Teresita Inza
Falleció el 1 de noviembre, luego de batallar durante mucho tiempo contra el cáncer. Su recuerdo quedará en el corazón los suyos, sus amistades y conocidos. Por eso volvemos a través de estas páginas, a leerla, a escucharla, a valorar el coraje que siempre la caracterizó. Regresamos a aquella tarde en que nos recibió en su coqueto departamento de la calle Alem…

Escribe Ana Pérez Porcio
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailNos abre la puerta y nos encontramos en medio de un lugar encantador, muy femenino y cálido, como su propietaria y ambientado con la colaboración de la diseñadora de interiores y su amiga, Analía De Galvagni. Nos sirve de guía cuando lo recorremos contándonos, de vez en cuando, la historia de uno que otro objeto del que no se desharía jamás. “Este es mi lugar en el mundo”, nos cuenta mientras admiramos la vista maravillosa de la serranía. Claridad, luminosidad son adjetivos esenciales para describir los ambientes en los que Teresita se siente a gusto, donde no existen los malos recuerdos, sólo los que merecen recordarse y el presente, donde “hijos y nietos” serán mencionados una y otra vez a lo largo del reportaje.
“Mis hijos son mi orgullo -señala con tanta firmeza, con tanto amor- no me perdí ninguna de sus etapas y los vi crecer, superarse” nos contará más tarde, enfrascándose luego en una descripción minuciosa de todos sus nietos, llenos de cualidades, sonrisas y magia. “¡Amo tanto esta familia simbiótica”, dirá riéndose mientras tomamos el té y charlamos en medio de la tarde tandilense.
-Cuándo la soledad es por elección ¿pesa?
-De ninguna manera. Me llevo muy bien conmigo y trato de disfrutar todos los momentos y donde esté. Si es en el negocio puede que entre usted y no la vea porque no levanto la vista, me concentro mucho. Estoy acá en casa y no hay celulares, teléfonos, nadie me molesta porque saben que este es mi lugar, me respetan.
-¿Cómo es un día suyo?
-No soy de levantarme muy temprano, soy dormilona y por la noche no tengo apuro en acostarme, me quedo en la compu, leyendo, escuchando música o simplemente pensando un montón de cosas mirando a través de la vista magnífica que tiene este departamento… y me escapo. Duermo unas cuantas horitas y cuando me levanto –tengo una señora divina- me tiene preparado un riquísimo desayuno que es lo mejor que hago en todo el día, desayuno como debe ser, como una reina. Y hasta le da el toquecito decorativo que sabe que me gusta y ese es mi momento, estoy sola, trato de no hablar con nadie a lo sumo pongo bajito la radio. Después ya es otra cosa si voy al negocio no será hasta cerca de las once porque ya tengo ganado el derecho de ir a esa hora –comenta sonriendo-, porque además tengo unos hijos divinos: Victoria se hace cargo enseguida de su parte y Rodrigo de la de él y yo me puedo quedar tranquila en mi casa, que es la otra opción.
En el negocio generalmente nos encontramos con los nietos, los disfruto un rato, nos peleamos, discutimos, somos una empresa familiar por lo tanto mezclamos todo y las nueras o el yerno –o el nuero como se llama a él mismo- miran con cara de asco porque lo que menos quieren es hablar del negocio y nosotros ya acordamos tal cosa porque hablamos entre nosotros y los demás miran. Y mientras tanto pasó alguna de las chicas y algo le comentamos porque también convivimos con los empleados y casualmente en estos días les comentaba que pasamos “más horas en Epoca de quesos que en nuestras propias casas, entonces –dije- apliquemos la Ley del clavo.
-¿Cómo es eso?
-Imaginemos que en la entrada del negocio hay un clavo y el que va a trabajar cuelga sus problemas del exterior y también hay un clavo a la salida donde ya yéndose del trabajo cuelga antes de irse todos los problemas del negocio para no llevarlos a su casa.
-¿Da resultado?
