Le diagnosticaron parvovirus a su perro e ideó un proyecto para solventar los gastos
Brisa Villalba, una joven tandilense de 17 años, comenzó a vender pastas y pizzas para afrontar los gastos de internación de su perra, un pitbull de cuatro meses que fue diagnosticada con parvovirus.
Brisa Villalba, una joven tandilense de 17 años, decidió iniciar un proyecto propio para solventar los gastos que le demanda la internación de su perro, un cachorro pitbull que fue diagnosticado con parvovirus.
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A través de la venta de pastas y pizzas que prepara junto a su novio y su madre, Brisa está juntando dinero para poder pagar los días que Dakila, la perra de cuatro meses, pasa en el veterinario.
El parvovirus canino es una enfermedad vírica que afecta especialmente a cachorros, aunque puede enfermar a cualquier tipo de perros, aún estando vacunados. Es altamente contagiosa y puede llegar a ser letal, ya que ataca los intestinos y se manifiesta mediante una diarrea sanguinolienta.
En diálogo con El Eco de Tandil, Brisa Villalba explicó cómo fue que la diagnosticaron a su perra y cómo surgió la idea de hacer comida para vender y poder afrontar los gastos.
“Dakila empezó con vómitos el viernes pasado, pero pensamos que era empacho porque había comido cosas que no esta acostumbrada. El sábado volvió a vomitar y el domingo estaba decaída. Entonces llamé a varios veterinarios pero la mayoría no atendían”, comenzó relatando la joven.
Como el lunes el cachorro estaba peor, junto a su novio decidieron llevarlo a una de las únicas clínicas veterinarias que estaban abiertas -era feriado-. El costo de la consulta ascendía a los 1.300 pesos pero lamentablemente los chicos no contaban con esa suma, de modo que le explicaron al veterinario la situación y le ofrecieron 900.
“Así que de gauchada me dio reliverán para intentar que parara con el vómito. Me dio una dosis al mediodía y una a la tarde”, agregó Brisa.
Empero, la noche del lunes no fue diferente a las anteriores: Dakila no comía ni tomaba agua. Por tal razón, el martes la llevaron al veterinario de la familia que atiende sobre la calle San Lorenzo. “Me preguntó cómo estaba y qué le pasaba. Yo le expliqué que estaba con vómitos y que no quería comer. Entonces me consultó si tenía diarrea con sangre; le contesté que por el momento no, y que para mí era el hígado”, expuso.
La perra quedó internada en la veterinaria y la joven, cuando regresaba a su casa, recibió un llamado del médico que le decía que estaba haciendo con sangre, que tenía parvovirus.
Retomar un proyecto
Dakila tiene apenas cuatro meses y sólo dos vacunas aplicadas, ya que la última no se la pudieron dar. La internación cuesta mil pesos por noche más el costo de los medicamentos, “es todo un gasto”.
Por tal motivo, para afrontar la cuenta Brisa decidió retomar un proyecto que había iniciado tiempo atrás con su padre. “Hacía un mes había empezado a vender junto a mi papá sorrentinos, raviolones, bombas de papa, de todo un poco. Pero como no se vendió mucho, dejamos por un tiempo”, recordó Brisa y agregó: “Ahora con el tema de Dakila dije ‘necesito que la gente me ayude’, pero no quiero que me vayan a pagar la cuenta, porque muchas personas lo hacen. Entonces yo pensé ‘hago mi trabajo, ellos se llevan los sorrentinos y la plata a mí me sirve para pagar la internación’”.
Fue así que desde hace una semana Brisa se encuentra haciendo sorrentinos, pizzas y raviolones junto a su familia: su novio se encarga del amasado de las pizzas, su madre la ayuda con los raviolones y su padre se encarga de repartir.
Una buena respuesta de la gente
Tras enterarse de la enfermedad que padecía su perra y pensar en amasar pastas y pizzas para solventar los gastos, Brisa publicó en las redes sociales su idea para intentar tener un mayor alcance y que muchas personas le compren.
A las pocas horas, la publicación ya había sido compartida por más de 200 personas y a su celular había llegado un sinnúmero de mensajes de personas que habían pasado por la veterinaria para aportar con los gastos. “La respuesta de la gente fue muy buena, no sé cómo agradecerle”, exclamó.
Para lograr satisfacer la demanda, Brisa se levanta a las 7.30 de la mañana y finaliza su trabajo a las 22. “No doy abasto; es lo más agotador que hay. Y ya al otro día de nuevo porque hay más pedidos”, contó cansada la joven pero feliz de ver que tantas personas quieren colaborar. De hecho, durante los primeros días vendió 30 docenas de sorrentinos y diez prepizzas.
Mientras tanto, el veterinario le contó que Dakila está mejorando aunque “no es para ilusionarse”. Ya comenzó a tomar agua pero la mantienen con suero y sacándole sangre.
Agradecimientos
Contó Brisa que la idea es seguir vendiendo pastas y pizzas cuando la perra salga de internación y se recupere, “porque la verdad no sé cuánto me va a salir”. Pero su objetivo es mantenerse en la venta y sostenerlo como un proyecto propio.
Finalmente, agradeció a toda la gente que la apoyó y colaboró con ella, principalmente su familia: “Es impresionante todo lo que pude hacer y sin ellos no hubiera sido posible”.
Para todo aquel que desee colaborar y comprar alguno de los productos que elaboran, puede comunicarse con Brisa al 2494-601895.