alguien si aviso de lo que está haciendo, dando la oportunidad de poder trabajarlo por otro lado y buscando ayuda”, explicó.
Sin embargo, este concepto, como los de libre elección, autodeterminación, la privación de libertad en relación a la dependencia de sustancias, es difícil de tratar. Con respecto a este último especialmente, apuntó a que un adicto es alguien que no se proclama como tal, entonces a partir de ahí es que se enfoca en la idea de que depender de algo, sea lo que sea, es privarse de libertad.
Sustancias peligrosas
El trabajo que realiza en comunidad terapéutica es con los chicos más peligrosos del país, según describió, ya que provienen de las grandes villas, donde hay mucho consumo de paco.
Por otro lado, también ha vuelto notablemente el uso de “crack” o pasta base, que es básicamente la cocaína fumada. Es una droga que en los 90 tuvo un gran auge en la Argentina y se ha vuelto a ver en estos tiempos. De acuerdo a lo que reveló Meclazcke, lo dramático de estas sustancias es que conllevan un trabajo mucho más difícil, porque se trata de un placer o goce que se fija y causan deterioros importantes a nivel cognitivo, en la abstinencia y llevan a la medicación.
”Me ha sorprendido en estos últimos tres años que haya vuelto”, manifestó. Al respecto, dijo que tanto el paco como el crack provocan un trastorno irreversible, que destroza los nervios e impide cualquier capacidad de interpretación.
El especialista manifestó que el consumo casi siempre comienza con la marihuana, aunque a ese inicio no lo ve como un problema, pero sí lo es la delgada línea en la que ellos no saben cuándo van a pasar a un uso problemático o abuso. “Ya la cocaína es una sustancia más difícil de trabajar”, advirtió y resaltó igualmente que el consumo en exceso de cualquier sustancia es peligroso.
“Todo eso se aloja ahí donde alguien no puede decir, esa angustia que no puede hablar y cuando ya no hay más drogas, empieza a surgir ese vacío”, detalló, aclarando que las cuestiones a trabajar que surgen principalmente están ligadas a traumas, acontecimientos de la infancia y relaciones vinculares, por eso se vuelve tan importante el acompañamiento de la familia.
Otro tema relevante que planteó es que se ha empezado a ver hace un tiempo en Tandil que muchos de los que consumen son hijos de adictos. A diferencia de años atrás, que cuando un padre se enteraba de la adicción de algún hijo se asustaba y no sabía qué hacer, ni cómo actuar. “Así como esto ha cambiado, me parece que también debe modificarse el modo de enfocarse en prevención”, proyectó.
Momento de trabajar colectivamente
“De los pacientes que he tenido, a partir de los 14 años el consumo se conoce, se ha probado y es bastante común y normal”, describió, asegurando que solamente faltan que intervengan ciertas situaciones de riesgo como pueden ser la exclusión, marginación o sectarismo, que lleven a un uso problemático de esas sustancias. Por lo que advirtió que, a su parecer, lo que tenga que ver con prevención debe darse a partir de los 11 años.
Por otro lado, reafirmó la necesidad de cambiar el enfoque de la típica charla de descripción de las drogas, lo que provocan y el insistente y rotundo mensaje de decir no ante cualquier ofrecimiento.
“Son momentos oportunos para trabajar colectivamente”, consignó el especialista que ha empezado a trabajar en comunidad a los 19 años, a quien la experiencia le ha demostrado que cuando el paciente logra hablar, su angustia empieza a disminuir. Indicó que es ahí cuando se le presenta el desafío de demostrar que no es tan difícil dejar este consumo problemático, ya que cuando pueden expresar y empezar a manifestar esa desazón, ansiedad, inquietud o cualquier sentimiento, ya no hay “algo que llenar”.
“Las ganas de consumir bajan solas, o al menos no se plantean como una necesidad, sino que se diluyen y no están todo el tiempo en la cabeza”, aseguró.
La diferencia que notó con la “forma tradicional” de abordar las adicciones es que con este nuevo enfoque el paciente no necesita hacer tanto esfuerzo consciente, sino que empieza a sentir interiormente que está “cerrando heridas”.
¿De qué vamos a hablar?
En el marco de una propuesta del área de salud de Convivencia en Diversidad Tandil (CED), el licenciado en psicología David Meclazcke desarrolló una charla abierta sobre adicciones en los jóvenes. Ni bien se presentó ante los chicos, lanzó la pregunta: “¿De qué vamos a hablar?”, pero todos se mantuvieron en silencio.
A modo de romper el hielo y siguiendo su propia dinámica de trabajo, se inclinó por abordar cuestiones relacionadas a la identidad y los problemas que pueden surgir en el camino de esa búsqueda, como la sublevación, el rechazo, la mirada del otro y cómo influye en cada uno. Poco a poco, el intercambio comenzó a fluir.
Desde la agrupación CED, su referente Gustavo Pernicone contó que esta iniciativa surgió porque, si bien están muy bien encaminados con todo lo ligado a la salud, el ámbito “mental o psicológico” era un nicho a reforzar. Por ese mismo motivo, es que la intención es continuar con estas dinámicas y poder brindar ese acompañamiento a la juventud.
Fue a raíz del proyecto “Febo Asoma” que el especialista en psicología comenzó a percibir la necesidad de encarar las charlas desde otro lado.
Meclazcke dirigió y encaró la iniciativa el año pasado junto a Pedro Baldovino y Sergio López, con quienes se fue de viaje en camioneta y pasaron por siete países de Latinoamérica. Se trató de un emprendimiento intercultural de ayuda y capacitación social, enfocado a problemáticas como la desigualdad social y sus efectos, ausencia de principios y acciones frente a la creciente desocupación, la deserción escolar y las adicciones.
“Nos contactamos previamente con las comunidades terapéuticas de cada lugar, donde hacíamos todo el trabajo con los chicos y después charlas con profesionales, un poco de arte y trabajo social”, describió.
Fue a lo largo de este trayecto que determinó no enfocarse más en las drogas o el consumo en cómo se empieza, sino en las angustias y los factores que intervienen en el adolescente, como por ejemplo la identidad sexual. “Eso tuvo otro impacto en las charlas con los chicos, porque se aborda desde los sentimientos, y cuando uno les presta atención, ellos escuchan y se abren”, concluyó.