-Claro que sí porque no tenemos derecho a afectar la vida de los demás con los que debemos convivir, hay muchas mujeres, pocos varones y nosotras somos… vio lo que se dice de las mujeres…
-¿Usted dejó colgado en algún clavo parte de su pasado?
-Todo. Volví a ser Teresita Inza hasta con la firma, igual que cuando era soltera.
-¿Le cuesta hablar de la época en que para usted la vida no era precisamente un jardín de rosas?
-No me molesta, la tengo totalmente superada.
“El pasado ya fue. No lo pienso”
-¿A qué edad se casó?
-A los 23, muy bien todo regio como se hacía en esa época que al final no sirve para nada… era una estudiante de Veterinaria, abandoné la carrera, mis compañeros se recibieron, yo no, por casarme.
-¿Le pareció acertada la decisión que había tomado?
-Acertadísima. Mis padres me dijeron ¿qué te vamos a decir? Cuando con los años les reproché por qué no me habían retado me contestaron ¿qué te íbamos a decir? Si después de todo ibas a hacer lo que se te antojaba. Siempre fui una malcriada, caprichosa, consentida.
-¿Cuántos hermanos son?
-Tres, Beba, mi hermano y yo y nos llevamos muy bien porque nos queremos mucho, pero eso de ser la más chica, la mimosa del papá y la mamá me permitía también ser un poco desobediente.
-Ellos cuando se refieren a usted siempre la señalan como una mujer muy fuerte y que hacía lo que quería.
-Y si… pero a veces uno no es tan fuerte, pero la seguís adelante y no te parás a pensar porque además no te podés dar el lujo de bajar los brazos. Además soy de inventar, crear, hacer cosas distintas.
-Se casó y fueron llegando los chicos.
-Los cuatro vinieron muy rápido, muy seguidos. Teníamos un negocio que de alguna manera fue el principio de Epoca, se llamaba La casa del queso, debajo de nuestra vivienda había un local que originariamente había sido pensado para los pequeños animales que iba a atender cuando fuera veterinaria. Pero bueno, se dio que había una fábrica de leche enfrente, mi ex suegro una persona divina y nada… empezamos a trabajar con los quesos que sobraban a granel, a aprender. El ámbito que nos rodeaba era el mismo, todos hablaban de leche, lácteos, mi padre era tambero y aprendí. Además porque soy inquieta. Venía papá y se me enojaba porque me veía trabajar, la nena de sus ojos, la caprichosa de los modelos exclusivos… ¡no lo podía concebir! y decía “No puede ser, haciendo esto, sos la hija que me da más trabajo que todas las vacas del campo”. Pero estaba feliz, bien, después pasó el tiempo que trajo otra cosas y que desencadenó en un divorcio bastante complicado. Perdimos todo.
-¿Fue una mujer golpeada?
-Físicamente no
-¿Maltratada emocionalmente?
-Quizás sí porque mi ex esposo era enfermo. Pero fue tremendo el error del ocultamiento, porque se hace por desconocimiento, quizás yo no sabía, buscaba ayuda en profesionales y no la encontraba, buscaba ayuda en los sobrinos que eran mocosos de 18 años pero me aconsejaban. El dialogo que tuve con ellos fue siempre muy fuerte, no de una tía sino de una amiga y la pasamos muy difícil. Mis chicos quedaron muy marcados, tuvimos muchos pesares, pasamos hambre, disgustos, todavía tenemos consecuencias económicas. Pero ¿sabe qué hago?
-No.
-No hablo nunca mal, es el pasado, trato de recrear los buenos momentos, las virtudes de ese matrimonio –cincuenta y cincuenta es de cada uno- y ver la buena crianza que tienen mis hijos. Porque a mí si mi padre y mi madre no me hubieran criado como lo hicieron a pesar de todos los mimos y a mis chicos no los hubiéramos criado así, hoy no tendríamos este equipo. Por eso, hay que perdonar. Más perdonó Dios. A veces siento hasta lástima porque se pierde toda esta hermosura, toda esta riqueza que tengo alrededor, pero son cosas del pasado, no me pesan, no pienso.
