La familia Montani puso una placa donde funcionó la emblemática Confitería Norma
Frente a la sede del Banco Hipotecario, en la calle Rodríguez al 700, un grupo aguarda el momento en que el gerente, Fabio Noriega, les alcance la placa que está a buen resguardo en el interior de la entidad financiera. En tanto, apechugando el frío, Norma, Mario y Carlos -Edith no pudo estar presente-, hablan de sus cosas, en especial de los recuerdos que les trae el lugar. Claro, el viejo edificio, al que se accedía atravesando una enorme puerta de roble y bronce con importantes cristales, ha sido reemplazado por una arquitectura contemporánea. Muy lejos quedó el aroma de la pastelería única del maestro pastelero Juan Montani y de las exquisiteces saladas que preparaba Emma: su especialidad eran las tarteletas, sándwiches y saladitos.
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Un recuerdo del lugar
Al grupo de los hermanos Montani se le suman los hijos de Mario con su prole. De modo que la vereda de la calle principal de la ciudad se va llenando de gente. Norma cuenta que fueron varios los trámites que tuvieron que realizar para que les autorizaran a colocar la placa: “Hicimos todos los trámites pertinentes en el Municipio, luego hablamos con el gerente del Banco y cuando tuvimos todo nos comunicamos con el Hipotecario de Buenos Aires y finalmente con el dueño del edificio, Mario Ventura, que dio la autorización final”.
“No pensábamos hacer ningún acto -prosiguió Norma-, pero desde siempre con mis hermanos hablábamos que debía quedar un recuerdo del lugar donde estuvo la confitería que nació el 16 de mayo de 1948, fundada por nuestros padres Juan y Emma Aferri de Montani. No podía quedar en el olvido este negocio, un emblema de la ciudad”.
La confitería llevó el nombre de Norma porque era la más pequeña hasta ese momento y tercera hija.
Cada aniversario, un convite
Y los recuerdos continúan. En esta oportunidad le toca a Mario rememorar aquellas épocas de esplendor de Norma, donde cada vez que celebraba un nuevo aniversario invitaban a las personas que estaban alojadas en el Asilo de Ancianos y a los chicos y chicas de los otros asilos. Se los trasladaba hasta el espacio de la calle Rodríguez y luego de haber sido elaboradas las exquisiteces por Juan y Emma, eran los hijos los encargados de servirlas, acompañadas de un buen chocolate caliente, ideal para los días de mayo.
Por su parte Carlos hace una puntual referencia a la cantidad de ofertas tanto es pastelería, dulce y salada: “Los domingos eran un clásico venir a la confitería después del almuerzo a comprar facturas, Palos de Jacob, bombitas de chocolate, merengues, palmeras dobles con dulce de leche… es que en esa época había confiterías y panaderías. Nosotros nunca hicimos pan”.
También hubo una mención especial para el tradicional huevo de Pascua gigante que el negocio preparaba en Semana Santa y lo sorteaba entre los clientes el Domingo de Pascua. Y Norma lamenta que se hayan extraviado las cajas de fotos de eventos, tortas, exposición de delicatessen, entre otras, que tomara el notable fotógrafo Julio César Díaz.
Y llegó el momento
Sale a la vereda el gerente del Banco trayendo en una coqueta caja la placa y la entrega para que sea colocada en el frente. Es un momento donde la emoción, la nostalgia y las risas -por si está bien colocada, si no se caerá, si está bien derecha- se mezclan. Mario y Norma se abrazan, entrelazando sus recuerdos. Carlos se acerca y es muy probable que los hermanos estén trayendo al presente aquel pasado, de cuando eran chicos y corrían por los pasillos de la coqueta confitería, haciendo picardías, comiéndose a escondidas el fondant, el chocolate o la crema, mientras sus padres seguían preparando laboriosamente y con amor lo que luego se convertiría en una torta de bodas, un cumpleaños de quince o las facturas calentitas que los clientes venían a comprar rigurosamente los domingos, para la hora del mate, después del almuerzo familiar.
Norma, por siempre
Y un día cerró sus puertas, no muchos años después de que doña Emma falleciera. Eran tiempos difíciles, no aquellos de cuando los Montani la crearon; sin embargo, los memoriosos aún la recuerdan y evocan la finura de cada elaboración. Y, desde ayer, está inmortalizada en una placa, con su logo y los nombres de sus creadores en el frente del Banco Hipotecario.
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