Los agroquímicos, entre la próxima apertura del Centro de Acopio y el cuestionamiento a la seguridad de las aplicaciones
A la brevedad se pondrá en marcha el Centro de Acopio Transitorio de envases de fitosanitarios en el área del Parque Industrial, para descartar los bidones de manera segura ante su potencial toxicidad. Los avances que se pretenden dar en el Partido en materia de prácticas agrícolas llevó a los aplicadores a organizarse para mejorar las condiciones sanitarias, pero hay quienes cuestionan la correcta implementación de los protocolos de fumigación.
La Dirección de Asuntos Agrarios del Municipio confirmó que ya está listo el Centro de Acopio Transitorio (CAT) de envases de fitosanitarios, espacio que pondrán operativo a la brevedad, y que siguen avanzando en la elaboración de normativas acordes a las demandas vinculadas a los productos fitosanitarios.
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El lugar comenzó a tomar forma cuando en octubre de 2019 la comuna puso a consideración de la Fundación Campo Limpio la cesión en comodato por diez años de una fracción de terreno ubicada en el Área Parque Industrial del partido de Tandil, con una superficie total de 6.176 metros cuadrados.
El CAT tiene aportes estatales y privados y funcionará con el nombre de Reciplast, bajo las directrices trazadas por la Fundación Campo Limpio y el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS). Allí se guardarán los envases usados -por su potencial tóxico- hasta que puedan trasladarse a un destino seguro para su reciclado
Hasta ahora, se trabaja de otras maneras en el descarte de los recipientes y un porcentaje muy alto se va a la informalidad, produciendo riesgos de contaminación en el agua y el suelo.
La responsabilidad del productor que compra un agroquímico es aplicarlo con receta agronómica y una vez utilizados los bidones llevarlos a un centro de acopio, donde se va a entregar un certificado en el que se consigna la cantidad adquirida y los bidones devueltos efectivamente. Hasta fin de año debería estar contemplado que cada productor con su número de CUIT compre los envases y quede registrado. A medida que los entregue a un centro, la diferencia entre los bidones comprados y entregados generará un disparador para requerir los envases que faltan –en el caso de que así sea- y la autoridad de control habilitará a que pueda seguir comprando o no.
Control sanitario para aplicadores
La manipulación de los desechos que generan las fumigaciones pone en evidencia lo que sucede en el eslabón anterior de la cadena, que es la aplicación de los productos en el marco de ciertas prácticas agrícolas. En este sentido, a principios de año se conformó una Mesa Intersectorial de Producción Agropecuaria que nuclea a diversos actores involucrados en estos procesos. Así, los aplicadores de agroquímicos se constituyeron como Organización de Aplicadores de Productos Fitosanitarios de Tandil para poder participar del espacio y gestionar su actividad.
Fabio Knell, representante de esa entidad, conversó con el ciclo “Cosas que pasan” (104.1 Tandil FM) y explicó que son “un eslabón en la cadena de vital importancia porque es una actividad delicada que debe actualizarse y capacitarse, somos los más permeables a la incorporación de conocimientos y tecnología, y tenemos que ir evolucionando”.
En aras de profesionalizar la labor y limitar el margen de error a la mínima expresión, se han reunido con los directivos del Sistema Integrado de Salud Pública, miembros del INTA y del Círculo de Ingenieros Agrónomos para habilitar una libreta sanitaria que permita realizar controles periódicos a los operarios que están permanente expuestos a los agrotóxicos.
“No hay monitoreo y nos parece muy importante hacer un seguimiento de estado de salud de los aplicadores”, detalló. si bien hay un protocolo de aplicación y la misma debe efectuarse con receta agronómica, no siempre se cumplen con las pautas de cuidado indicadas.
Al respecto, Knell señaló que hay cuestiones perfectibles para ajustar y enfatizó que existe a veces una diferencia entre los que específicamente se dedicamos a la actividad y quienes la realizan por cuenta propia en su explotación, que quizás no tomen conciencia del impacto de las sustancias con las que se trabaja.
“Si las cosas se hacen a reglamento no debería haber problemas. Debe haber participación profesional con receta agronómica y parámetros establecidos. No se minimiza ni se desconoce el cuidado que se debe tener con los agroquímicos y tenemos que ser meticulosos”, consideró.
Asimismo, ante las advertencias y suspicacias que se suelen generar alrededor del uso de fitosanitarios por el peligro que conllevan,, Knell opinó que “es muy difícil convertir el sistema actual a la agroecología de manera masiva, pero la discusión es válida y no debe haber posturas intransigentes, es necesario dar la discusión sobre todo lo que contribuya a mejorar los sistemas de producción cuidando el medioambiente”.
Las críticas al sistema
Del otro lado de la cancha están quienes esgrimen que estos productos son altamente tóxicos y perjudiciales tanto para las personas como para la tierra, y promueven un paradigma agroecológico y sustentable, sin fumigaciones de este tipo de por medio.
Así, el ingeniero forestal Claudio Lowy, una de las voces que siempre se alza contra del modelo agrarias vigente, cuestionó el modo de entender las aplicaciones seguras de la organización.
El profesional fue categórico al afirmar que en el video institucional de la entidad “el aplicador del mosquito está en de camisa, arremangado, dentro de la cabina que no son herméticas y tiene anteojos negros como si eso lo protegiera. Para el formulador del caldo, que está en remera, la única protección son los guantes. No cumplen con ninguna de las instrucciones que aparecen en publicaciones de especialistas”.
Lowy criticó que se no se empleen las “buenas prácticas agrícolas”que ellos mismos promueven y destacó que la persona encargada de fumigar debe estar completamente protegida para evitar el contacto con la sustancia que está manipulando. En tanto, afirmó que en la práctica no se cumple con los parámetros de bioseguridad.
“En el momento de hacer la fumigación las normativas del INTA son contundentes. Si no se protegen ellos mismos quiere decir que no son conscientes del riesgo para ellos y los demás”, expuso.
Además, recordó que en agosto del año pasado se presentó a través de la Banca 21 del Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza para regular la aplicación de plaguicidas en el territorio y prohibir su aplicación aérea, a fin de resguardar la salud de la población y el ambiente, y expresó su desconfianza acerca del tratamiento que esta alternativa podría tener en las comisiones y en el recinto.
“Una de las primeras actividades del Concejo fue dedicarse al tratamiento del proyecto, pero nos preocupa que se vaya a tratar de aprobar por consenso con los actores que hacen las aplicaciones, porque sería un consenso entre envenenadores y envenenados. ¿Qué vamos a acordar? ¿Que nos envenenen un poquito menos?”, inquirió.