-¿Volvió a enamorarse? Se lo pregunto porque hace muchos años que se divorció.
-Hace 22, era muy joven soy joven todavía –dice con una sonrisa pícara- pero estoy sola y muy comprometida con el trabajo. Mis chicos son divinos, lo repito constantemente, me cuidad y miman demasiado. Victoria vive por mí, Rodrigo habla maravillas de su mamá, Carlos lo mismo, Gonzalo con su “Teresa” y cada uno encierra tanto amor, tanta dedicación que no es que los voy a defraudar si tengo una pareja sino que quizás a los que me están ayudando tan de cerca les quite tiempo para estar con su familia. Trabajar en un negocio de turismo no le hace tener tiempos propios, uno trabaja cuando los demás están paseando, disfrutando. Si no reemplazo a mis chicos tendrían que estar ellos y no podrían disfrutar a sus familias.
-¿No necesita una pareja entonces?
-Vivo muy bien, cuando me da ganas de irme “al diablo” lo hago, viajo muchísimo, mis vicios son tener una casa hermosa para disfrutar, un coche que esté siempre en condiciones, que sea hermoso, ágil y rápido para salir a toda velocidad ¡la velocidad me encanta!
-¿Qué dicen sus hijos de esta pasión por la velocidad?
-¡Me matan cuando se enteran! Pero creo que todavía tengo alma de niña, de esa mocosa que quedó colgada del caballo.
Amor por la velocidad y el trabajo
-Se dice que cuando no se viven todas las etapas, en algún momento la vida da una segunda oportunidad ¿lo cree así?
-A mí me quedó añoranza de la niñez hermosa que tuve, un padre y una madre, abuela, tíos maravillosos y que ya no se ven más. Era hermosa la confianza que nos teníamos, el amor, la predisposición, entonces…. Es difícil luchar contra una mujer así que todo lo puede y todo lo hace.
-Volvemos a lo que todos piensan: Que es una mujer fuerte… ¿pero eso fue lo que le hizo esquivar un nuevo amor?
-No me abrí, y quizás para no herir a los hijos. Tal vez alguno de ellos se hubiera sentido así, estoy segura, sobre todo los varones, porque me tienen en un altar y soy una mujer terrena, simple y sencilla con defectos y virtudes. Sé que Rodrigo es receloso y le dolió tanto la separación mía, era muy chico cuando todo eso pasó, pero él está muy orgulloso de su mamá. Y Gonzalo, al más callado y más parco le pasaría lo mismo. Victoria y Carlos no tendrían ningún problema, lo que ellos quieren es mi felicidad.
-¿Es feliz?
-Soy feliz…
-¿Plenamente? Me pareció que hubo un tono no demasiado enfático en la afirmación.
-Con toda sinceridad… me faltaría un poquito más de aprendizaje de los dos chicos míos que están en el local para sentir la libertad de poder irme sin la responsabilidad de tener una fecha de regreso. En el negocio cuando salís, el que queda es el perjudicado, queda a cargo de todo entonces trato de suplirlos el fin de semana, los momentos especiales para que puedan disfrutar. El que queda carga con los 16 empleados, dos negocios monstruos que trabajan muchísimo, pero también a veces digo ¿por qué los habré metido en esto? Pero ellos lo eligieron.
Una dama aventurera
-¿Para que quisiera tener más tiempo libre?
-Para irme de viaje. Tengo constante superposición de viajes. Ahora tengo tres en vista y no sé si voy a poder hacer uno, mi doctora de Buenos Aires me dijo: Le doy muchos remedios para que si hace alguno de los viajes que tiene programado le alcance la medicación. Es una divina.
-¿Por qué se le superponen? Es una privilegiada, por lo general la gente planea uno no tres.
