Piden que se cumplan con las condiciones fijadas por Mercedes Santamarina al donar su colección
El Mumbat vuelve a estar en el centro de la discusión. El modo en que se presentó la renovada sala disparó nuevos cuestionamientos, que fueron presentados por nota al jefe comunal. Entre otros aspectos, observaron el incumplimiento de lo pedido por la donante de las obras y que la cartelería sólo refiere al apellido de la familia. Además, indicaron que se sumaron retratos de Ramón y José Santamarina que son ajenos a la colección.
La reapertura de la sala Mercedes Santamarina en el Museo Municipal de Bellas Artes (Mumbat) disparó una serie de cuestionamientos que apuntan al modo en que se llevó adelante la exposición de la totalidad de las obras y objetos históricos que fue donada hace casi 50 años por la nieta de Ramón Santamarina.
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Las observaciones quedaron reflejadas en una nota dirigida al intendente Miguel Lunghi, que ingresó el lunes por mesa de entradas y que cuenta con la firma de una treintena de artistas, en su mayoría mujeres, y referentes de agrupaciones de género.
El planteo fue en relación a la colección Mercedes Santamarina, cuya sala fue reinaugurada el pasado 11 de septiembre bajo un nuevo guion curatorial y museográfico.
En ese sentido, realizaron una serie de observaciones en cuanto a la propuesta, alertaron que hay un incumplimiento de las disposiciones de la donante y que se ignora la perspectiva de género.
“Solicitamos que de forma inmediata se cumpla con las condiciones fijadas por Mercedes Santamarina, en todas sus partes”, enfatizaron.
Los tres puntos del reclamo
La nota incorpora tres reclamos concretos sobre la sala que reúne las piezas de arte que pertenecían a la nieta de Ramón Santamarina y que forman parte de uno de los patrimonios culturales más importantes de la ciudad.
En primer lugar solicitaron que “se retiren de la sala las obras ajenas a la colección, como son el ‘retrato de José Santamarina’, de Raimundo Madrazo, y el ‘retrato de Ramón Santamarina’, de Joaquín Sorolla”.
Luego, reclamaron que se reemplace el cartel de la puerta de ingreso al espacio “que dice ‘Colección Santamarina’ por el de ‘Colección Mercedes Santamarina’” y, en tercer lugar, que se agregue la denominación “Colección Mercedes Santamarina a la ficha técnica específica de cada obra”.
“Importantes razones”
A la hora de enumerar las “importantes razones” que así lo exigen, citaron como argumento el cumplimiento de las condiciones fijadas por la donante y aceptadas en el artículo 3 del decreto 79 refrendado por el exintendente Ricardo O. Stoddart el 13 de diciembre de 1971.
Según reflejaron en la nota, las condiciones son, por una lado, que “todas las obras deberán ser exhibidas con carácter permanente en dos salas estables del Museo de Tandil, que serán dedicadas exclusivamente a las mismas”, y por otro que “todas y cada una de las piezas de la colección serán individualizadas, conservadas y exhibidas únicamente con el nombre y apellido de la donante, con prohibición de hacerlo bajo la denominación de ‘Familia Santamarina’ u otra similar”.
Y alertaron que incumplir estas condiciones “puede llevar a perder la colección, tal como sucedió con la excolección Uriarte Piñeiro, donada al Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) en 1942 y recuperada en 2001 por los herederos en la justicia, como en otros muchos casos”.
La perspectiva de género
En tanto, en la lectura relativa al modo en que se llevó adelante la reapertura del espacio los firmantes hicieron referencia a la ausencia de una perspectiva de género en el armado y apuntaron contra la coordinadora del Museo.
Así, cuestionaron que “en el nuevo guion curatorial y museográfico, revisado y renovado durante los últimos 24 meses por Indiana Gnocchini, se ignora la perspectiva de género en las relaciones de poder inscriptas en los modos de ver y mostrar”.
“Pues se vincula a Mercedes Santamarina a genealogías masculinas, al incluir en la sala los retratos de su tío y de su abuelo, José Santamarina y Ramón Santamarina, respectivamente”, señalaron.
Y observaron que el segundo cuadro, además, “es el de mayor tamaño de la sala y está ubicado museográficamente en el centro perpendicular al retrato de Mercedes Santamarina, en franca competencia de superioridad”.
También, marcaron que se omitió de la puerta el nombre de la donante, “dejando sólo el apellido ‘Santamarina’ (filiación por descendencia patrilineal)”.
En efecto, y en función de los “avances que se obtuvieron sobre perspectiva de género hasta el presente, silenciar las condiciones fijadas por Mercedes Santamarina para imponerle estas obras y lectura a su colección es una forma de violencia institucional”.
En cuanto a la cuestión de género, indicaron que, “como señala la reconocida historiadora del arte Gloria Cortés Aliaga, ‘el caso de Mercedes Santamarina es revelador a la hora de establecer el único papel que se le permite ejercer en las discusiones de políticas públicas sobre los aparatos institucionales consagrados por la tradición, como el museo. El mecenazgo y la beneficencia corresponden así a las pocas instancias de ‘toma de posición’ o agenciamiento de las mujeres de la elite y que en este caso se traduce en la donación de sus obras al Museo Nacional de Bellas Artes y al Museo de Bellas Artes de Tandil, constituyéndose en uno de los personajes referentes en esta materia en adelante’”.
Finalmente, y dirigiéndose al Intendente, indicaron que “a lo largo de su gestión, primero Rubén Betbeder y posteriormente Indiana Gnocchini, se añadieron cuadros y objetos impropios a la colección, violando en distintas ocasiones los cargos establecidos por la donante. Continuar incumpliéndolos es una falta grave que puede llegar a la justicia”.
Por lo expuesto “solicitamos que de forma inmediata se cumpla con las condiciones fijadas por Mercedes Santamarina, en todas sus partes”.