Temas y lectores
El Ministerio de Arte Tandil emitió una dura
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crítica por la falta de políticas culturales
Señor Director:
Hace días recibimos con entusiasmo la reapertura de la Sala Mercedes Santamarina en el Mumbat. Para quienes no lo saben se trata de valiosos objetos, pinturas y mobiliario donados por la coleccionista Mercedes Santamarina en 1971 a nuestro Museo Municipal. Tras dos largos años cerrada, la Sala reabrió, se removió la alfombra, se colocaron nuevas luminarias, y se implementaron mecanismos de control de temperatura y humedad ambiental: aportes que este Ministerio valora y cree necesarios.
También se comunicó a la prensa como aporte un supuesto “rediseño del guión curatorial”. ¿Qué entiende la actual gestión por “guión curatorial”? ¿Un rediseño espacial y un trabajo de conservación?
Este Ministerio entiende que un guión curatorial debe posibilitar nuevas lecturas del mismo, nuevas miradas y un mayor acceso educativo al público. No vemos ningún aporte en ese sentido.
Más allá del reclamo que difundió la prensa local respecto a la perspectiva de género y las condiciones no respetadas de exhibición, vemos en la reapertura de la Sala Santamarina algo más profundo: la ausencia de políticas culturales claras.
¿Cuál es el proyecto del museo? ¿Continuar con una gestión que reparte hace más de 6 años sus horas entre el ámbito público y el privado con todo el indefectible conflicto de intereses que ello implica? ¿Es sostenible que la señora Gnocchini sea al mismo tiempo coordinadora del Museo y directora artística de la galería de arte Artemio? Un acervo artístico como el que tenemos los tandilenses ¿no merece una dirección con dedicación exclusiva y concursada? (Recordemos que en 2017 se eliminó el cargo de Dirección).
Reiteramos, ¿cuál es el proyecto del museo? ¿Qué es lo que se está mostrando en sus salas? ¿Queremos un patrimonio desjerarquizado y acorralado entre muestras temporales sin criterio alguno? ¿Agrupar obras patrimoniales por temática, disciplina, género o color revaloriza nuestro acervo?
La soberbia de una gestión que hace poco tiempo desestimó un reclamo genuino de la comunidad artística, cuando algunas de nuestras obras más valiosas (Berni, Pettoruti) fueron envueltas en cartón corrugados y salieron sin seguro a un “supuesto reconocido Museo de San Isidro”, es la misma soberbia que declara neciamente que quienes señalamos el mal desempeño en el Museo “no vienen y no ven las cosas que se hacen” (tal como declaró Lunghi el día de la reapertura).
Este Ministerio seguirá visitando el Museo, como lo ha hecho siempre, con grupos de alumnos que lo pisan por primera vez y trabajando con lo que hay. Pero además de eso, dedicamos tiempo y compromiso a generar nuestros aportes.
Aportes
El patrimonio, además de ser cuidado físicamente, debe ser concebido como una memoria viva, una marca de identidad que posibilite abrir la mayor cantidad de mundos. Un patrimonio vivo debe estar acompañado de un trabajo de investigación serio que posibilite nuevas lecturas. Mantener el patrimonio vivo no significa llevarlo a pasear a supuestos “museos reconocidos”, mucho menos ponerlo en riesgo. Significa generar diálogos genuinos entre obras y por qué no con otros acervos. Significa acompañarlo con estrategias curatoriales y educativas renovadas que permitan establecer nuevos puentes con nuevos públicos. Generar nuevas lecturas que trasciendan el mero análisis formal y posibilitar el trabajo de curadores en equipo con especialistas de otras disciplinas que piensen proyectos expositivos y proyectos educativos de extensión.
No solo se trata de conservar, hay que difundir, investigar, hacer que ese patrimonio sea socialmente significativo. No debemos olvidar que se trata de un patrimonio público (aunque para su reapertura la gestión priorice invitar a una sobrina nieta de la donante que se refiera a éste como “las cosas de tía mecha” y no a las instituciones educativas de la ciudad). Realmente dos años cerrada ¿y ni un epígrafe extendido nuevo?
Otros temas que nos interesa poner en debate: ¿Cuáles son las políticas de adquisición? ¿Qué se compra y por qué? ¿Hay avances respecto al tan mencionado “protocolo de traslado” post escándalo Lucy Mattos? ¿En algún momento se utilizarán las nuevas tecnologías (página web, redes) en un sentido educativo en pos de extender las fronteras físicas del Museo asumiendo el siglo XXI? ¿Cuándo podrá el Museo comunicar su actividad de manera autónoma dejando de replicar lo que la coordinadora, desde su cuenta personal, pública? ¿Será posible tener personal de sala capacitado?
Estas son sólo algunas preguntas y aportes de quienes miramos con preocupación lo que sucede con nuestro Museo hoy. El patrimonio es de todos. La responsabilidad también.
Paula Jaureguiberry.
María Menegazzo.
Ministerio de Arte Tandil.