-No planeo nada. Tengo en vista probarme a mí misma: Irme sin fecha de regreso, a no sé dónde y sola, tal vez al norte del país. Alguna vez me dije, voy a recorrer la ruta 40, pero los coches que compro no son para esa ruta ni para la 226, bajos, europeos pero me gustan. Pero sí, mi idea es irme al norte, meterme, relacionarme con la gente, dedicarme tiempos para mí. De hecho cuando viajamos al norte con mi amiga, Delia, terminamos subidas a la camioneta de un señor que no conocíamos que nos llevó a ver una carneada al medio del campo, riña de gallos, entre otras cosas. Mi amiga se reía y decía: Mañana va a salir en los diarios de Tandil: Encontraron a empresaria de la ciudad y docente en medio del campo… me gusta la aventura.
-¿Fue una joven aventurera?
-Sí, claro que sí pero lo sigo siendo, me encanta viajar. Y ahora la idea de irme sola me fascina, pero en octubre mi hijo va a defender su tesis en Barcelona (España) y también tengo organizado un viaje al sur de Africa, porque cuando tenía planeado el de China nació Morita y me cortó todo.
-Entonces por ahora todo queda en stand by
-El Irme, cerrar la puerta y subir al auto. Tomar un vuelo e Africa, Jerasulem y Francia. He hecho viajes a Estados Unidos con amigas y nos hemos divertido muchísimo, en los juegos de Orlando mojadas como patitos y muertas de risa. Manejé en las rutas de Estados Unidos sin poderlo creer: “Si me vieran los chicos”, pensaba. Es que me gustan los desafíos.
-¿Siempre busca nuevos desafíos?
-Sí, constantemente me estoy probando, pero siempre fui así y mirando hacia atrás a los amigos de la infancia yo era la mandamás, la ejecutora, la líder, sin quererlo.
Los otros días Cledi hablaba de que su primer desfile fue a pedido de la agrupación Bochika, y éramos nosotros: Jóvenes transgresores que le faltamos cuatro días sin permiso a la directora Loli Usandizaga, porque nos habíamos ido de viaje. Teníamos una mentalidad un poco más adelantada para esa época.
Familia simbiótica
-¿Se sigue viendo con sus compañeros de la secundaria?
-Por supuesto que sí y nos encontramos una vez al año y es de lo más emotivo porque los hombres ya están pelados viejos-gordos y nosotras recuperadas a la fuerza gracias a la cosmetología, pero es muy lindo. Nos da mucha nostalgia por los que ya no están.
-Entonces no se ha saltado etapas en la vida. Las disfrutó todas.
-No, claro que no. Soy muy familiera y somos muy dependientes los unos de los otros en una simbiosis muy difícil de diagnosticar y de entrar en ese círculo. Lo veo por mi nuera o “el nuero” que les cuesta porque somos especiales.
-Tal vez el dolor del pasado los hizo así.
-Nos unió más. Fue para mí un descubrimiento vivir en familia. Recuerdo que cuando me separé llegaba el mediodía, cerraba el negocio y me sentía tan feliz de encontrarme con mis hijos corría las dos cuadras para verlos; sin embargo siempre los había visto y siempre los había tenido al lado.
-No perdió ninguna de sus etapas…
-No ¡para nada! Al contrario, los acompañé siempre y los vi superarse y eso es lo mejor que me pasó. Y los sigo viendo, en comunidad, con sus primos trabajando juntos elaborando unos quesos riquísimos con algunas recetas mías, otras de ellos y es una marca que se va potenciando día a día. Carlos, mi hijo mayor sin ninguna necesidad –a punto de recibirse de doctor en Derecho Penal- trabaja como secretario académico de la Universidad Austral y sin embargo tiene una franquicia de Epoca de Quesos en Tigre. Y ellos programan, con respeto pero delante de mí, para cuando no esté, para que no se pierda la marca.
-¿Se ve fuera del negocio?
-¡No! Ema Montani siempre decía “Hay que hacer algo para ir adelantando” y se ponía a trabajar. Y no puedo dejar de mirar mis frasquitos. De toda la parte de quesos y fiambres se ocupa muy bien Victoria pero parte delicatessen me encargo yo tratando de tener las cosas más innovadoras y que no haya en Tandil, pero sufro cuando veo algo que no está bien, soy muy detallista y mis empleados que son en realidad mis compañeros de trabajo cuando me ven entrar ya saben que algo vi y donde puse la mirada, arreglan.
