La complejidad de ser tanto docente como alumno en el marco de la pandemia
El tandilense Jordi Navarro se encuentra cursando el sexto año de la carrera de Medicina en la Universidad de Buenos Aires y también se desempeña como profesor en una materia de primero. En diálogo con este medio, contó cuáles fueron las mayores complejidades que encontró a la hora de reconvertir los cursos al formato digital y evaluó el futuro de las clases.
La pandemia por el coronavirus ha generado cambios en diferentes hábitos de la sociedad, en particular en lo que atañe al ámbito de la educación, ya que tanto alumnos como profesores han tenido que adaptarse a una forma diferente de enseñar y aprender, una mucho más versátil.
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Diferentes instituciones optaron por utilizar en estos cuatro meses plataformas digitales como Zoom o Meet para que los estudiantes no se retrasaran en sus planes de estudio, lo cual significó un desafío muy grande para la mayoría de los maestros que de un día para el otro debieron volcar a la red todo el contenido que brindaban presencialmente.
Un caso particular es el del tandilense Jordi Navarro, quien con tan sólo 23 años debió desempeñar ambos roles en este período de confinamiento, ni más ni menos que en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Navarro se encuentra cursando sexto año de la carrera y planea especializarse en cirugía, aunque aún no determinó la rama que seguirá. Además, se encarga de dar la clase de embriología, correspondiente a la materia de primer año “Primera unidad académica de histología, embriología, biología celular y genética”.
En diálogo con este medio, el joven tandilense contó los desafíos que debió afrontar durante la etapa de aislamiento social, preventivo y obligatorio, y cómo se organizó para poder realizar ambas tareas.
El rol de docente
Si bien las diversas aplicaciones digitales disponibles hicieron posible que las clases pudieran continuar, la realidad es que no fueron iguales a las presenciales. Y eso se encargó de reflejar Navarro.
“Desde el ámbito docente es imposible poder dar por Zoom las mismas clases que brindás normalmente de manera presencial. Y dentro de lo que son trabajos prácticos menos aún, porque lógicamente implica una tarea práctica”, refirió y agregó que el hecho de tener que hacer la reconversión al ámbito digital lleva mucho tiempo y requiere de una capacitación continua del propio profesor: “Necesitás saber y conocer la plataforma en la que te estás manejando y también tenés que estar al tanto de todas las opciones que te brinda”.
En ese sentido, refirió que si bien todas las aplicaciones tienen sus pros y sus contras, ellos utilizaron Zoom porque una de las ventajas que ofrece es la participación continua de los alumnos, como así también el hecho de hacer uso de “aulas divididas”.
“En los trabajos prácticos por lo general solemos dividir por grupos, y hay una opción en la plataforma que se llama ‘break out rooms’, que son espacios en donde el organizador separa a los participantes en diferentes grupos. Entonces así podés dar consignas para que debatan entre ellos y vos como moderador vas pasando por las aulas. De esa forma lo hacés más práctico, dentro de lo teórico que es el ámbito virtual”, explicó.
Contó, por otra parte, que a sus clases se conectó un 60 por ciento de la totalidad de los alumnos y manifestó que para llegar a esa cifra son numerosas las variables que deben ser tenidas en cuenta.
En primer lugar, destacó que como las materias son virtuales y no tienen un método de control para verificar que los estudiantes no se copien en los exámenes parciales “se reduce la seriedad puesto que no se estudia de la misma manera”.
“El porcentaje de conectados, en general, es de un tercio. En mi caso siempre había alrededor de 15 de los 25 asignados a mi aula. Y de ellos participaban cinco, el resto tenían la pantalla apagada o contestaban cuando les hacía una pregunta directa. Pero mis otros colegas tuvieron menos participantes y menos participación aún”, expresó Jordi, aunque reconoció que su muestra no es representativa ya que es una materia de primer año: “En los años subsiguientes los alumnos ya tienen otra modalidad, saben que tienen que ir a clases porque si no el trabajo es más difícil. Por eso creo que las materias de primero, y la mía en particular, no es representativa”.
El rol de alumno
En concordancia con lo que expuso cuando se le consultó por su papel como profesor, Navarro señaló que la modalidad virtual es un tanto compleja para estudiar y manifestó que en algunos casos los cursos se hicieron confusos, ya que quienes estaban encargados de brindarlos no se preocuparon por conocer la plataforma.
“Muchos docentes querían adaptar los seminarios que daban presencialmente a lo virtual. Y la verdad que en muchos casos no salió, porque son dos cosas distintas. No conocían la plataforma”, clamó. Empero, destacó que algunos sí tenían un mejor manejo de la tecnología e hicieron un óptimo uso de las herramientas disponibles, corrigiendo algunas falencias que encontraban en sus clases y fortaleciendo sus virtudes.
En su caso, que ocupó ambos roles, pudo observar los errores que cometían sus docentes para luego él corregirlos o también copiar algunos puntos que destacó como positivos. De cualquier forma, aseguró que eso lo hizo desde un primer momento y no sólo cuando se inició la cuarentena.
“Siempre vi diferentes formas de dar trabajos prácticos y siempre intenté ser crítico y aprender tanto de lo malo como de lo bueno para poder aplicarlo en mis clases”, señaló y agregó que para ello realiza encuestas anónimas a sus alumnos para que le cuenten qué no les gustó y así corregirlo.
“Me gusta que sea anónimo porque genera que los alumnos se animen a decir lo que piensan realmente. Hay gente que está disconforme y trato de aprender de ello”, expresó.
Coronavirus, UBA y medicina
La carrera de medicina en al UBA está organizada en un año de Ciclo Básico Común (CBC), cinco o seis años de carrera y uno de internado. A todos aquellos que se encontraban en este 2020 en la última etapa les dieron la posibilidad de trabajar para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y así poder cubrir las horas que requieren para aprobar.
A raíz de tal alternativa, si bien muchos alumnos decidieron hacer uso de ella, surgió el planteo de que en realidad estaban haciendo un abuso, debido a que son trabajos remunerados. “A mí me parece que si está la opción, va en uno elegir o no, y me parece perfecto que esté la posibilidad de hacerlo. Yo lo hubiese hecho”, refirió.
En tanto, evaluó que inevitablemente se terminarán atrasando “un poco” en la carrera, pese a que la idea es que no suceda. “Está todo bien que estés estudiando y no te quieras retrasar, pero tenés que entender que estamos en un contexto completamente excepcional y que los que te dan clases laburan con el Covid-19”, consideró.
Añadió que no ve factible la posibilidad de retomar las clases presenciales este año, aunque contó que se espera que en los próximos meses salga una resolución para que se habiliten los exámenes finales siguiendo cierto protocolo.