Tenis para ciegos, un proyecto que conmueve
Juan Pablo Tellechea tenía 8 años cuando sufrió el accidente que lo llevó a perder el ojo izquierdo. Fue jugando al tenis, un deporte que le gustaba. Hoy, a los 33 y ciego, se convirtió en el primer alumno de las clases que dictan los estudiantes del Instituto de Educación Superior Tandil, coordinados por Juan Pina, y con el asesoramiento y la capacitación de Eduardo Raffetto, presidente de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos.
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El viernes, en el gimnasio del instituto, junto a Juan, practicaban Violeta y Claudia, dos alumnas con una avanzada disminución visual. “Soy de los primeros que empezó. Fui el primero porque el tenis, en parte, me gusta. Para mí es un doble desafío, porque a los 8 años, perdí el ojo izquierdo jugando al tenis. Me pegaron un pelotazo en el ojo izquierdo y lo perdí. El ojo quedó totalmente golpeado e inútil. Ese fue el principio de mi historia con el tenis y nunca más, obviamente”, relató en diálogo con El Eco de Tandil.
Ante semejante accidente, se alejó por varios años del tenis, hasta que desde Apronovid comenzaron a gestar esta posibilidad. “Ahora, de grande, para mí es un doble desafío y dije ‘voy a ir de vuelta’ y hacer este deporte que me gusta”, confió.
Juan contó que “en lo personal, me provoca un poco de distracción. Me da ánimo, me da aliento, me demuestra que puedo, que puedo practicar un deporte como practican los demás; que no estás limitado”.
Además, comentó que la Escuela de Tenis para Ciegos fundada por el profesor Raffetto “ha viajado por muchos lados y ha participado de torneos, entonces significa que uno puede integrarse con otra gente. Tener un objetivo en la vida, un propósito. Hacer deporte que también nos hace bien y agudizar los sentidos. Además, nos distrae de la realidad que vivimos, es un momento de distracción, recreación, saludable”.
Valoró que los instructores “ponen la mejor onda, voluntad, tratan de explicarme y de que yo entienda, porque uno se tiene que ubicar, y se toman el tiempo para explicarnos bien dónde está cada persona, si estamos dentro de la cancha”.
Para reconocer el espacio, utilizan la demarcación del piso de la cancha con una soga y una cinta. “Eso lleva tiempo y ellos se dedican a guiarnos. Es una cuestión de mucha paciencia y ellos la tienen”, dijo Juan sobre sus profesores.
El comienzo
La idea surgió desde la biblioteca de Apronovid, cuando compartieron en el muro de Facebook información sobre clases de tenis para ciegos en Buenos Aires. Así iniciaron el contacto con el profesor Eduardo Raffetto, quien inició la experiencia en la Argentina hace más de 6 años, y con el director de Deportes del Municipio Carlos Ilero.
La bibliotecaria Ana Inés Córdoba recordó que “tuvimos una charla de presentación el año pasado, donde el profesor y presidente de la Asociación de Tenis para Ciegos mostró lo que se hacía en Buenos Aires. Estaban los alumnos del profesorado de educación física del Instituto de Educación Superior Tandil y gente de los clubes, profesores de educación física y de tenis. A partir de este año se comenzó a hacer la capacitación con los alumnos del profesorado”.
La representante de Apronovid agradeció las gestiones de Juan Pina, por el Instituto, y al profesor Eduardo Raffetto, y explicó que la entidad se encarga de recibir y contactar a las personas con disminución visual y ceguera que quieran asistir a las clases.
“Hoy participan siete personas”, informó, pero el objetivo es ampliar el grupo. Los interesados en inscribirse solo necesitan un certificado médico de aptitud física y el de discapacidad visual.
“Estas clases son gratuitas. Es una posibilidad que casi no existe, porque el tenis es un deporte costoso. Esto es una forma de vencer barreras y prejuicios, y es un esfuerzo”, resaltó la bibliotecaria y agradeció a los sponsors, el hotel Mulen que hospeda a los profesores que vienen de Buenos Aires y a Río Paraná que les facilita los pasajes.
También señaló que el club Independiente presta sus instalaciones para las clases, aunque están coordinando los horarios para poder utilizar las canchas. Mientras tanto, la escuela funciona en el espacio del Instituto de Educación Superior Tandil.
“Es muy emocionante”
Un pilar muy importante de esta propuesta son los diez instructores de tenis para ciegos, que pertenecen a distintos años del profesorado de educación física y realizan pasantías en el espacio de Práctica Docente. Cuentan con la capacitación y el acompañamiento de Eduardo Raffetto, quien viaja una vez por mes junto a Gustavo para seguir de cerca la experiencia de la sede Tandil.
“Este proyecto se nos planteó a principio de año. Nos pareció muy interesante porque nunca habíamos visto tenis para ciegos, no lo imaginábamos”, contó Nazareno Bertini, estudiante de tercer año.
En el inicio de la clase, reciben a los deportistas. “Si no conocen el gimnasio, les mostramos los sectores y les decimos si están cerca de la pared, dónde está el equipamiento, los orientamos. Luego, los hacemos entrar en calor, movilizando los hombros, la cadera y las distintas partes del cuerpo y empezamos a trotar, como en cualquier deporte. Después de 10 ó 15 minutos, arrancamos con el ejercicio de raqueta y pelota”, detalló Mariano Gabastou, alumno de tercer año del profesorado.
