“Somos los que hicimos la historia, el ladrillo de Loimar es conocido por nuestras manos”
Mientras hacían sonar los bombos, aplaudían, flameaban sus banderas y con las gomas quemándose visibilizaban una situación angustiante que cargan sobre sus espaldas hace más de un año, los delegados ceramistas Alberto Algañaraz y Sebastian Gere hablaron de desazón.
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Más allá de la falta de certezas y de los salarios adeudados, la mayor indignación pronunciaron que tiene que ver con el enfrentamiento que generaron entre trabajadores y excompañeros. “No tenemos nada en contra de ellos, están pasando necesidad igual que nosotros, pero acá hay que llamarle la atención a la empresa”, sostuvo Algañaraz.
En este término, consideró que el dueño de Loimar, Juan Loitegui, debería haber pagado las indemnizaciones “como corresponde” a los otros 50 trabajadores que “quedaron en la calle”. Remarcó que hace un año que les están debiendo “un montón de dinero” y que si lo hubieran tenido habrían pasado mejor la pandemia.
Despido sin causa
“Nos dejaron tirados y después se burlan abriendo la empresa con otro nombre”, protestó y aseveró que seguirán manifestándose hasta obtener una respuesta, la cual aclaró que debe ser para el conjunto y no de manera individual.
Además, distinguió que nadie estuvo por la fuerza en la protesta, que todos accedieron por propia convicción, y coincidió con las mujeres de los trabajadores de TandilCeram en que el medio donde debe solucionarse el conflicto es en el Ministerio de Trabajo.
Mencionando el artículo 245 se refirió a que el empresario hizo las cosas de manera desprolija, aquel apartado de la ley de contrato de trabajo se refiere al despido sin causa, que es lo que este grupo de operarios despedidos busca conseguir. “Fue una decisión de asamblea para apoyar a los 10 que fueron despedidos sin causa”, explicó y dijo que lo mismo debería ser para todos. Con enojo, declaró que les deben pagar lo que corresponde.
Por su parte, Gere con la angustia de la incertidumbre y tantos meses difíciles encima, recordó que a lo largo de ese tiempo solamente recibieron ayuda de las organizaciones. “Los compañeros que están por entrar a trabajar han ido a nuestras casas y les hemos repartido alimentos, igual que a todos, aunque piensen distinto”, dijo, resaltando que siempre fueron justos con todos.
Ahora, que el apoderado mencionó el hecho de ganarse el sustento, consideró que “sería bueno que abonen los salarios que deben desde 2019”. “Todavía no recibimos ningún dinero”, exclamó.
Algañaraz manejaba una máquina y Gere era foguista, trabajaron por 28 y 19 años respectivamente en la fábrica. “Somos los que hicimos la historia, el ladrillo es conocidos por nuestras manos, armamos producciones para mejorar las líneas y ayudar a la empresa, llegamos a producir 17 mil toneladas de ladrillos que nunca en la historia de la empresa se había hecho y ahora nos tiran a la calle”, lamentaron y concluyeron con indignación.