Tras mucho tiempo de estar rezagado por la pandemia, buscan que el tango vuelva a reactivarse
Con una práctica de tango que se realizó en la Glorieta de la Plaza Independencia, visibilizaron la situación que atraviesa el sector en la ciudad. Bregaron por la necesidad tanto de los docentes de poder trabajar como de los apasionados por este baile de volver a compartir esta danza de abrazos tan arraigada en las tradiciones argentinas y que tanto bienestar le otorga a quienes la practican.
Tras mucho tiempo de agonía por la pandemia, trabajadores del tango y milongueros buscan que la danza de los abrazos se reactive en la ciudad y con tal fin, comenzaron a desplegar una práctica en la Glorieta de la Plaza Independencia los domingos, para que se visibilice la situación del sector y demostrar que se puede seguir bailando y manteniendo esta tradición tan argentina, con los cuidados necesarios en contexto de pandemia. Además, resaltaron la importancia que esta danza tiene para la salud y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLucía Brea, docente de tango y una de las organizadoras de la práctica, contó que “hubo una situación sanitaria que hizo que el tango no estuviera en un primer lugar, no estuvo en orden de prioridades, pero personalmente creo que es necesario reactivar estos espacios porque si uno se maneja con distintos cuidados y adhiriendo a ciertos protocolos, son espacios que también son de promoción de la salud”.
En ese sentido, resaltó que “bailar conecta con la vitalidad, con la creatividad, con el encuentro con el otro que también es algo tan necesario después de tantos meses de estar encerrados, solos y aislados. El tango tiene esa potencia del encuentro, de poder ver al otro como alguien con quien poder abrazarse”.
Recordó que todo comenzó en enero, cuando tocó la orquesta La Viajera en el Centro Cultural La Higuera y “fue un día donde -yo que no soy de Tandil- contacté con gente de acá. Entonces nos invitaron a bailar y sucedió que todos estábamos con muchas ganas de seguir bailando, muchos que no bailaban hacía mucho tiempo y otros que jamás lo habían hecho”.
Fue entonces cuando decidieron, una vez que terminó el evento, dirigirse a la Glorieta para seguir bailando.
“Nos vinimos a la Glorieta, hubo quienes pusieron sonido, otros la voz, nosotros estábamos re dispuestos a compartir lo que sabíamos, porque había gente que no había bailado nunca y tenía ganas de hacerlo. Fue una noche maravillosa, vital, se acercó mucha gente. Desde ahí me quedó este deseo de poder continuar con este espacio de encuentro”, explicó.
Y agregó que “el hecho de que es un espacio al aire libre es más seguro, y así fue que conseguimos los insumos parea pasar música, equipo de sonido y empezamos a dar clase en la Glorieta los domingos a la gorra, de boca en boca, porque no soy de la ciudad entonces no conocía mucha gente”.
Las instituciones, un paso atrás
“Se fue armando un grupo que cuando termina la clase nos quedamos bailando, siempre fuimos un grupo reducido, nunca fue algo masivo. Pero es un espacio hermoso, de mucha libertad, y mi manera de entender el tango es súper accesible, popular, dejar de pensar que el tango es algo difícil, que hace otra gente, sino que es algo libre de prejuicios y de hecho también trabajamos con cambio de roles”, sostuvo.
En tanto, planteó que “entendemos que las instituciones siempre van a estar un paso atrás de la realidad, de lo que está sucediendo, y en lo que refiere al tango en particular es un sector que es muy vulnerable, tanto para los trabajadores como para los espacios”.
“Si bien es un patrimonio de la humanidad pareciera que hay que luchar un montón para defender esos espacios y también entiendo que si nosotros no tomamos la decisión de empezar a hacerlo, con ciertos cuidados, nunca va a venir alguien a decirnos ‘chicos ahora sí pueden bailar’, eso no va a pasar, entonces en la medida de lo posible hay que ir recuperando estos espacios públicos, y acercando el tango a la gente”, enfatizó.
“Nadie piensa en decirle ‘reinventate’ a un
médico o un abogado”, expresó la docente
Por otro lado, Lucía Brea explicó que para ellos los meses que tuvieron que estar sin trabajar debido a las restricciones de prevención por el Covid-19 fueron “súper difíciles” y señaló que “algo que se escuchó mucho en la pandemia es esto de reinventarse, lo cual es un arma de doble filo, porque hay que ser flexible ante los emergentes de la vida pero nadie piensa en decirle ‘reinventate’ a un médico, a un abogado. Pareciera ser que el artista está tan desprestigiado que no importa que se tenga que reinventar”.
“Yo tengo una carrera universitaria, soy licenciada en folklore mención tango de la Universidad Nacional de Artes, y no quiero trabajar de cualquier cosa, entonces en ese sentido ha sido un año difícil y esto también se trata de poder volver a trabajar”, remarcó.
Por otro lado, subrayó las sonrisas que ve aparecer en los rostros de quienes practican esta danza, la satisfacción que sienten al bailar.
“He tenido la fortuna de conocer gente de la comunidad de tango de Tandil recién en el último tiempo porque se han habilitado por ejemplo los talleres municipales, lo cual a nosotros también nos permitió decir ‘es válido esto que hacemos’, y hemos visto la alegría de las personas tomando una clase de tango, que es tan distinto a una práctica o una milonga. Es una alegría que salta a la vista, se ve en los ojos, y tengo alumnos que manifiestan cómo salen de una clase: con mucha dicha”, señaló.
Y destacó que “es un espacio de distensión y conexión con la vida y con el propio cuerpo. Un cuerpo que está tan vapuleado por el miedo que tenga un momento de abrazo, de conexión y de expresión, es fantástico”.