Trabajan con unas pelotas especiales de material blando, que tienen otra esfera plástica en su interior y perdigones que al rebotar, provocan un sonido. Los jugadores tienen tres piques para poder pegarle a la bola, antes de perder el punto.
Además de esas pelotas originales que se importan de Japón y tienen un costo de 15 dólares, utilizan otras que confeccionan en Tandil. “Las que hacemos nosotros son más caseras porque son de goma espuma, las abrimos y les ponemos una de ping pong, pero suenan menos”, explicó el estudiante.
El material para las prácticas lo aportó el Instituto, las raquetas, pelotas y cintas especiales para marcar las canchas, lo que aporta un relieve para que el tenista no vidente pueda saber dónde termina el perímetro. Además de las redes, que van a 83 y 90 centímetros de altura, y los materiales para confeccionar más pelotas.
“Ver a una persona ciega pegarle a una pelota es algo fuera de lo común. Es muy emocionante”, confió Gabastou y expresó que el primer objetivo es conformar un grupo más grande para avanzar con los entrenamientos y la socialización. u
LA VOZ DEL FUNDADOR DE LA PRIMERA ESCUELA ARGENTINA
“Estoy muy orgulloso de llegar a Tandil, que es la cuna del tenis”
Hace poco más de 6 años, el profesor Eduardo Raffetto salía de su Centro de Desarrollo del Tenis, ubicado en el barrio porteño de Caballito, cuando se encontró con una mujer que estaba frente al cartel de “clases de tenis”. La desconocida le comentó que le encantaba ese deporte, que tenía dos nenas y que deseaba que lo aprendieran. Cuando bajó la vista, observó que las mellizas -de no más de 8 años- que la acompañaban eran ciegas. No se le ocurrió decirle que no y se comprometió a investigar si existía la posibilidad de enseñarles.
“Así empezó la historia”, dijo con naturalidad Eduardo Raffetto, quien inició una investigación por internet y encontró la respuesta en Japón, donde ya existía el tenis para ciegos. Entró en contacto con los mentores de este deporte, se informó y se formó.
“Tuvimos todo el apoyo logístico de Japón. Esto no fue de un día para el otro. Estuvimos entre tres y cinco meses para que nos dieran el okey”, dijo y explicó los detalles de un extenso intercambio de datos sobre sus intenciones de iniciar el proyecto en la Argentina. Así obtuvo el manual en japonés, que tradujo al inglés y luego, al español.
“Yo no sabía nada de tratar a una persona con una discapacidad visual. Entonces, durante nueve meses, en silencio, junto con mi hijo que es parte del equipo y un profesor más, nos capacitamos con colegas de educación física que trabajan en la discapacidad visual, orientación y movilidad; con escritores para leer lo que es la discapacidad visual, y entre el manual y las prácticas, estuvimos casi diez meses para poder comprobar que esto se puede hacer”, dijo entusiasmado.
En ese trayecto, el dato que más los sorprendió fue que la madre de las dos chiquitas ciegas que querían jugar al tenis nunca regresó. “Es de locos”, concluyó sobre ese impulso que recibió de una persona desconocida.
Una oportunidad
A la escuela de Capital Federal asisten hoy unos 15 alumnos, pero además extendió la experiencia a Bahía Blanca y a esta ciudad. “Estoy muy orgulloso de Tandil, porque es cuna del tenis. Todos sabemos los grandes jugadores que tenemos de dónde surgieron. Que me convoque Tandil a hacer este proyecto, a tener esta oportunidad, a darle la oportunidad a toda la gente de Tandil a que hagan este deporte y lo conozcan, y yo tener todo el apoyo, me pone muy contento”, confió en diálogo con este Diario.
La política de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos es que toda institución que incorpore el deporte, lo ofrezca de manera gratuita. “Consideramos que es una causa noble y tiene que mantenerse gratis”, explicó el presidente y fundador. De este modo, se sostiene a partir del bolsillo del equipo de trabajo.
“Es una experiencia profunda. Lo que más me deja es el placer de poder ayudar a otras personas con las armas que yo tengo. Con lo que puedo ayudar es con el tenis, entonces todo esto que está surgiendo para mí es un placer enorme y tiene que replicarse en todo el país”, señaló.
El profesor aclaró que como en toda escuela de tenis, reciben a niños desde los 4 años hasta los adultos que puedan realizar actividad física. “Acá no se les da una pelota de tenis para ciegos y una raqueta y empiezan a pegar, el programa está replicado en dos áreas: deportiva y social. La deportiva es que vienen a jugar al tenis, pero hay muchos que quieren armar un partido, jugar contra otros, y la social tiene que ver con el encuentro semanal y el compartir, el ambiente social del club”, explicó.
Para cerrar, expresó que “esto es un nuevo desafío en toda persona con la discapacidad, porque es personal no grupal. Eso es lo que más atrapa porque cada uno se tiene que levantar, ir a jugar, moverse, jugar contra otro, entonces no hay un equipo que si está desanimado, hay otros que juegan a favor”.
Por más información, se puede ingresar a la página de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos www.tenisparaciegos.arg. Por inscripciones para las clases en Tandil, dirigirse o llamar a Apronovid.
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