-¿Cómo es la relación con sus empleados?
-Como le dije recién, son mis compañeros de trabajo, pero son muy respetuosos, hay algunos muy antiguos que me miman, me cuidan… hay mucho amor detrás de todo esto. Con el pasar de los años, han pasado unos cuantos empleados por esta casa, por supuesto no todos se fueron contentos ni alegres pero la mayoría vuelven a visitarme, me tienen cariño y dándome gracias por todo lo que les enseñé. Y les pregunto qué les enseñé y me contestan que “a desafiar la vida”.
-Que no es otra cosa que lo que usted hace a diario, hoy me comentaba que siempre se va poniendo metas y evidentemente lo debe trasmitir.
-Me pasa asiduamente y sobre todo con personas que quiero muchísimo y que han estado cerca de mí, alguien del servicio doméstico se convierte en mi mejor amiga y paso a ser su testigo de casamiento y mi hijo el padrino de su primer bebé.
“Me siento más cómoda
charlando con los hombres”
-¿Qué es para usted el amor?
-Lo fundamental, del amor parte todo. Mi negocio está hecho bajo tres pilares fundamentales: Amor, trabajo y perseverancia. Dios dice persevera y triunfarás, y bueno lo tengo muy asumido, una cuestión de mucho amor…
-¿Cree que existe una diferencia social entre la viuda y la separada, en el aquí y ahora? No me refiero a los jóvenes sino a las mujeres maduras que quedaron solas.
-La viuda es una mujer que dispensa lástima, la sobreprotegen, ¡se le murió el marido tan joven! La separada, es mirada de otra manera y la aprecian mucho más los hombres que las mujeres. Ellas hasta ahí y la miran con un toque de envidia.
-¡Mirá cómo puede salir sola adelante, destacarse ¿algo así?
-Ni más ni menos. Sin embargo los hombres la valorizan muchísimo. Me pasa, como que nos tienen miedo, nos admiran, hablan de nosotros y finalmente producimos unos celos que son infundados porque no está en el ánimo, por lo menos en el mío, de meterme en situaciones que no me interesan. Pero en una reunión cualquiera prefiero estar con los hombres porque tengo más temas para hablar que con una mujer, ya que no me voy a poner a hablar del servicio doméstico, de la casa, los hijos, prefiero actualizarme de la “maldita política” que tenemos, el momento económico que estamos viviendo, voy a proyectar, a utilizar el conocimiento del otro para que me ayude a seguir adelante.
-¿Y cómo ve en la misma situación a las más jóvenes?
-Las veo muy trabajadoras, competitivas, pero se manejan de otra manera tienen muy claro cuál es el lugar de ellas, de su pareja, nosotros mezclábamos todo. Aunque algunas logramos salir proyectando pero eran casos aislados, trasgresores, no muy bien mirados.
-¿Le importa el qué dirán, lo que piensan los demás? ¿Eso hace que se comporte de determinada manera?
-En realidad me importa un pepino, hago lo que se me antoja y los límites me los ponen los hijos, en el caso de la velocidad, los gastos ya que les compraría todo a mis hijos, los nietos y en eso también ellos deben pararme. No tengo límites, comenta riendo.
-¿Cómo cerraría la nota?
-Diciendo que comencé una vida nueva con Epoca de Quesos, que seguirán mis hijos y mis nietos, con otras metodologías, otras formas. Me miro en los ojos de mis nietos y recuerdo a papá que era un hombre de una gran humildad de corazón pero que con su trabajo y la ayuda de mamá logró muchísimo y hoy el tambo que mi hermano tiene es modelo y papá usaba el banquito que tengo colgado en el negocio. Evidentemente las cosas van cambiando, pero para bien si sus cimientos fueron construidos desde el amor.
Descansa en paz Teresita.
* Nota publicada en La Vidriera, el domingo 10 de noviembre