Temas y lectores
¿La violencia es un problema del rugby?
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Señor Director:
Lo que ocurrió en Villa Gesell, no es un tema nuevo; este pueblo de la costa bonaerense siempre tuvo fama de ser un lugar con escasa contención. Pero, lo que sucedió allí ¿es un problema del rugby? Caramente ¡No! Pero, se puede decir que el comportamiento en “manada” se potencia o, incluso, es posible señalar que el líder (o agente alfa) puede generar hechos desmedidos. Además, existe la posibilidad de un desequilibrio psíquico; pero, en realidad, el problema tiene relación con una “formación” deficiente, pues un individuo bien formado tiene mecanismos de contención y responsabilidad para, por ejemplo, abstenerse o impedir hechos violentos, incluso, cuando anda en yunta. Cabe señalar, al respecto, que en el hogar los jóvenes se “formaban” y en la escuela se “instruían”; esta ecuación exitosa decayó, en forma alarmante. Pues, la familia actual no tiene la vitalidad formadora de otros tiempos y los docentes –por más capaces- son parte del cambio. En la Antigüedad y en la Edad Media, los eruditos enseñaban a mejorar la conducta de la gente en una sociedad particularmente violenta. Así ocurrió con Confucio, en China, con Ptahhutep, en el antiguo Egipto, y en Europa con Galateo, Gracian y Erasmo, entre otros. Las Partidas de Alfonso el Sabio fueron, igualmente, una fuente de orden y equilibrio ente el “fondo” (principios, cultura, etc.) y las “formas” (usos y costumbres). También, Maquiavelo dijo que las buenas costumbres, para mantenerlas, necesitan leyes, pero las leyes, para ser observadas, necesitan buenas costumbres. Por este tipo de enseñanza, la “formación” se extendió a la familia y allí maduró; por ello, las “buenas costumbres” son un factor importante para la convivencia humana. Luego, paulatinamente, llegaron los cambios. Así lo señaló el maestro Ernesto Santos Discépolo, pues “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador” (Cambalache). El equilibro entre el fondo y las formas, se quebró; “todo da igual”, en un mundo donde la “doble moral” se hizo carne en la vida pública y privada de mucha gente. El “problema” de las “bestias de Zárate” no es el deporte que practican; el tema radica en la formación que tuvieron.
“Deportista es aquel que no solo ha vigorizado sus músculos y desarrollado su resistencia en el ejercicio de un gran deporte, sino el que en el ejercicio de ese deporte ha aprendido a reprimir su cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovecharse de una vil ventaja, a sentir profundamente como una deshonra la mera sospecha de una trampa, y a llevar con altura un semblante alegre bajo el desencanto de un revés” (Revista Punch, 1850). El otro problema, que afecta a muchos argentinos, es la movilidad social ascendente, cuando el progreso económico no corre parejo con el desarrollo espiritual (principios, ética y estética, etc.). Dado que muchas personas, “enriquecidas recientemente” no se “cultivan” ni practican la filantropía o la caridad, como antes ocurría; más fácil, resulta practicar golf o equitación y, por ejemplo, el rugby como una forma “fácil de relacionarse” y alcanzar cierto renombre “local”. Este atajo, es parte también de un proceso “cerrado”, habida cuenta que hay personas que se dedican a ganar dinero en forma legal y otros fuera de la ley; los que hacen actividades espurias conviven en este mundillo frívolo, bajo una apariencia respetable. Incluso, llevan a sus hijos a buenos colegios para sostener este carrusel superficial y opaco. Ingresados a este circuito llegan, incluso, a descalificar a otros que intentan “pelechar” de la misma forma que ellos hicieron hace, “apenas”, unas décadas anteriores. En este escenario frívolo, pululan también ciertos “referentes” poco ilustrados y vulgares; se llaman, así mismo, “personas públicas”. Son los “famosos”, que cuentan su vida más íntima en programas de TV y radio, sin el menor recato y pudor, otros dicen “palabrotas al aire” sin considerar el daño que hacen a los jóvenes. Lo vulgar se hizo “moda”, y los modistos dictan clase de etiqueta y protocolo sin considerar “que no es la apariencia, es la esencia; no es el dinero, es la educación; no es la ropa, es la clase”, como dijo Cocó Channel. Parafraseando a Pierre Bourdieu, la cultura es un bien que puede heredarse (formación hogareña) o adquirirse (como esta empresaria de la moda que, paulatinamente, logro una respetable cultura). La sensibilidad personal, permite alcanzar este tipo de metas superadoras; la “cultural adquirida”, en estos términos, dignifica a toda persona; pero, contrariamente, sería un progreso superficial y hasta grotesco, propio de los “logros intrascendentes”.
Por Carlos A. Méndez Paz (h.)
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Agradecimiento
Señor Director:
Por la presente deseo agradecer al Hospital de la ciudad de Tandil, en ocasión de hace unos días, fuera víctima de la explosión de una autógena, en un taller de la calle Almafuerte.
Había escuchado muchas cosas del Hospital, entre ellas algunas detractoras, especialmente en su área edilicia y funcionamiento, pero nunca había tenido el momento de pasar por allí, más que una visita casual.
En razón del tremendo accidente que puso en riesgo mi vida y la de otros allí, quiero por la presente y en el nombre del doctor Gustavo Alcántara, cirujano que no solo salvo mi vida, sino reconstruyo mi rostro, agradecer a todos. Ambulanciero, enfermeros, médicos, personal limpieza, etc., quienes demostraron todos en todo momento una gran profesionalidad y empatía con el otro.
Es un orgullo y un privilegio saber que contamos con tremendo hospital, con tan fabulosas personas.
Eternamente agradecido de poder expresar en vida, lo acontecido.
Félix Dionisio Vega
DNI 10506901