La Cámara Empresaria y el cierre de Metalúrgica Tandil
“Metalúrgica es una metáfora del lugar al que nos lleva el sistema tributario argentino”
Desde la entidad presidida por Agustín Usandizaga hablan de un sistema tributario “extorsivo” que desde hace 15 años “condena” a las grandes y a las pequeñas empresas. Pero también sostienen la necesidad de no bajar los brazos y buscar alternativas.
Para la dirigencia de la Cámara Empresaria de Tandil, el cierre de Metalúrgica Tandil se encuadra “en un marco general de falta de competitividad del empresariado provocado por un sistema que desde hace 15 años financia el gasto público a través de la presión impositiva. Así, se lleva la mitad del movimiento económico de las empresas y así también termina forzando el cierre de las persianas”.
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La palabra del presidente, Agustín Usandizaga y del secretario Ezequiel Lester se da en un contexto de “gran tristeza” por el desenlace de Metalúrgica Tandil “porque junto a la pérdida de tantas fuentes laborales y el simbolismo de la emblemática firma –precisó el titular de la entidad- despierta a su vez una nueva voz de alarma, más acuciante, para el sector empresarial, sobre todo el de los pequeños y medianos y eso lo sentimos todos en carne propia”.
Los directivos de la CET están convencidos que más allá de que muchos interpretaban como inevitable el final de Metalúrgica Tandil por cuestiones propias del rumbo en el que navegaba esta fundición, la caída está ligada a la cuestión tributaria: “aunque un negocio de este tipo no viniese con complicaciones, si debe pagar un 50 por ciento de impuestos de todas las índoles (nacional, provincial y municipal), aportes a instituciones como ADIMRA (que se lleva el uno por ciento), aportes sindicales obligatorios (otro uno por ciento) todo eso te saca de competencia”, aseguró el presidente.
Usandizaga es un convencido de que tal esquema impositivo aleja cualquier posibilidad de invertir para poder tecnificarse y de tal forma estar en condiciones de competir.
En ese contexto de apremios tributarios, el empresario reclamó que la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA) intervenga en defensa de Metalúrgica Tandil. “Por cada empleado, esta firma paga un porcentaje a esa asociación. Ese aporte debiera corresponderse al menos con gestiones para que los trabajadores puedan reubicarse en otros espacios fabriles”.
-¿Y cómo evalúa el accionar de las autoridades estatales?
-Y, por ese lado nos consta que al menos desde la Municipalidad se hicieron un montón de gestiones ante Renault. Por eso nos tomó de sorpresa este cierre. Sorprende que haya sido de la noche a la mañana y que no haya surgido un ofrecimiento de reubicación de trabajadores en alguna otra planta. Nosotros hablamos de no bajar los brazos porque entre algunos de los caminos posibles esa puede ser una opción. O la búsqueda de nuevos nichos donde colocar la producción, ya por fuera de la industria automotriz.
La experiencia de un ex gerente
Carlos Etcheverry, integrante de la comisión directiva de la CET, trabajó durante tres décadas y media en Metalúrgica Tandil y fue nada menos que gerente allí durante 13 años. Conoce al detalle la conflictiva historia que poco a poco y en forma incesante fue llevando la fundición a su cierre definitivo.
Etcheverry remarcó que desde hace muchos años la casa central de Renault (Francia) quería desprenderse de Metalúrgica –en especial a partir de que cerró su planta de motores en Argentina, en Santa Isabel, de cual la fábrica tandilense era proveedora de esas piezas- a punto tal que en cierto momento estuvo a punto de ser vendida, hacia fines de los 90.
“No obstante, al final en esa oportunidad se le dejó a esta planta cierta autonomía como para buscar otros clientes y fabricar otras piezas, por fuera del mercado automotriz. Así sobrevivió un tiempo hasta que Renault la obligó a ser proveedora únicamente de industrias automotrices. Entonces perdió competitividad a escala internacional.
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